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El cielo encapotado daba un mayor toque de dramatismo a la imagen que ofrecía Urepel de todo los montes que le rodean.

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El cielo encapotado daba un mayor toque de dramatismo a la imagen que ofrecía Urepel de todo los montes que le rodean. Fotos: Belauntzaran
Mendira

Urepel, impresionante en blanco y negro

La nieve acumulada se mantiene gracias a las bajas temperaturas ofreciendo una hermosa estampa de los montes y valles en el límite de Gipuzkoa y Navarra

Viernes, 13 de diciembre 2024, 14:25

Ipar sopla suave, pero la ligera brisa que reparte esta gris mañana es fina y cortante. El dios del Norte no da tregua al final del otoño, que ha convertido de golpe en inicio temprano del invierno con una copiosa nevada que en Urepel (1.056 m.) ha transformado sus verdes pastos en un intenso manto blanco de unos 30 centímetros de espesor, impoluto en lo más alto. Solo el paso de algunos corzos, zorros y algunas aves rompe la perfección de la impresionante capa. Impresionante también la estampa que ofrece Urepel de todos los montes y valles que le rodean. El contraste de los bosques de Leitzaran destacan aún más si cabe el blanco de la cima. Las líneas de Aizkorri, Aralar, Izarraitz o los picos de Aiako Harria, Adi, Mendaur, Larrun, Hernio, Gazume, y un largo etcétera nos deja una vez más boquiabiertos por la extrema belleza del blanco y negro con la extensa gama de grises entremedio y alguna isla verde de pastos en el fondo.

Urepel forma parte del macizo de Adarra/Mandoegi al SE de Goizueta (153 m). Las vistas desde esta cima que irradia una energía especial son espectaculares. Altzegi, Ipuliño, Larre, Balerdi, Larrunarri, Aratz, Aizkorri, Mendaur, Ireber, Adarra, Aiako Harria, son solo algunos de los numerosos montes que se pueden ver. Esta semana cubiertos por la nieve caída hace unos días, Vistas que lo convierten en un punto perfecto para disfrutar del silencio y la paz que lo rodean. Eso midsmo debieron pensar los habitantes de la zona que eligieron una de sus lomas, así como puntos cercanos, para dar descanso eterno a sus seres queridos. El túmulo de Urepel es uno de los que se han localizado y que forman parte de la estación megalítica que comienza en Ondi y se extiende hasta Mandoegi-Urepel. En total, se han contabilizado 22 monumentos del periodo de Bronce, Calcolítico/Eneólico, Hierro o Neolítico en esta zona limítrofe entre Gipuzkoa y Navarra. Todos ellos están repartidos por tierras de los términos municipales de Andoain, Berastegi, Elduain, Hernani, Urnieta, Arano, Goizueta y Leitza. Esta estación megalítica nace en la cumbre del monte Oindi para ir a discontinuidades por Adarra y girar en ese punto, a Mandoegi y Urepel. Separa los valles de Leitzaran y Urumea. Sube hasta alcanzar los 1.000 m. de Urepel. Es un hito en la distribución geográfica de los elementos prehistóricos de la Edad del Bronce, límite occidental de la expansión de los cromlechs tan habituales en todo el territorio pirenaico, salvo alguna excepción aislada.

Muy cerca al túmulo de Urepel nos encontramos un 'mugarri' que limita los terrenos de Berastegi y Leitza. Una antigua piedra que data de 1691 y hay que considerar como parte de otro monumento megalítico aunque no está catalogado como tal.

Información mide

  • Acceso Para llegar a Leitza seguir la A-15. Pasada la fábrica coger el desvío a mano izquierda.

