«Iba cansado pero los ánimos me han ayudado a acabar el reto»

Ibai Uribe completó este lunes un desafío tan físico como emocional: subir 25 veces el alto de Mandubia desde Beasain en bicicleta, acumulando cerca de 300 kilómetros y 9.000 metros de desnivel positivo -el equivalente a ascender el Everest- en menos de 14 horas. Lo hizo coincidiendo con el 24º aniversario del asesinato de su padre, Mikel Uribe Aurkia, jefe de Inspección de la Ertzaintza en Gipuzkoa, a manos de ETA el 14 de julio de 2001 en Leaburu. Tenía solo 13 años cuando su vida cambió para siempre. Este lunes, con 37, convirtió ese dolor en impulso y esa fecha en una cima conquistada a fuerza de pedaladas, memoria y coraje.

El reto, al que Ibai llamó 'Everesting Mandubia', arrancó de madrugada, a las cinco en punto, desde el barrio Salbatore de Beasain. Las primeras subidas las hizo en la oscuridad, con la ayuda de las luces del coche de apoyo que lo acompañaba. «Durante las primeras subidas he tenido el apoyo de un coche, que me iba dando luz, además de seguridad en las horas que todavía no había amanecido».

Ya con la mañana avanzada, fueron muchas las personas que se acercaron a acompañarlo. Algunos lo hicieron pedaleando junto a él -en bicicletas normales o eléctricas-, otros simplemente caminaron tramos o lo esperaron en los apartaderos del puerto o en la venta situada en lo alto del Mandubia. La movilización fue espontánea, generosa y sentida: «Estaba muy emocionado por todas las personas que se han acercado a poner su granito de arena, tanto ascendiendo conmigo en bicicletas, como todos aquellos que me apoyaban durante varios tramos, o las personas que se han acercado al puerto y a Mandubia para darme ánimos».

A mitad del reto, hacia el mediodía, hizo una breve parada técnica para comer algo de arroz, pero no quiso detenerse demasiado: «No quería parar mucho para que las piernas no se endurecieran». La jornada fue larga, exigente, con tramos de soledad y muchos de compañía. A cada repetición, la cuesta se hacía más dura, pero también más significativa. Las conversaciones con quienes le acompañaron en distintos tramos se convirtieron en un pilar para sostener el ritmo y el ánimo: «Durante todas las subidas he ido hablando con los que me han acompañado, algo que me ha facilitado la hazaña y de lo que estoy muy agradecido».

Con las últimas ascensiones, el cansancio era evidente, pero el impulso emocional no se quebró: «A falta de varias subidas, ya acusaba el cansancio de las piernas, pero no he dudado en continuar». La meta estaba clara, y no era solo llegar al número 25. Era demostrar que, igual que ha enfrentado las cuestas más duras de su vida, podía convertir una fecha marcada por la tragedia en una cima alcanzada por sus propios medios.

Pasadas las seis y media de la tarde, con el reto ya cumplido, el ambiente cambió. El esfuerzo dio paso a la emoción contenida. En la cima del puerto, esperaban familiares, amigos, vecinos, autoridades locales y antiguos compañeros de la Ertzaintza que habían querido estar presentes. Juntos rindieron un homenaje a la memoria de Mikel Uribe Aurkia, pero también al gesto de su hijo, que este lunes no solo subió Mandubia, sino que se elevó por encima del dolor.

Fue un homenaje sencillo, sincero y profundamente humano. «No buscaba visibilidad, pero lo que ha hecho Ibai nos ha tocado a todos», comentaba uno de sus familiares. Compañeros de Uribe decían que «fue imposible no emocionarse al ver a a Ibai completar ese reto». Este lunes no solo se subió una montaña. Se honró una vida, se abrazó una ausencia y se celebró el ejemplo de alguien que ha decidido vivir con sentido.

La Ertzaintza también recordó este lunes a Uribe en un acto frente a la comisaría de Beasain, junto a la escultura que recuerda a los agentes fallecidos en atentados de ETA. Se realizó una ofrenda floral y se guardo un minuto de silencio.

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