«Javier siempre defendió humanizar Martutene y acercar a los presos»
Asesinado por ETA hace 25 años ·
El 11 de marzo de 1997, un etarra disparó un tiro en la nuca al psicólogo de la prisión donostiarra Gómez Elósegui. Donostia inaugura mañana una placa
Javier era un firme partidario del diálogo, de la convivencia, de la distensión y de la negociación bien entendida. Siempre defendió la humanización de las prisiones y el acercamiento de los presos de ETA. Era absolutamente querido y respetado por todos los compañeros de Martutene y sus reflexiones calaban». Javier del Moral, funcionario de Prisiones y sindicalista de ELA, ahora jubilado, recuerda así a su amigo y compañero en la cárcel donostiarra, el joven psicólogo Francisco Javier Gómez Elósegui, asesinado por ETA en San Sebastián, tal día como hoy de hace 25 años. Del Moral confiesa «el dolor» que aún siente al rememorar aquellos «duros momentos».
A las ocho de la mañana, Francisco Javier salió como cada día de su casa en el barrio de Gros para coger el tren hasta Martutene. En la intersección de las calles José María Soroa y Berminghan, cuando apenas había recorrido 100 metros desde su portal, un terrorista, encapuchado, le disparó un tiro en la nuca. Tres policías nacionales que se hallaban en la zona salieron tras el etarra, Fernando Elejalde Tapia, intercambiaron disparos y lograron reducirlo.
Francisco Javier recibirá mañana un homenaje de su ciudad. Su viuda Mari Carmen Merino, su hija Irene, su hermano Josemi, así como otros familiares, amigos y quienes fueron compañeros de trabajo en la prisión de Martutene, compartieron militancia en el sindicato ELA o docencia en el Instituto Vasco de Criminología, asistirán mañana a la inauguración por parte del Ayuntamiento de Donostia de una placa en su memoria. El homenaje que estará presidido por el alcalde donostiarra, Eneko Goia, será a las 12 del mediodía, junto al número 37 de la calle Berminghan.
«ETA asesina a un militante de ELA activo defensor del acercamiento de presos», tituló este periódico en su portada del día siguiente del asesinato. Francisco Javier era todo eso y más. Había estudiado Empresariales, por tradición familiar, pero su verdadera vocación era la Psicología. Se licenció en la UPV y opositó a funcionario de Instituciones Penitenciarias para poder conseguir cosas trabajando desde dentro. Creía en la rehabilitación de los reclusos, reclamó la transferencia de Prisiones y hasta puso en marcha un curso de euskera para trabajadores en la cárcel de Martutene. Se apuntaron más de treinta.
La doctora Gema Varona, compañera de docencia en el Instituto Vasco de Criminología de la UPV, siente una pena enorme de que «no hayamos podido disfrutar de él más tiempo» y asegura que «estamos muy agradecidos por todo lo que hizo. Era una persona muy comprometida con los derechos humanos». El Instituto instauró un premio en su memoria.
Donostiarra de León –ciudad a la que se marcharon sus aitas por trabajo, él de Salvatierra y ella de Tolosa–, se casó el 20 de marzo de 1993 con Mari Carmen, 'Kixku', a la que conquistó con una rosa y un poema de José Agustín Goytisolo que versionó: «Palabras para Julia, aunque tú te llames Mari Carmen...». Tuvieron una hija, Irene, que hoy se dedica también a la Psicología. Al poco de nacer cuando lloraba, la cogía en brazos y la paseaba para calmarla mientras le tarareaba la Marcha de San Sebastián. Algunos de estos detalles más personales forman parte del emotivo retrato que la actriz Mireia Gabilondo trazó de Francisco Javier dentro del programa escénico 'Adiorik gabe', iniciativa de la Capitalidad Cultural Donostia 2016.
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