Todo en el aire a un año de las elecciones forales y municipales
Los partidos guardan celosamente sus cartas sobre los candidatos y programas, en especial PNV y EH Bildu, que se miran de reojo porque están en un pañuelo en Gipuzkoa
Con los motores al ralentí y jugando al despiste. Así se encuentran los partidos políticos vascos a un año de las elecciones forales y municipales –28 de mayo de 2023–, una tranquilidad inédita porque la experiencia nos dice que las precampañas comienzan al menos con este amplio margen de tiempo. ¿Qué está ocurriendo para que en esta ocasión se lo tomen con calma? Resulta extraño porque los próximos comicios, en los que la pugna entre PNV y EH Bildu será durísima, especialmente en Gipuzkoa, presentan munición suficiente como para que ya hubieran comenzado a 'vender' a sus candidatos y programas electorales.
A esta tensa calma contribuye la larga travesía de la pandemia, que ha dejado la maquinaria de los partidos a falta de rodaje. A este hecho se suma la guerra de Ucrania, un conflicto europeo que ha desplazado el foco hacia una crisis humanitaria y económica brutal que deja poco margen para batallas domésticas.
Estas razones tienen su peso, pero el motivo principal de esta falta de punch se debe sin duda a que las formaciones políticas guardan sus cartas para sorprender al contrario. Este mirarse de reojo afecta en mayor grado a PNV y EH Bildu. Sí se sabe que ni Markel Olano ni Juan Karlos Izagirre se presentarán a los comicios, pero ambos grupos guardan bajo siete llaves quiénes tomarán el relevo. Es muy posible que en los dos casos la responsabilidad sea asumida por mujeres, porque su ascenso a los más altos puestos de gobierno está siendo una realidad incontestable.
Mutismo
En todo caso, no es de extrañar este mutismo dado que las encuestas sitúan a ambas formaciones en un pañuelo. En concreto, el último Sociómetro de la Diputación, publicado en diciembre de 2021, indica que el PNV ganaría las elecciones forales de Gipuzkoa con el 36,9% de los votos –pasaría de 20 a 21 junteros–, pero recorta su ventaja sobre EH Bildu que, con un claro despegue, se le acerca hasta llegar al 34,5% –ascendería de 17 a 19 procuradores–.
En los estados mayores de ambos partidos se asume que, ante esta situación de virtual empate, la diferencia la puede marcar el tirón del candidato. El PNV no ha lanzado ninguna señal, aunque es un partido hasta ahora previsible y que suele decantarse por personas con experiencia política y de gestión. Fuentes jeltzales indican que hasta septiembre este tema permanecerá aparcado al menos en lo que se refiere a la Diputación. Otra cosa son los ayuntamientos, donde ya se ha empezado a sondear a quienes ocupan cargos si tienen intención de repetir, al tiempo que se buscan caras nuevas. En Beasain, por ejemplo, ya se conoce que la candidata será Leire Artola, la actual alcaldesa.
Tampoco EH Bildu ha dado ninguna pista, pero resulta evidente que apostará por un perfil 'amable', es decir, alejado del discurso histórico y más duro de la izquierda abertzale, un lastre a la hora de abrirse a nuevos caladeros de votos. La trayectoria de las candidatas a la Diputación de Araba y al Ayuntamiento de Vitoria, Eva López de Arroyabe y Rocío Vitero, respectivamente, es buena prueba de ello. También se conoce el cabeza de lista para la Diputación de Bizkaia, Iker Casanova. En Navarra Laura Aznal aspira a la presidencia del Parlamento foral y Joseba Asiron a la alcaldía de Pamplona.
Lo que está claro es que en Gipuzkoa la coalición quiere dar el 'sorpasso' y para ello presentará un o una cabeza de lista que descoloque al contrario y con capacidad de arrastre contrastada.
El resto de contendientes tampoco ha desvelado sus cartas. En el caso del PSE, todo parece indicar que el candidato a diputado general será el actual diputado de Obras Hidráulicas y Medio Ambiente y secretario general del partido en Gipuzkoa, José Ignacio Asensio. Podemos, por su parte, deberá afrontar el relevo de María Valiente, quien dejó el escaño en las Juntas en junio del año pasado, tras jubilarse. El PP también debe elegir a su cabeza de lista dado que Juan Carlos Cano no repetirá.
Programas
Las candidaturas son una incógnita, al igual que los programas. El PNV ha ido desgranando algunas de sus iniciativas a través de la dinámica Entzunez Eraiki, un foro en el que diferentes personas y organizaciones tienen la posibilidad de trabajar conjuntamente para mejorar el territorio y contribuir en la toma de decisiones de políticas públicas.
