Voces guipuzcoanas con vientos del Sur
Testimonios ·
Testimonios. El trabajo llevó a tres vascos a iniciar una nueva vida en Andalucía. Hoy hablan sobre qué le pedirían a su futuro presidenteELISA LÓPEZ
Lunes, 6 de junio 2022
José Manuel Urtizberea López conoce bien la comunidad andaluza. Lleva casi más tiempo allí que en Irun, donde nació hace 51 años. A los 27 llegó a Motril por trabajo. Su empresa, una papelera, le envió a la localidad granadina a formarse. Desde el primer momento se sintió bien acogido. Conoció a buenos compañeros que hoy son grandes amigos, y lo que comenzó como algo temporal, terminó siendo definitivo: «Volví a Gipuzkoa, pero me desplacé unas cuantas veces más hasta que la empresa me ofreció un puesto allí, y como las condiciones eran buenas, no tenía ataduras y el clima era fantástico, decidí quedarme en la Costa Tropical». Con el tiempo cambió de empresa y ahora vive en Salobreña y trabaja en Motril, en una pirotecnia. «Soy responsable de administración y control de calidad. Es un trabajo que me gusta, sobre cuando veo el resultado; los fuegos artificiales». Aunque se siente «en casa», echa de menos a su familia, por eso vuelve a Irun en cuanto puede, y si es en San Marcial mejor.
Este ingeniero apasionado de las energías renovables, se declara socialista convencido. Siempre ha votado al PSOE porque se identifica con sus principios: solidaridad e igualdad de oportunidades. Considera que es un partido «centrado que defiende al trabajador pero también al empresario».
–¿Qué pediría al Gobierno que salga elegido el 19 de junio?
–La creación de puestos de trabajo. El turismo es un gran motor económico pero genera empleo temporal, y creo que deberíamos crecer en industria, aunque sé que no es fácil, y buscar otras vías, como las energías renovables. La energía solar, por ejemplo, aquí la calidad del sol es estupenda.
Otra guipuzcoana, Nerea Samperio, también conoce Andalucía como la palma de su mano. Se la ha recorrido de este a oeste desde que a los 22 años salió de Lasarte-Oria, su localidad natal. Y todo por 'culpa' de una amiga: «Cuando acabé la carrera de Periodismo y tras algún trabajo que otro, una compañera me planteó ir a probar suerte a Almería durante seis meses». Y así lo hizo. Llegó y se enamoró del Cabo de Gata, de su luz, «un sitio muy especial, mi lugar de referencia». Esos seis meses se convirtieron en un año. Regresó una temporada a Euskadi, pero el trabajo le llevó de nuevo a Andalucía, donde hoy, a los 49 años, lleva una vida «tranquila y feliz» como profesora de Imagen y Sonido. Y una vida nómada: hoy reside entre Málaga y Marbella, pero años atrás también vivió en Cádiz Huelva, Granada y Córdoba... «El trabajo de docente me permite trasladarme a lugares diferentes, y me encanta hacerlo, conocer las particularidades de cada sitio. Todavía no sé dónde estaré el próximo curso, pero seguro que me sentiré muy bien acogida... Tengo mucha capacidad de adaptación y no me cuesta hacer la maleta», confiesa entre risas. Eso sí, regresa, y muy a menudo, a Euskadi, a pasar tiempo con su familia.
Aunque estudió Periodismo, a Nerea le apasiona la docencia. Como profesora de FP pediría al gobierno que salga hoy de las urnas que «luche» por mantener una educación pública y de calidad, a la que cualquier persona pueda acceder. Por eso, teme la llegada al poder de partidos como Vox que, a su juicio, «tratarían de privatizar la enseñanza o de implantar el 'pin parental'».
«Una tierra de acogida»
Si algo espera del nuevo gobierno es que Andalucía siga siendo una tierra de acogida, amable, que acepte a gentes de todos los lugares del mundo, una tierra en la que el racismo y la homofobia sean una anécdota, una tierra de convivencia de culturas, libre y sin imposiciones. «Este es mi deseo», confiesa Carlos Morán.
De padres extremeños y nacido en Errenteria hace 56 años, este periodista lleva 30 en Granada, donde fue a parar por pura casualidad. «Allí me llevó el trabajo, como me podría haber llevado a otro lugar. Eran principios de los noventa y justo acabé la carrera. En Andalucía entonces no había facultades de Periodismo por lo que hacía falta gente con este oficio. Me ofrecieron hacer unas prácticas, lo consulté con mi entonces novia, y como eran años duros del terrorismo en Euskadi, nos pareció una oportunidad, y vinimos a Granada». Se instalaron y les gustó: el buen tiempo, todo era más barato, «era más fácil vivir». Regresaron a Errenteria para casarse: «Fue un día muy feliz pero amargo, el día que apareció el cadáver de Miguel Ángel Blanco, asesinado por ETA. Una boda llena de alegría y tristeza...». Volvieron a Granada y allí siguen, felices, con dos hijos de 17 y 22 años. Carlos confiesa que se siente ya de allí...