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Finalista. Oyarzabal lanza su camiseta a la grada en Anduva nada más clasificarse para la final. FÉLIX MORQUECHO

«Las camisetas de Miranda las regalé. Ya me quedaré la que nos haga campeones»

Oyarzabal y Remiro, capitán y portero de la Real finalista, confiesan sus sensaciones en el día que se tenía que haber disputado el gran partido

Miguel González

San Sebastián

Sábado, 18 de abril 2020, 08:34

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Todos nosotros tendremos hoy la cabeza puesta en Sevilla. En La Cartuja, más concretamente, donde la Real tenía que disputar su octava final de Copa de la historia tras las de 1909, 1910, 1913, 1928, 1951, 1987 y 1988. Pero la gran cita tendrá que esperar a mejor ocasión por culpa del coronavirus, que se ha llevado por delante muchas vidas y nuestras rutinas.

La final ha quedado aplazada sine die y cada vez parece más difícil que pueda disputarse con público. Aunque se retrase hasta otoño. Italia no abrirá los estadios a los aficionados hasta marzo de 2021 y cuando las barbas del vecino veas pelar, hay que poner las propias a remojar.

Con todo, el 18 de abril de 2020 quedará marcado en la historia del club. Resultará inolvidable para miles de realzales que ya tenían planeados sus viajes a Sevilla en esta semana de Pascua. Se calcula que cerca de 25.000 se habrían reunido en las gradas de La Cartuja, a tenor de las 21.000 entradas que habían correspondido al club y las que podría haber rascado a la Federación.

«Hay que centrarse en que todo esto se supere y ya se podrá encontrar una fecha para que todos disfrutemos de la final que merecemos»

Mikel Oyarzabal | Capitán

«Esta final nos la hemos ganado todos, jugadores y aficionados. Para mí no tendría sentido jugarla sin público»

Álex Remiro | Portero

Toda esta mágica aventura que seguro que algún día tendrá un feliz desenlace comenzó la tarde del 4 de marzo en Miranda de Ebro, cuando Mikel Oyarzabal puso a la Real en la final al transformar un penalti antes del descanso. El eibarrés habría llevado hoy el brazalete de capitán en La Cartuja y bajo los palos estaría Álex Remiro. Con ambos tuvo este servidor la oportunidad de comentar anoche en el canal Real Sociedad ese decisivo partido que ha colocado al conjunto txuri-urdin en una situación histórica 32 años después.

Respecto al penalti que nos ha traído hasta aquí, el '10' txuri-urdin desvela dos secretos: que no ha sido el más difícil que ha lanzado y que para ese partido entrenó mucho esa suerte. «En el que más nervioso estaba fue el primero de San Mamés la pasada temporada, porque también era el primero para mí en la Real. Toda la gente estaba pitando y, aunque de puertas afuera parecía que estaba tranquilo, la tensión iba por dentro. Afortunadamente salió bien. ¿El de Miranda? Son cosas que se entrenan. Esa semana en Zubieta ensayamos muchos por si llegábamos a la tanda de penaltis. En el momento en el que coloco el balón no sé a dónde voy a lanzarlo. Suelo preferir un lado, pero también depende de lo que haga el portero y cómo me sienta yo».

Álex Remiro, cuya misión es pararlos, como hizo en pretemporada ante el Millwall en Inglaterra o en Ipurua contra el Eibar en el último partido de Liga disputado, revela que tampoco le asusta lanzarlos. «Yo me apunté en la lista de la posible tanda en Miranda. En un partido normal Oyarzabal no me va a dejar –risas–. Lo que sí me gustaría es tirar una falta como hizo Bravo hace unos años».

Oyarzabal, que no ha fallado ninguno de los que ha lanzado, cuenta que en su forma de ejecutarlos han influido dos personas. «Uno es Xabi Prieto, porque es quien los lanzaba en el equipo y siempre me fijaba mucho en él. El otro es Eusebio. Con él nos quedábamos mucho a echar penaltis y me insistía en que los practicase porque era parte del crecimiento de un jugador. Entre los dos, y lo que veo por ahí, voy adquiriendo un estilo. Hasta ahora he tenido la suerte de meterlos todos y ojalá que pueda seguir con esa racha».