En el caso de EH Bildu primará el pragmatismo y evitará agitar de nuevo cuestiones como la recogida de basura puerta a puerta, iniciativa del Gobierno foral de Martín Garitano (2011-2015) que propició su derrota y que el PNV recuperara la Diputación. Como mucho, la coalición lanzará alguna proclama contra la incineradora, una infraestructura que sin duda no cerrará incluso si vuelve a tomar el mando, so pena de reabrir los vertederos.
En otras cuestiones de calado, como los servicios sociales, el rifirrafe se entablará entre aquellos que están a favor de su gestión pública, como EH Bildu y Podemos, y los que apuestan por el modelo actual, un régimen de concesiones a empresas privadas mediante concurso, validado por PNV, PSE y PP. Y todo ello con el precedente de la huelga en las residencias y en los servicios de limpieza. El departamento de Políticas Sociales es el más relevante de la Diputación, máxime en un territorio con una altísima densidad de población dependiente debido a su avanzada edad. De ahí que su presupuesto sea este año de 460 millones, con diferencia el más elevado de la institución foral.
Grandes fortunas
Otros caballos de batalla serán la política fiscal –con EH Bildu empeñada en recuperar el impuesto de Grandes Fortunas–, la Ley de Aportaciones o los peajes. Esta última cuestión será un elemento central de la campaña porque toca el bolsillo de los ciudadanos y pocas cosas hay tan determinantes a la hora de castigar o premiar a un partido.
El cobro por el uso de las carreteras de alta capacidad es asumido por todos los grupos, pero las diferencias afloran a la hora de fijar el coste del peaje y el establecimiento de medidas que permitan que los guipuzcoanos puedan sortear este pago, un subterfugio no admitido por la UE.
En esta cuestión el marcaje entre PNV y EH Bildu también será estrecho, pero la coalición no llega virgen a esta cuestión, porque fue el Gobierno de Garitano el que impulsó el cobro a los camiones en la N-I, una medida pensada para el tráfico de paso en ruta internacional pero que, por imperativo de la UE, se tuvo que aplicar también a los transportistas locales.
Tarjeta Mugi
También dará juego en la campaña la tarjeta Mugi y, en esta cuestión, PSE, EH Bildu y Podemos se alinean a favor de aplicar una tarifa plana –gratuidad – a partir de un determinado número de viajes. De hecho, estos partidos han presentado iniciativas en este sentido tanto en las Juntas como en varios ayuntamientos. Se trata de una cuestión, como la de los peajes, de máximo interés ciudadano porque repercute en su economía doméstica.
En un plano más técnico, pero de indudable importancia, se sitúa la Ley de Aportaciones, es decir, el marco jurídico que establece el reparto de fondos entre las diputaciones y el Gobierno Vasco. El pacto alcanzado en julio del año pasado en el seno del Consejo Vasco de Finanzas entre estas instituciones para la renovación de la citada ley, que llevaba prorrogada desde 2011, fue calificada de «rodillo» por EH Bildu, Elkarrekin-Podemos y PP.
En resumen, todo está abierto a un año de las elecciones, desde las candidaturas hasta los programas y, en especial, un resultado que tiene toda la pinta de que se va a dilucidar mediante la foto 'finish'.
La 'batalla' por las alcaldías será dura entre PNV, EH Bildu y el PSE
La pugna por la Diputación será antológica, pero no lo será menos la 'batalla' municipal. En las elecciones de 2019 el PNV venció en Gipuzkoa pero acusó el repunte de EH Bildu, que le arrebató ocho plazas en las que los jeltzales habían gobernado los cuatro años anteriores: Zumaia, Amasa-Villabona, Bergara, Zestoa, Lezo, Orio, Irura y Mutriku. Los jeltzales lograron mantenerse como primera fuerza en quince municipios y retener localidades como Arrasate o Tolosa, gracias a una diferencia de apenas 200 votos. En un puño.
Gipuzkoa volvió a evidenciar su bipolaridad entre las dos fuerzas nacionalistas, y un PSE que luchaba por sus feudos tradicionales. El PNV logró 122.016 votos y el 33% de apoyo municipal, y EH Bildu 121.210, un 32,8% del total. El PSE conservó la tercera posición con el 17,1% y 63.146 votos. Preservó Irun, Eibar, Zumarraga y Lasarte-Oria. Elkarrekin Podemos logró 18 ediles y superar los 22.038 votos. Mientras que el PP se quedó como quinta fuerza municipal, con 16.319 votos. Ciudadanos y Vox no lograron representación.
Por lo que respecta a la capital, Eneko Goia (PNV) se reforzó en la alcaldía tras lograr 34.115 votos (35,54%) frente a 20.367 (21,20%) de Reyes Carrere (EH Bildu). Ninguno de los dos ha adelantado si serán candidatos el próximo año.
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