Jesús Mari Zamora, el héroe de una Real campeona

La vida de Jesús Mari Zamora ha quedado, con todo merecimiento, eternamente ligada a El Molinón. En el estadio asturiano, en el último minuto de la última jornada de la temporada 1980/81, el centrocampista de Errenteria obró el milagro con un postrero gol que dio el ansiado título liguero a la Real Sociedad tras una magnífica campaña. Fue el 26 de abril de 1981, fecha marcada a fuego para cualquier aficionado txuri-urdin, que vio, o siguió a través de la narración de Josean Alkorta, cómo su equipo sellaba su primer campeonato doméstico, un título soñado por todos y que en parte sanaba la herida de la Liga perdida el año anterior.

Zamora no fue un futbolista más de la mejor generación de la historia de la Real Sociedad, sino uno de los pilares que permitieron a la entidad guipuzcoana alcanzar cotas insólitas hasta ese momento. Su versatilidad, su calidad y su compromiso dentro y fuera del terreno de juego, fueron fundamentales durante la década dorada realista. Sus 588 partidos, distribuidos en quince campañas, explican la influencia de un 'one club man' que destinó toda su trayectoria profesional a la Real, manteniéndose en el club desde su debut en el año 1975 hasta que colgó las botas en 1989. En el palmarés del centrocampista de Errenteria están las dos ligas consecutivas conquistadas, 1980/81 y 1981/82, la Supercopa de España de 1982 y la Copa del Rey de 1987.

El papel de Jesús Mari Zamora durante la temporada 81/82 fue destacadísimo. Así lo atestiguan los números, que reflejan que era una pieza fundamental en el 'once' de Ormaetxea. El guipuzcoano participó en 31 de los 34 partidos de la competición liguera, en los que partió siempre de inicio, sumando tres dianas (ante Real Madrid, Valencia y Athletic Club). En todos ellos, además, su equipo ganó, por lo que contribuyó de manera decisiva, también en aquella temporada, a la consecución de la Liga.

En aquel campeonato, Uralde, 'Satrus' y López Ufarte superaron la decena de goles (14, 13 y 11, respectivamente) y Arconada y Gorriz disputaron absolutamente todos los minutos, pero el héroe de Gijón fue vencedor con total merecimiento de este DV de Oro. Clase y compromiso fueron los mejores avales para ser el mejor en una campaña que terminaría con el Mundial de España de 1982, en el que Zamora fue indiscutible.

Zamora fue uno de los artífices de otra gran temporada para la Real, que finalizó con el segundo título liguero tras la victoria en el derbi de Atotxa ante el Athletic Club (2-1), gol incluido del centrocampista de Errenteria.