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Aficionado a la escalada, le gustaba el monte. En ocasiones documentaba en un diario sus escapadas con la cuadrilla de amigos.

«Nada te consuela cuando te quitan a un hijo», dicen los padres de Jorge Díez

José Antonio Díez y Begoña Elorza. Padres de Jorge, escolta de Buesa, recuerdan su infancia y vivencias. ETA le mató con 26 años

Sábado, 22 de febrero 2020, 09:37

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Fue el primer hijo, el primer sobrino y el primer nieto». El nacimiento de Jorge Díez Elorza fue «todo un acontecimiento familiar». Y eso que se retrasó veinte días y el parto fue «complicado». «Cuando le mataron, me decía: Con razón no quería salir, con lo bien que estaba en la tripa de su madre». Begoña Elorza y José Antonio Díez son los padres del joven ertzaina al que ETA arrebató la vida con una bomba el 22 de febrero de 2000 en Vitoria, cuando acompañaba al exvicelehendakari socialista Fernando Buesa. Era su escolta. Tenía solo 26 años.

«Llegó un día y nos dijo que se había apuntado a las pruebas de la Ertzaintza». Era la decimotercera promoción. Tenía 19 años. «De 8.000 fue el 113», apunta Begoña. Sacó la plaza y José Antonio se encargaba de llevarle a la academia. «Yo no pensé en ETA, pero mi padre -abuelo de Jorge-, sí». «¿Pero no sabes lo que ocurre aquí?», le preguntó. «Su idea era dirigir su profesión a grupos de rescate, quizás eso nos tranquilizaba. Pero nunca sabes por dónde te van a llevar los derroteros», asume José Antonio. Al final se formó como Berrozi, la unidad de élite de la Policía autonómica. Aprobó a la segunda. «Venía agotado, se tiraba todo el fin de semana durmiendo», rememora su madre. Estuvo destinado en la comisaría de Deusto (Bilbao) y en Hernani. «En aquella época no podían entrar en cualquier bar. Recuerdo que nos dijo que se habían hecho amigos de un señor de un caserío y que les invitaba a almorzar», revela Begoña.

Tras la ruptura de la tregua de ETA en 1999 fue cuando le asignaron a Fernando Buesa, entonces líder de los socialistas alaveses y portavoz del partido en el Parlamento Vasco. «Desde el Gobierno Vasco se intentó que los berrozis pudieran estar cerca de sus casas. Jorge estaba feliz por volver a Vitoria». Estuvo pocas semanas con el secretario general del PSE alavés. ETA acabó con la vida de ambos. «Nati, la viuda de Buesa, se acercó a nosotros en el tanatorio. Recuerdo que solo repetía: 'No hay derecho, tan joven...'», recuerda José Antonio.

Comiera o no en casa, Jorge siempre se pasaba para estar unos minutos con su madre. Aquel día también. «Me voy que he quedado a las cuatro y media en ir a buscar a Fernando Buesa», se despidió de Begoña. Ella se quedó «un poco traspuesta» con la televisión encendida. Cuando se escuchó el estruendo, «suspendieron la emisión: 'Atentado terrorista en Vitoria'. Llamó por teléfono a su hijo, pero no daba señal. «Casualidad era martes y había rueda de prensa tras el Consejo de Gobierno en Lehendakaritza, que está a pocos metros. Los periodistas se fueron hasta el lugar del atentado al momento, así que enseguida hubo imágenes», evoca.

Begoña reconoció a Jorge por sus zapatos. «No sabía qué hacer. Empezó a dar vueltas mirando a la televisión y al final me fui a la calle corriendo. No sé si cogí abrigo o no, solo recuerdo que llegué calada y que grité: '¡Soy la madre de Jorge!'. Estaba al lado, lo veía a lo lejos». Una patrulla de policía local la escuchó. «Me agarraron y me metieron en una furgoneta», expresa. «¿Dónde quiere que la llevemos?», le preguntaron. «¡A ningún lado. Es mi hijo!», replicó ella. No la permitieron pasar y finalmente la llevaron a casa. «El jefe de Jorge estaba esperándome en el portal. Y yo me encontré en esa situación sola», se emociona.

José Antonio estaba trabajando en la fábrica. «Oye, ha habido un atentado en Vitoria», le comentó una compañera. Pero todavía no se sabía nada. Su hija Lorena le llamó por teléfono: «Creo que es Jorge», le espetó. «Me trasladaron al botiquín y me dieron algún calmante. Unos compañeros me llevaron a recoger a Lorena, que entonces vivía con unas amigas, y de allí directos a casa. Mi cerebro no supo asimilar lo que vino después», asume.

«Se puso chulo»

Echan la vista atrás veinte años y aseguran sentir «vergüenza» por la brecha política que abrió el atentado. «¿Cuál era la prioridad? ¿Protestar contra el asesinato de dos personas y apoyar a sus familias o defender al lehendakari?», pregunta Begoña. Hubo distintas manifestaciones. Una convocada por Juan José Ibarretxe, que movilizó a todo el nacionalismo, y otra, en la que caminaron los allegados de las víctimas, socialistas, populares y miles de personas para condenar el último zarpazo de ETA. Los padres de Jorge no tuvieron fuerzas para asistir. Sí lo hicieron sus familiares. «Mi cuñado se enfrentó con Joseba Egibar, y encima él se le puso chulo. Recuerdo que volvieron a casa destrozados», lamenta Begoña.

Han pasado dos décadas, pero el vacío que dejó Jorge el día que le asesinaron nunca desaparecerá. «He soñado muchas veces que estábamos con él, que nada de aquello había ocurrido», se sincera José Antonio. «Te dicen que pienses en el tiempo que ha pasado con nosotros, lo feliz que ha sido... Pero nada te consuela cuando te quitan a un hijo».

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«Nada te consuela cuando te quitan a un hijo», dicen los padres de Jorge Díez