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Silencio. El silencio y la tranquilidad rodean la ermita de la Trinidad de Mendaur (1.136 m.). Martín de Cortejarena, párroco de Ituren, solicitó en 1691 una licencia para la edificación de dicha ermita en lo alto de su cumbre y en agosto de 1693 fue inaugurada. Casi un siglo después, en 1781, hubo quien quiso demolerla porque al parecer «servía de refugio a bandoleros y a gentes de oscuros negocios». En Ituren, fieles de la Trinidad, se negaron a cumplir la orden episcopal, llegando el alcalde de la época a encarcelar a los seglares que quisieron ejecutar la orden. Está claro que es importante para los vecinos iturrendarras, pero también de los zubietarras y aurtiztarras ya que en 1963 fue reconstruida tras haber sido derruida.
La historia que rodea a Mendaur está impregnada de leyendas y acontecimientos relacionados con las brujas. De hecho, hay menciones de este paraje como lugar elegido para realizar sus akelarres. Florencio Idoate, historiador y escritor navarro, hace referencia a un documento del año 1625, en el que «se habla de las brujas del monte Mendaurre». Idoate también recogió en uno de sus trabajos sobre la brujería que, «en Ituren se celebró uno de los primeros procesos contra la brujería de Navarra. El proceso se inició en 1525 contra varios vecinos de Ituren acusados de prácticas brujeriles. El lugar elegido para realizar sus aquelarres era el monte Mendaur, el rey de los montes de la comarca, llamado también Abalegui en aquella época. Parece ser que fueron acusados 10 mujeres y 2 hombres, entre las que destaca la llamada Graciache, la Tuerta, de la que se contaban las cosas más singulares. Los principales encartados fueron sometidos a tormento de agua en Pamplona por su justicia. Tuvieron suerte estos acusados ya que los jueces reconocieron su inocencia».
Fuera como fuese, Mendaur fue y sigue siendo un punto respetado y querido por los vecinos de Malerreka y los valles cercanos, así como punto de referencia para los mendizales que ajenos o no a las leyendas y ritos ancestrales la visitan.
Visitarla es un privilegio que nos permite impregnarnos de la buena energía y la magia que la rodea. Además, siempre descubrimos alguna leyenda como la que cuentan los habitantes del valle que aseguran que «quien busque o quiera pretendiente, debe darle tres vueltas a la ermita y después lanzar una piedra al tejado». Una de las muchas leyendas que permanecen en el tiempo entre las gentes de Malerreka. Una de las que guardan en su memoria popular y transmiten de generación, sabedoras de que en sus venas corre la sangre de aquellas mujeres conocedoras de todo tipo de fórmulas naturales que les salvaban de enfermedades, maleficios y otros daños. Tal vez por eso, este fin de semana, cumpliendo la antigua tradición los joaldunak saldrán a las calles de Ituren, Zubieta y Aurtitz y harán resonar los joare, para despertar a Amalurra y alejar así lo malo. No será la primera vez que los hagan ya que en Navidades se pudo escuchar el estremecedor sonido de los joareak (cencerros).
Acceso Acceder a Doneztebe y desde allí a Aurtitz. Una ruta señalizada nos lleva a Mendaur.
Horario El recorrido desde el embalse hasta la ermita de Mendaur pone a prueba a cualquiera durante un par de horas. Aunque no es larga, es exigente dada la pendiente.
Distancia 5,5 km
Desnivel positivo 561 m
Severidad del medio 3
Dificultad orientación 2
Dificultad del terreno 2
Esfuerzo necesario 3
Un escalofrío recorre el cuerpo de muchos de los asistentes al ver arrancar a los joaldunak el lunes de carnaval desde Zubieta, después de haber cumplido con el ritual de dar varias vueltas en la plaza del pueblo. Un momento que genera gran impacto entre los visitantes que se acercan por primera vez, así como entre los que repetimos.
Los joaldunak hacen sonar las 'pulumpak' (de entre 10 y 12 kilos de peso), ataviados con sus enormes y vistosos ttuntturroak o sombreros cónicos del que cuelgan cintas de diferentes colores, sus enormes pellizas realizadas con la lana de sus ovejas latxas, sus largos hisopos con las crines brillantes de sus caballos,... luciendo sus elegantes combinaciones impolutas, sus pañuelos multicolores, sus calcetines de lana, sus albarcas, sus atorras (camisas) de cuadros en el caso de los iturrendarras y blancas en el caso de los de Zubieta yAurtitz... Elegantes, eso sí y cuidando cada uno de los detalles de su atuendo, tan importante para ellos.tanto como llevar bien atados los cencerros a la cintura. Verlos vestirse en los bajos de casa del pueblo, es todo un espectacular ritual en el que la corneta suena para anunciar su llegada o cada vez que deben cambiar el paso, mientras 'Hartza' muestra su fortaleza entre los 'magos' de Malerreka.
Desde la cumbre de Mendaur se escuchará cada vez que los cencerros retumben en el puente de Latsaga, o el viejo camino que une Zubieta con Ituren después de haber pasado por Aurtiz. También en la plaza de Ituren, el lunes o en la Zubieta, el martes. La ruta hasta la ermita de la Trinidad de Mendaur está perfectamente señalizada y nos conduce por antiguos senderos y zonas boscosas desnudas en este momento, en el que descansa antes de despertar de su hibernación.
Nosotras optamos por subir desde el embalse a Mendaur. Las marcas blancas y rojas nos acompañan en todo momento y mientras avanzamos tranquilamente por la pista forestal hasta la borda disfrutamos del ruido del riachuelo. Al llegar al refugio de los animales tomamos a la izquierda donde comienza la pendiente que no nos da tregua hasta casi alcanzar el collado de Buztitz donde nos encontramos el menhir. A partir de ahí, según la señal vertical queda un kilómetro para alcanzar la cima. Un kilómetro en el que encontramos bastante barro y piedras, así como un hilo de agua en muchos puntos que dificultan nuestro paso. Nos lo tomamos con calma, más por la pendiente que por el resto de cuestiones, pero sabemos que merece la pena el esfuerzo.Mendaur no defrauda nunca, siempre recompensa el esfuerzo de subir hasta su ermita o buzón.
Conforme subimos aprovechamos para disfrutar de las magníficas vistas que nos muestran gran número de cimas entre las que rápidamente situamos Mendieder y Ekaitza. Son solo dos de los montes del circo de Arantza, aunque Aiako Harria se muestra al fondo, al igual que Larhun.Al otro lado, numerosos montes navarros con los picos de los Pirineos al fondo, fondo. Espectacular, de verdad aunque el paisaje oscuro del duro invierno se impone en el bello cuadro paisajístico que nos muestra Amalurra que como cada 'hilbeltza' (enero y literalmente, mes negro) permanece inerte. Los joaldunak despertarán este fin de semana el espíritu protector de la tierra.
Antes de llegar a la cima debemos atravesar el paso entre las grandes rocas compactas que protegen el acceso a la querida ermita de la Trinidad. Un buen número de escalones nos ponen a prueba mientras el viento nos azota con fuerza. Una vez en Mendaur buscamos resguardo en el interior del templo de montaña, donde también existe el refugio.
Después, aprovechamos para lanzar una piedra al tejado y rápidamente volvemos por el mismo camino a nuestro punto de partida. Ipar nos invita a desistir de nuestro propósito de acercarnos a Ekaitza y Mendieder. Otra vez será.
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Mikel Madinabeitia | San Sebastián
Mikel Madinabeitia | San Sebastián y Oihana Huércanos Pizarro (Gráficos)
Josu Zabala Barandiaran
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