La historia de las camisetas

Al ser el blanquiazul un conjunto tan joven, en esta edición de la Copa cada vez que superaba una eliminatoria el siguiente se convertía en el partido de sus vidas. Así sucedió en el Bernabéu tras ganar a Osasuna, en la ida contra el Mirandés en Anoeta con aquel recibimiento que sobrecogió incluso a los propios jugadores y, cómo no, en Anduva.

Tras saberse en la final los protagonistas lo celebraron en el mismo césped con los compañeros y sus familiares. Remiro explica que entregó su camiseta «a mi padre. Como el campo era pequeño enseguida supe dónde estaba y se la llevé a la grada. La otra me la quedé de recuerdo».

Oyarzabal aquí fue más desprendido y lanzó las dos a los aficionados. «Era un día para hacerlo. Había que agradecerle a la gente lo que nos animó y su apoyo hasta llegar a la final. Así que las regalé y pensé que ya me quedaré la que nos haga campeones». Golpe de maestro el suyo.

No ven una final sin público

Como el resto de la sociedad, ambos viven confinados en casa desde que el Gobierno decretó el estado de alarma hace cinco semanas. Encerrados entre cuatro paredes, los días parecen todos iguales y admiten que ninguno había reparado en que era la fecha señalada para jugar la final.

Oyarzabal apunta que «no me había acordado durante la semana de que era este sábado. El fútbol ahora no es primordial. A todos nos hubiese gustado jugar hoy en Sevilla y vivir esa situación, pero ahora mismo el fútbol está en un segundo plano y hay que centrarse en que todo esto se supere y vuelva la normalidad. Seguro que después hay posibilidad de encontrar una fecha para que todos disfrutemos de la final que nos merecemos».

El cancerbero navarro añade que «desde que entramos en la cuarentena tras jugar en Eibar ya vi muy lejana la posibilidad de que dejasen jugar partidos y con la final de Copa me pasó lo mismo. Sabía que no se iba a disputar en la fecha prevista».

Los dos tienen claro que desean que se dispute con público cuando sea posible, porque no se la imaginan de otra manera. No obstante, son conscientes de la gravedad de la crisis que vivimos. El eibarrés dice que «si hay una mínima posibilidad de que se pueda jugar en abierto, hay que esperar para hacerlo posible. Es una situación que quizás no se vuelva a repetir nunca más para nosotros. Pero hay que asegurar al 100% que no habrá ningún problema. La salud es algo muy serio. Si hay que priorizar jugar a puerta cerrada porque no hay plenas garantías sanitarias, tendrá que ser así. Aunque confío en que se juegue con público».

Remiro, más que certezas, tiene el deseo de que pueda ser así. «Nos la hemos ganado todos, tanto jugadores como aficionados. Jugarla por jugarla y quitarle esa atmósfera de la gente que hay en un derbi y en una final, no tendría sentido bajo mi punto de vista. Una cosa es acabar la Liga a puerta cerrada y otra jugar una final sin público».

Un rival atractivo

Para ambos blanquiazules la presencia del Athletic añade un atractivo a la final. En el caso de Oyarzabal, por su condición de eibarrés, junto a la muga vizcaína, y porque le ha intentado fichar varias veces. «Dentro de la familia tengo seguidores del Athletic y en la cuadrilla también. Todo el mundo sabemos que hay una rivalidad sana. Somos rivales, pero siempre con buenos gestos. Es especial para nosotros por ser ante el Athletic y para ellos por jugar ante la Real. Siempre ha sido un partido especial y más siendo una final de Copa».

Remiro ha salido de la cantera de Lezama, aunque ha sido la Real la que le ha dado la oportunidad de jugar en Primera. «Si para Mikel es especial, imagínate para mí, con lo que significó la decisión de venir a jugar aquí. Hay oportunidades que solo se presentan una vez y tienes que cogerlas. En la final los dos equipos vamos a ir a muerte».

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Oyarzabal y Remiro confiesan sus sensaciones en el día que se tenía que haber disputado la final de Copa