  • Horario El paseo para completar el recorrido ronda las 2,5 horas. Muy recomendable para realizar a un ritmo tranquilo con niños. Si no se concoe el entorno llevar track

  • Distancia 7,5 km

  • Desnivel positivo 534 m

  • Severidad del medio 1

  • Dificultad orientación 2

  • Dificultad del terreno 2

  • Esfuerzo necesario 2

Desde ese punto las vistas impresionan y mientras el blanco nos rodea e impregna de mucha luz, el negro se adueña de los bosques de coníferas, robles, hayas,... que destacan en la masa arbórea del extenso valle. Un paraíso verde que aparece inerte por las bajas temperaturas y la falta de follaje. Así y todo, la estampa es perfecta y de camio a la cima encontramos algunos de los elegantes trasmochos que permanecen en los alrededores de nuestro punto de partida, Ixkibar. El trasmocho es un árbol podado regularmente a la misma altura para producir madera, forraje o fruta, propio de economías rurales que integraban el aprovechamiento agrícola y ganadero. Los rebrotes producidos por el árbol no eran accesibles al diente del ganado lo que ha permitido compatibilizar el uso de los recursos.

Los baso-mutilak o leñadores de Leitza y la zona conocían los secretos de esta práctica, que históricamente ha sido muy habitual durante generaciones, aunque hoy apenas se practica. Durante duras jornadas los jóvenes varones trabajaban duro para cortar las ramas de los árboles jóvenes, a partir de los 2-4 metros de altura, y dejarlas crecer a lo ancho. Las ramas se cortaban periódicamente, lo que hace que los árboles cogieran su particular aspecto, con troncos gordos y cortos y copas anchas.

Los expertos destacan que esta técnica era utilizada para rejuvenecer los viejos árboles siguiendo unas técnicas ancestrales, que dependiendo de la zona o el país donde se sitúen, se realizan de una u otra manera, pero cuyo objetivo es alargar la vida del árbol. Está constatado que estas técnicas se utilizaban hace 15.000 años en diferentes partes del mundo.

Los expertos en la materia destacan que los trabajos de trasmocheo se realizaban hasta comienzos de primavera, antes de que se moviera la savia, teniendo en cuenta la posición de la luna, así como otros muchos factores que también se transmitían de generación en generación y respetábamos porque así nos lo habíamos enseñado.

Estos ejemplares tienen un gran valor ecológico, ya que los árboles viejos, que en algunos casos rondan o superan los cuatrocientos años, proporcionan alimento y hábitat para multitud de especies. Alcanzan edades muy avanzadas, por lo que muchos de ellos tienen especial valor para la conservación de la biodiversidad. Sus formas son caprichosas en muchos caso, en algunas incluso tenebrosas haciendo que nuestra imaginación nos lleve a ver algunos seres fantásticos. Al parecer, la luz que recibe cada uno de los árboles trasmochos afecta directamente al desarrollo en cuanto a envergadura se refiere del ejemplar así como su longevidad y hoy en día disfrutamos de la belleza de estos tesoros naturales que se encuentran en los alrededores del área recreativa de Ixkibar a unos 8 km de Leitza.

Desde Ixkibar hasta el cielo

Iniciamos nuestro recorrido desde dicha zona de Ixkibar en Lei-tzalarrea, dejando a la izquierda la zona de merendero y tomando una pista forestal sobre el riachuelo que baja con abundante agua. El ascenso es continuo, pero llevadero durante este tramo del recorrido que nos lleva hasta una borda situada a nuestra izquierda durante la subida.

Seguimos en dicha pista cubierta por una fina capa de nieve hasta alcanzar una zona boscosa a nuestra derecha en la que aparece una alambrada que nos servirá de guía hasta comenzar a divisar ya la cima de Urepel como cercana. Las apariencias engañan, porque aunque la vemos próxima antes deberemos superar un desnivel permanente. Las vistas nos distraen en el intento y sin darnos cuenta llegamos al mugarri. Muy cerca observamos una puerta metálica que nos invita a acercarnos a Mandoegi (1.047 m.). La idea nos tienta, pero la falta de tiempo nos disuade de la idea, convencidas de que volveremos en otra ocasión.

Desde el mugarri, toca nuevamente superar el desnivel de la loma. Bajo la nieve imaginamos el túmulo gracias a la piedra que lo localiza, mientras el buzón nos sitúa el punto más alto de Urepel. Una vez allí, solo toca disfrutar de las magníficas vistas.

Ipar nos invita a emprender el regreso que realizamos disfrutando del silencio eterno.

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