El Alderdi Eguna deberá ser en familia

Sorpresa y mucha emoción. Estas sensaciones le vienen a la cabeza a Bakarne Larrañaga cuando recuerda el 25 de septiembre de 1977. El primer Alderdi Eguna. La primera Asamblea General del PNV de la democracia. 43 años después, rememora ese día como si fuera hoy. Como si el tiempo no hubiera pasado. «Fue uno de esos días que quedan grabados en la memoria para siempre», confiesa. «No esperábamos tanto. Fue una explosión, impresionante. Fue tal éxito de gente: jóvenes, familias con niños, el desfile de los viejos gudaris y dirigentes llegados del exilio junto a afiliados de base disfrutando de un ambiente nacionalista. Ha habido muchos 'alderdi egunas', pero ninguno como el del 77», reconoce esta hondarribiarra que, sin embargo, este año, como miles de simpatizantes jeltzales, no podrá celebrar el Alderdi Eguna tras la renuncia del PNV de conmemorar la fiesta del partido en las campas de Foronda «por responsabilidad» en estos tiempos de alerta sanitaria. «Una decisión que compartimos, lo dejaremos para el año que viene», afirma Bakarne.

En su casa de Hondarribia y junto a su marido, José Luis Ocio, Bakarne reunirá hoy en torno a una buena mesa a toda su familia. «Los mismos que todos los años nos trasladamos a las campas de Foronda a celebrar el Alderdi Eguna», explica mientras revisa unas viejas fotografías que le traen a la memoria infinidad de vivencias.

Recuerda el ambiente festivo y la alegría desbordada de tantísima gente aquel 25 de septiembre del 77. Ella con su marido y cuatro de sus siete hijos. Una avioneta sobrevoló ese día San Miguel de Aralar con una ikurriña pintada en el fuselaje y otra enorme ikurriña de tela que, como una cometa, jugueteaba con el viento. «Esos primeros años mis padres venían con todos nosotros a Aralar. Y cuando veían aquella fuerza y aquella alegría de miles de personas después de tantos años callados, sin poder hablar de política... era como un soplo de aire fresco. Algo emocionante».

Bakarne y José Luis recuerdan también el interminable viaje en autobús desde los pueblos de Euskadi a lo alto de la cumbre: «El acceso fue muy complicado. Los autobuses no podían pasar. Nadie esperaba esa respuesta tan grande. Llevábamos la comida de casa... Mikel, uno de mis hijos, saludó a Juan de Ajuriaguerra, que desde su coche le dijo 'Agur, mutiko'. En aquellos años no se hablaba de política, no podías expresar tus ideas. Intuías, oías cosas. Pero entonces escuchar a Xabier Arzallus, con ese movimiento de péndulo, nos fortalecía en nuestras creencias a todos los jeltzales».

Durante 43 años la familia Ocio Larrañaga se ha mantenido fiel a su cita con el Alderdi Eguna. Salvo en dos ocasiones. En 1981, por sus bodas de plata y, el año pasado, por un viaje que no podían aplazar. Pero sus siete hijos han seguido con el tradicional encuentro. Cada uno con su respectiva familia, pero, eso sí, siempre juntos a la hora de comer. Gorka, el mayor, que en ese primer Alderdi Eguna era tan solo un niño y ahora supera el medio siglo, nunca olvidará la cola inmensa de autobuses que no podían avanzar, tampoco cómo sus padres llevaban comida para preparar allí las paellas... pero sobre todo el viaje en autobús. «Luego, de más mayores, íbamos desde el viernes a pasar todo el fin de semana con los amigos. Se montaba un camping enorme para acoger a tanta gente», explica.

–¿Y los jóvenes también escuchaban los discursos políticos?

– Sí, claro. El mensaje político te ponía las pilas. Luego montábamos la txozna y a disfrutar de la fiesta.

Su hermana Arantzazu, más joven, iba entonces a un hostal con amigas. Pero con el tiempo pasaron a hacer noche en el camping. La hija de esta, Nagore, de diez años, dice, pizpireta y sonriente, que a ella también le gusta ir a Foronda. Y es que la de Bakarne es una casa con mucha vida, un hogar muy cálido. Llegan unos hijos y otros se van, mientras los nietos no paran, entran y salen. Entre todos rememoran muchísimas anécdotas. Como la de los pollos. «En Iratxe, creo que en el 80, llovió a mares. Acabamos empapados, pero la lluvia persistente no pudo enfriar la euforia... Cada pueblo tenía su txozna y nosotros íbamos con la de Irun. Quedamos en llevar pollos para el almuerzo. No sé si al final hubo más de cien, una barbaridad... y sobraron más de la mitad. ¡Los afiliados de Irun estuvimos semanas comiendo pollo!», cuentan Bakarne y José Luis entre risas. Hoy comerán todos en casa, tras el aperitivo que organizaron ayer a modo de previa. Aunque reconocen que lo de hoy será más como una celebración del Aberri Eguna, «que siempre es más de familia, más recogida».

El Alderdi Eguna ha tenido muchas citas, pero el recuerdo de San Miguel de Aralar sigue latente en la memoria de los miles de simpatizantes y afiliados que estuvieron allí. Bakarne insiste en que ese día fue especial: «Era septiembre del 77, veníamos de unas elecciones celebradas el 15 de junio y el partido no estaba tan fuerte como ahora. Y después del silencio de tanto años, de una represión política que no dejaba a nuestros mayores expresar lo que sentían, y de repente ver a tanta gente que pensaba como tú... fue emocionante, con todos los políticosque asistieron, como Fernandéz de Irujo, Ajuriaguerra». «Esas citas, como todas las demás, son además encuentros para la convivencia. Te reúnes con gente con la que compartes un mismo proyecto», apostilla José Luis.