Vidas guipuzcoanas en Galicia

Hace diez años que la donostiarra Oihana Martínez vive en A Coruña. Llegó allí por amor. Conoció a un joven de Galicia en la Facultad de Medicina de Lleida, se enamoraron y ya nunca se separaron. Estudiaron juntos el MIR en Oviedo, y de allí fueron a instalarse en la capital gallega. Hoy, con 34 años, trabaja como pediatra en el hospital público de A Coruña, es madre de Lucía, una niña de 15 meses, y se siente feliz y adaptada a su nueva vida, incluso habla perfectamente el 'galego': «Nada más llegar me puse a estudiar para sacarme el Celga, como nuestro EGA de euskera, y ahora me siento completamente integrada, como una coruñesa más. Me gusta esta ciudad y me recuerda a Donosti por el clima, por el mar y por su gente tan amable», confiesa.

Reconoce que no le entusiasma la política, pero sí tiene claras las prioridades de una comunidad que el próximo domingo celebrará sus elecciones autonómicas. Defensora de la gestión pública, Oihana reivindica mejoras en su sector, el sanitario, que según el CIS es a día de hoy la segunda preocupación de los gallegos. «De cara a los pacientes, habría que eliminar las listas de espera en todo el sistema de salud, y también mejorar las condiciones laborales de todos los profesionales, sobre todo los tipos de contratos, ya que muchos son temporales de larga duración». La gratuidad de la educación infantil es otro de los asuntos que le preocupan. Desde el curso 2022-2023, la Xunta hizo gratuita la atención educativa en todas las escuelas infantiles, y le gustaría que esto se mantuviera así, «para que todo el mundo pueda tener acceso de la educación».

Oihana viene a su casa de San Sebastián menos de lo que le gustaría, cada dos meses más o menos, pero ahora que han anulado el vuelo directo Coruña-Bilbao «lo tenemos mucho más complicado. Espero que el Gobierno que salga de las urnas mejore la red de transporte y conexiones dentro de Galicia, así como con el resto de comunidades».

María Huete también es donostiarra y tiene 34 años. Pero los motivos que le llevaron a la comunidad gallega fueron laborales. Hace 8 años, Zara le ofreció trabajo en su sede central de Arteixo y no se lo pensó dos veces, era el sueño de su vida. Apenas conocía Galicia, pero llegó a A Coruña y se enamoró de la ciudad y de su estilo de vida. «Es un lugar cómodo y fácil, pero te tiene que gustar la tranquilidad... las playas y los paseos», confiesa. No obstante, años atrás, María era una joven inquieta y su ilusión era salir de casa para conocer mundo. Estudió ADE en Madrid, donde encontró su primer trabajo en el sector textil, luego viajó a Malasia y más tarde a Barcelona, antes de terminar en la playa de Arteixo, donde hoy vive feliz. Trabaja en el departamento on line de Zara hombre. «Somos un equipo de gente de diferentes nacionalidades, pero de edades parecidas, por lo que hemos formado un buen grupo de amigos», cuenta. También ve a menudo a su gente de San Sebastián, aunque cada vez lo tiene más difícil por culpa de «las malas conexiones».

Por eso, el próximo domingo votará al partido que ofrezca la propuesta más interesante, que para ella es la mejora de las comunicaciones: «Veo una falta gran de iniciativa en materia de transporte. Habría que dotarlo de un buen presupuesto para que Galicia no se quede aislada y pueda abrirse a captar y retener talento y fomentar el turismo... y para ello sería necesario un aeropuerto centralizado».

Un tema que le preocupa, como a sus compañeros de trabajo, porque les resulta complicado volver a casa, ya que «las comunicaciones en tren, autobús o avión son complicadas, y al final resulta caro viajar porque tienes que hacer un montón de conexiones. Hace poco cogí un vuelo Hondarribia-Barcelona-Santiago... y luego llegar a Arteixo. Casi un día entero. En ocho años solo he visto en Galicia una pequeña mejora en la red ferroviaria. Y viajar en coche es aún peor porque las autopistas son carísimas».

Si algo espera Ana Dávila del nuevo Gobierno es que dé solución a las cuotas de los pescadores y a la situación de la Galicia rural que son, a su juicio, problemas prioritarios. «No sé qué partido ganará, pero hay cuestiones que necesitan respuestas ya, como mejorar la vida de la gente que vive del mar, y la vida rural, para que los jóvenes no tengan que marcharse a las ciudades», reclama esta hostelera de Irura, que sabe bien de lo que habla porque lleva más de la mitad de su vida en Corme, un pueblo de mil habitantes en plena Costa de la Muerte.

Llegó allí por amor. Conoció a un joven gallego en una boda familiar en Irura, y al poco tiempo, confiesa entre risas, «se celebró la mía, y nada más casarnos decidimos construir una nueva vida en el pueblo de mis suegros». Se marchó de Euskadi con 26 años y ahora tiene 56, es madre de una hija, a la que puso nombre vasco, Iune, y un hijo, y es propietaria de un bar que lleva con su marido y que cuenta con una «clientela muy buena», explica. Por eso, asegura que está contenta en Corme. «Son más de treinta años y la gente de aquí se parece mucho a los vascos». No viene mucho a Irura porque el negocio «ata mucho» y «las conexiones no son buenas», pero en verano se rodea de guipuzcoanos: «Sobre todo de Trintxerpe, gallegos que fueron a trabajar a la Mercante y vuelven a casa unos días, por eso llamamos a Trintxerpe la 'quinta provincia gallega'».