Bonnie and Clyde

Dice Wikipedia que Bonnie Parker y Clyde Barrow fueron dos fugitivos, ladrones y criminales de los Estados Unidos de América. Se caracterizaban por tenerse un gran amor, y siguieron unidos hasta el momento de su muerte. Bonnie y Clyde fueron considerados como «enemigos públicos» entre 1931 y 1934. Supongo que Mario Melero López y Antonio Jesús Mateu Lahoz no se profesarán tanto amor como los conocidos criminales, pero en lo que sí se parecen es en el atraco que le han pegado a la Real. El andaluz contra el Valencia y el valenciano ante el Espanyol. Y fíjense, que no es por defender el apellido, pero lo de Mateu deja en casi nada el arbitraje perpetrado hace siete días en el Reale permitiendo faltas, expulsando injustamente a Aritz y dejando sin efecto múltiples pérdidas de tiempo.

Sabemos que la presidencia de Jokin Aperribay es ducha en cuanto a resultados y que ha enriquecido al club. No tanto como para que Bonnie and Clyde vuelvan a sus fechorías y a punta de silbato atraquen de esa manera a la Real. Es tremendo cómo la Real se va a llevar un solo puntos después de jugar contra el Valencia y el Espanyol, cuando debieron ser seis.

La jugada del gol anulado a Isak no refleja ninguna duda por mucho que el reglamento hable de 'ataque prometedor'. El balón le pega al árbitro. Bien. Pues que pare el juego. No, indica que siga la jugada y entonces llega el gol. No se sostiene. El balón de Oyarzabal que impacta en Mateu iba en dirección a Januzaj, y después de pegar en el colegiado, el esférico acaba en el belga. ¿Qué cambia? Nada. No se entiende que ese gol no subiera al marcador por mucho que el valenciano explicara y explicara la jugada. Después del partido Portu, Guevara, Aihen y Isak pidieron explicaciones a Mateu Lahoz que, sinceramente, parece que no convencieron a nadie.

Conseguir un punto hubiera enfadado a al parroquia txuri-urdin. Cero, aún más. En otro gran partido de la Real que bailó al Espanyol. Y que no ganó por una decisión arbitral y un golpe de fortuna. El chut de Herrera que supone el 1-0, pega mínimamente en Rico cuando Remiro parecía que lo podía atajar. Una acción de mala fortuna. Como si a Bonnie o Clyde se le encasquilla el cargador de su revólver antes de apuntar a su víctima.

El Espanyol ganó porque probó una suerte que a la Real dejó de lado. Disparar. Y ya que estamos hablando de dos forajidos del robo, y del silbato, no conviene olvidar que hay veces que se debe probar al portero. La Real fue superior por tierra, mar y aire. Gozó de ocasiones de todo tipo, muchas a balón parado y se fue de vacío. Imanol dijo tras la derrota en Mónaco que su equipo fue mejor entre las dos áreas. Se puede decir lo mismo del partido en el RCD Stadium. La estadística y el juego, aplastantes para una Real que, ayer se volvió a comprobar, tiene fondo de armario. Jugó con siete caras nuevas.

Dijo Aperribay que las conversaciones para la renovación de Januzaj son «sinceras». El atacante devolvió flores. «Quiero quedarme», sostuvo en las horas previas al partido contra el Mónaco. Fluye el amor, parece. El de Molenbeek volvió ayer a ser el mejor y ya van unos cuantos partidos. Absoluto generador de juego, ve pases increíbles, regatea a cuantos rivales le salen al paso y por momentos su zurda recordó a la del gran Javi de Pedro. Como el Rey Midas, todo lo que tocaba, lo convertía en oro.

Y ciertamente, el balón que tocó para Isak fue lo más parecido a un tesoro. Digno para que los célebres Bonnie and Clyde se interesaran por él y sacaran el Colt del 45 y la Thompson para pegar tiros a diestro y siniestro. Lejos de eso sonó el silbato de Mateu, antes de seguir con su show personal de explicaciones y dejar a la Real con tres puntos que le hubieran dejado momentáneamente líder.

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