Todos los espejos del presidente de la Real Sociedad

Jokin Aperribay fue tajante al afirmar minutos después de ser reelegido para un cuarto mandato consecutivo como presidente de la Real Sociedad que al club no le ha sentado mal tener un consejo de administración de larga duración. Estable. La historia le da la razón. Aperribay va camino de superar a José Luis Orbegozo como máximo mandatario más duradero en la historia del club, quien ostentó el cargo durante 16 años. El empresario debarra habrá cumplido 19 años en el palco del Reale Arena cuando finalice este nuevo mandato.

Más allá de la consecución de hitos históricos, tanto deportivos, económicos o sociales a lo largo de la centenaria vida de la Real, Aperribay tiene en su mano la oportunidad de establecer un ciclo de casi veinte años sin alternancia en la presidencia. No solo es algo insólito, sino también difícil de creer si uno se atiene a los precedentes en el palco txuri-urdin durante estos 113 años de existencia.

Solo el mencionado Orbegozo logró aportar esa estabilidad en un periodo superior a los quince años en la que aún hoy se considera la etapa más brillante en la historia del club. Dos títulos de Liga, una Supercopa y unas semifinales de la Copa de Europa escribieron las páginas más brillantes de la historia de la Real a través de un equipo de cantera. «Lo que se hizo en los 80 es irrepetible y no le doy ningún mérito a superarlo en tiempo», reconoció Aperribay el martes cuando fue interpelado por la figura de Orbegozo.

Comparar aquella época y las inmediatamente posteriores con la presente no es un ejercicio sencillo de realizar. El contexto del fútbol –televisión, marketing, ticketing– ha cambiado tanto que resulta complicado encontrar equivalencias. Aun así, existen ciertos paralelismos en las decisiones que tomaron los dirigentes de la Real en el siglo pasado, sobre todo entre aquellos que encadenaron más tiempo en la presidencia, con las líneas que ha seguido Aperribay en la actualidad. La apuesta por la cantera, las instalaciones de Zubieta, la masa social y el campo del primer equipo son algunas de las cuestiones claveque componen la exitosa fórmula de gestión del actual mandatario blanquiazul, y que recuerdan inevitablemente al libro de estilo de otros dirigentes como el del propio Orbegozo, Iñaki Alkiza, Luis Uranga o José Luis Astiazarán. Cuatro presidentes que abarcan 38 años de historia de la Real.           

José Luis Orbegozo es el modelo de presidente que ha ansiado la masa social del club desde que abandonara el cargo al final de la temporada 1982/83. Siempre será recordado como el hombre que estaba al frente de la entidad de la Real campeona. El mejor presidente de la historia txuri-urdin. Por eso Aperribay prefirió restar importancia al hecho poder superarle en tiempo, ya que la figura de Orbegozo se ha convertido mística.

Orbegozo es sinónimo de los mejores logros deportivos, pero también de una gestión impecable que trascendió a los resultados. Accedió al cargo en 1967 después del ascenso de Puertollano y afianzó al equipo en Primera. Tuvo claro entonces que el objetivo para asegurar la viabilidad del club pasaba por entrar en Europa. Dicho y hecho. La Real se estrenó en la Copa de Ferias, que luego pasó a llamarse Copa de la UEFA y ahora Europa League, en la temporada 74/75, mientras la generación campeona empezaba a asomar la cabeza en el primer equipo.

Fue precisamente durante esa primera aventura continental cuando Orbegozo planteó la necesidad de construir un nuevo campo que sustituyera a Atotxa. Esa visión de futuro también la trasladó en lo concerniente al centro de entrenamientos, ya que por aquel entonces el primer equipo se ejercitaba en el Hipódromo. Orbegozo puso sus ojos en los actuales terrenos de Zubieta donde levantó el que todavía hoy es el terreno de juego principal del equipo para el trabajo diario.

Quiso ir más allá y jubilar Atocha para mudar la sede de Duque de Mandas a las instalaciones de Zubieta aprovechando la subvención que percibiría con motivo del Mundial del 82. Fue uno de sus sueños frustrados, pero ya entonces sospechaba que el crecimiento del club pasaba por levantar un nuevo campo con más capacidad que Atotxa. «El nuevo campo es absolutamente necesario. La Real es el cuarto equipo de la Liga y el decimoquinto en cuanto a presupuesto», llegó a proclamar el propio Orbegozo.

También otorgó mucho valor a la inmersión de la Real en el territorio y apostó decididamente por la cantera. «Había que materializar la idea de que la Real fuera de todo el territorio, porque cuando empezamos no todo el territorio era de la Real», recordaría años más tarde. Ideales que siguen muy vigentes cuarenta años después.                   

La enorme responsabilidad de dar continuidad a la mejor generación de la Real recayó en las manos de Iñaki Alkiza, que ya había formado parte de la junta directiva de Orbegozo. Accedió a la presidencia en 1983 y la mantuvo hasta 1992. Nueve años en los que el club se vio inmerso en una sucesión de reformas que le cambiaron la cara casi al completo en lo institucional, social y deportivo. Entre medias también dio tiempo para ganar una Copa del Rey, en 1987, el que hasta el año pasado era el último título conquistado por la Real, y lograr dos subcampeonatos –en Liga y Copa– en 1988.

Con Alkiza se abrieron las puertas a la llegada de extranjeros al equipo. Aldridge fue el primer foráneo en unirse a la plantilla tras la salida de Loren al Athletic. Además, su directiva fue pionera a la hora de implantar cláusulas de rescisión a los jugadores después de que desapareciera el derecho de retención sobre los jugadores. Alkiza también tuvo que acometer la conversión del club en Sociedad Anónima Deportiva en un proceso que se resolvió de manera exitosa. Pero por encima de todo le tocó gestionar el paso de Atotxa a Anoeta.  Se daba por cerrada una época a las puertas del futuro.

Luis Uranga cogió el relevo de Alkiza en la dirección en octubre de 1992 con el reto de inaugurar el nuevo campo y afianzar la situación económica del club. Puso en marcha el departamento de marketing y proyectó la ampliación de Zubieta que se haría realidad ya con la entrada de los años 2000. La Real terminó en Liga en la tercera plaza en el curso 97/98 y alcanzó los octavos de final de la UEFA en la 98/99. Sin embargo, la crisis de resultados acabó dinamitando la aventura de Uranga en la presidencia, que convocó elecciones en marzo de 2001.

José Luis Astiazarán es el último presidente de la Real que completó un mandato de al menos cinco años de duración antes de la llegada de Aperribay. El equipo pasó de luchar por la permanencia a rozar con los dedos un nuevo campeonato de Liga en la campaña 2002/03. El premio fue jugar la Champions League un año después. El nuevo Zubieta se hizo realidad en 2004 con Astiazarán al frente, quien también planteó el proyecto de un nuevo campo para el primer equipo, el Gipuzkoarena. El equipo femenino se fundó durante los últimos años del mandato de Astiazarán.           

La aspiración de tener un campo acorde con la dimensión del club y unas instalaciones de Zubieta adaptadas al desarrollo de las jóvenes promesas siempre han estado presente en la cabeza de los gestores con más trayectoria en el club. Aperribay ha actualizado esas mismas cuestiones que también ocuparon a sus predecesores y ha dotado al club de la suficiente capacidad económica como para armar un equipo que se clasifique de manera recurrente en Europa. Su legado también quedará reflejado en la sala de trofeos.

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