Mi amigo Fernando me regaló el otro día una libreta cuya portada reproduce una fotografía de 1908 titulada 'Pesado del corcho en la Sierra de ... Cádiz'. Su autor es Francisco Hernández-Rubio. Fernando, que leyó 'La seca', una novela en la que aparecen los corcheros, pensó con acierto que la libreta, comprada en el Museo del Prado, me gustaría. La imagen capta a un adulto y dos adolescentes alrededor de las corchas ya extraídas del alcornoque. Visten camisa y chaleco, y cubren sus cabezas con sombreros. La composición es extraña porque uno de los corcheros da la espalda a la cámara, y en aquella época en la que ser retratado era importante se solía mirar al objetivo. Ahora, en cambio, salir en una foto no significa nada. Hacemos cuantas queramos con nuestros teléfonos, y después las perdemos, las acumulamos en la nube, y no las imprimimos. La fotografía ha dejado de ser un documento, así que habrá que ver cómo se documenta en el futuro que, una vez, pasamos por aquí con nuestros móviles.
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