Una acomplejada Real da lástima
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El cuadro txuri-urdin firma un partido indigno ante un Real Madrid que le pasó por encima sin necesidad tampoco de apelar a su mejor versiónHace años que escribí que soy la Real y no bajo a jugar al Bernabéu. Porque para venir con esta actitud me quedo en casa y me ahorro el ridículo. Este equipo no sabe salir a defender y cuando lo hace pasa esto. Que una cosa es que el Leipzig sea mejor a dos partidos, que lo es, y que en Anoeta tengas que cubrirte porque estás en un mal momento, te falta Merino e Isak llega entre algodones. Correcto. Pero anoche tenías a casi todos los importantes –salvo Januzaj– y el equipo salió acomplejado hasta ser arrollado por un Real Madrid cuyos jugadores tuvieron que volver desde los vestuarios al césped para saludar a los aficionados. Difícil de digerir.
Porque este Madrid no es el de los galácticos de principio de siglo ni el de hace unos años de Cristiano, Benzema y Bale. Es el mejor de la Liga porque el torneo se ha devaluado pero hoy es posible irte del Bernabéu sin hacer el ridículo e incluso puntuando como Osasuna, Cádiz y Elche. Pero para eso hace falta creer y tener un plan, que no funcionó ni a pesar de ponerse por delante. Porque cuando tu única alternativa es incomodar el rival, acabas goleado. Esta vez no hay excusas de ningún tipo.
No hacían falta alforjas. Imanol introdujo cuatro cambios respecto al miércoles en Mallorca al dar entrada a Zubeldia, Zaldua, Illarramendi e Isak por Aritz, Guevara, Portu y Sorloth. La principal revolución estuvo en la disposición táctica al jugar en 1-4-4-2 con Zubeldia, Le Normand, Pacheco y Gorosabel atrás, una línea de cuatro centrocampistas con Zaldua, Illarramendi, Merino y Oyarzabal, con Silva e Isak más adelantados. Pero para este viaje no hacían falta alforjas, porque la Real se achicó con balón y persiguió sombras durante casi todo el partido.
Enfrente Ancelotti no se guardó nada y su once fue el de gala, con la única ausencia del lesionado Kroos, cuya plaza la cubrió Camavinga. El resto, los de siempre, con Courtois; Carvajal, Militao, Alaba, Mendy; Casemiro, Modric; Rodrygo, Benzema y Vinicius. Con el empate del Sevilla la víspera tenía una buena oportunidad para darle un buen mordisco a la Liga y se lo llevó la Real.
El gol, un espejismo. Imanol quiso hacer una especie de jaula a Vinicius con Zubeldia y Zaldua en esa banda, mientras que Illarramendi y Merino formaban como pareja de mediocentros, Oyarzabal en la izquierda estaba más pendiente de Carvajal y Silva gozaba de más libertad para tratar de acompañar en ataque a Isak.
La cosa empezó bien porque para el minuto ocho la Real aprovechó una contra tras una disputa alta que ganó Zubeldia y cuyo balón acabó en Zaldua. Desde una posición retrasada buscó en largo la espalda de Alaba para que Isak se midiera en banda con Militao. El sueco sujetó bien el balón y descargó para la incorporación de Silva, lo que dejó el ataque en ventaja. Oyarzabal no pudo en el mano a mano con Carvajal pero peleó por el rechace y Silva fue más listo que Carvajal al ir a recogerlo. Penalti claro que el de Eibar transformó tras pegarle duro y abajo al poste izquierdo de Courtois.
Dicen a menudo que ponerse por delante da alas y confianza para crecerse pero, en este caso, a la Real se las cortó, porque a partir de ese momento se convirtió en un conjunto dubitativo y miedoso que quedó a merced del Real Madrid.
Demasiado atrás y 2-1. El Real Madrid se hizo con el balón y trabajó una remontada que llegó antes del descanso. Si a los de Imanol les quitas el balón y les dejas metidos en su área, acaban pasándolo mal, porque no saben defender en bloque tan bajo. Sí lo hacen de maravilla ante rivales inferiores como el Mallorca, por ejemplo, pero contra los superiores sufre una crisis de identidad.
Los nervios comenzaron desde un Remiro que, salvo en un par de ocasiones en las que encontró al hombre libre en largo con Zaldua e Isak, ofreció muchas dudas en la salida de balón. Atrás Pacheco no pudo tirar del carro, algo lógico por su inexperiencia, mientras que un Illarramendi falto de ritmo sufrió cuando le buscaron arriba en la presión. Estuvo muy bien ante Osasuna pero ayer el rival era el Madrid. Así que sin pases por dentro y sin salida de balón, todos los golpeos en largo los ganaban con autoridad entre Militao, Alaba y Casemiro para engarzar uno y otro ataque sobre la portería de Remiro.
Rodrygo y Vinicius estaban controlados por fuera por el trabajo de Zaldua y Zubeldia en un flanco, y de Oyarzabal y Gorosabel en otro, pero cuando defiendes tan atrás ante un conjunto como el Real Madrid te puede pasar que en dos disparos desde el pasillo central tu muralla caiga de golpe. Camavinga y Modric la derribaron con sendos misiles en cuatro minutos y menos mal que a Benzema le anularon un gol bastante dudoso por fuera de juego tras robo alto de Camavinga a Illarramendi porque la cosa al descanso pudo ser aún peor.
Incomparecencia después. Si el final de la primera parte resultó duro la segunda fue bochornosa. Imanol metió a Djouahra y Rafinha por Pacheco y Silva para tratar de dar más mordiente al ataque pero era imposible transmitir ya un mensaje ambicioso. El Real Madrid, sin hacer nada del otro mundo, consiguió dos goles más por medio de Benzema y Asensio, le anularon otro al francés y Remiro tuvo que colecionar buenas intervenciones ante Casemiro y Benzema, en dos ocasiones. Y Rafinha casi marca en propia puerta a disparo de Vinicius. Dentro de lo malo, es mejor hacer estos partidos en un campo donde la derrota es razonable que en otro donde puedes rascar algo.
Porque lo que se perdió ayer fue la imagen, ya que en la clasificación la Real sigue sexta a falta de once jornadas. A ver si sirve para enrabietarse y salir con el cuchillo entre los dientes contra el Alavés el próximo domingo. Porque hay una deuda pendiente con el aficionado y grande. Esto no puede pasar.
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