Donde nace el viento

Fresas

Cuando se come una fresa es difícil no acordarse de Doñana, ese espacio donde confluyen diversas aguas, dulces y saladas, donde el campo y el mar confluyen

Sábado, 22 de abril 2023, 07:05

Cielo y tierra, sol y asfalto; las terrazas se extienden sobre la pequeña superficie de la ciudad. A vista de pájaro, debido a la proliferación ... de parasoles, toldos y sombrillas, parecen campamentos beduinos, asentados en las rutas caravaneras, sobre oasis y vergeles mínimos. Pero no hay desierto, las calles se llenan de gentes que quieren formar parte del espectáculo, sobre todo si es gratuito. «Ser de terraza», la nueva denominación del hombre o mujer actual, habitante de las urbes, surgido tras la pandemia: mitad hedonista, mitad asceta. Se trata de disfrutar del momento, carpe diem, porque el futuro es incierto; pero sin regodearse en la dicha ni abusar del placer, que la tristeza, junto a la melancolía, está al acecho, y donde menos se espera salta la liebre de la angustia.

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Cuerpo y mente están más unidos de lo que se pensaba. Se ha descubierto un lugar en el cerebro desde el que se coordinan las acciones del cuerpo y de la mente, como si de una especie de cuartel general o comité central, tanto monta, se tratase. Todo es cuerpo, hasta lo que se negaba a ser. La razón no se contrapone al corazón; la acción a la pasión. Vasos comunicantes, canales que provienen del mismo río y se van extendiendo, como las raíces del árbol, las venas humanas, las vetas del mineral. Cada acto trae consigo sus consecuencias; cada pensamiento mueve resortes en alguna cavidad del cuerpo.

Proust y la magdalena. Cuando se come una fresa es difícil no acordarse de Doñana, ese espacio donde confluyen diversas aguas, unas dulces y otras saladas, donde el campo y el mar se confunden, las aves encuentran su lugar de reposo, su paraíso, y la hierba forma terrazas de frescura y de verdor. Cuidar y cuidarse, pensando que nada es ajeno. Las abejas que pululan alrededor de los cerezos, enseñando redondos racimos de flores, son artistas que con su habilidad innata convertirán la flor en fruto sabroso y colorido. Pronto dará el jardín fresas salvajes, pequeñas y pálidas. Vendrán los pájaros, los insectos, las lagartijas, atraídos por los frutos.

Somos seres solitarios, pero pocas veces estamos solos. Uno se sienta en una terraza, si encuentra un lugar libre, se acomoda y se dedica a la contemplación de lo que sucede alrededor o, ensimismado, se encierra en su propio yo, a través de la pantalla del teléfono móvil. Lo interno y lo externo confluyen en algún punto; apenas existe la diferencia entre lo público y lo privado. Cielo, tierra, asfalto, aire y mar.

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