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Una densa capa de niebla cubre el fondo del valle de Leitzaran, mientras un ligero manto envuelve los hermosos terrenos que albergan los caseríos de Berastegi. En un lugar privilegiado se encuentra la discreta ermita de San Sebastián. Una sencilla edificación de piedra que resalta por su opulencia, pero siempre se muestra impresionante sobre la loma que la erige, en la verdadera joya que es. Un halo de misterio rodea a este templo de montaña, y tal vez, sea solo nuestra imaginación, pero siempre nos transmite la sensación de que en su silencio guarda numerosos secretos de todos aquellos que por una razón u otra se acercaron hasta ella. La niebla que la rodea la hace esta fría mañana aún más especial, como la energía que alberga junto a ella.
Berastegi cuenta con diferentes ermitas. Muy cerca de la de San Sebastián se encuentra la de San Antón, al que tanto veneran los berastegiarras siendo el protector de sus animales. A unos kilómetros, en la cima del monte Larre (808 m.), no muy lejos, se encuentra la principal, para los lugareños, o al menos la más mencionada como suya, la ermita de San Lorentzo, patrón de sus fiestas allá por agosto. Hasta este templo se acercan, cada año el 10 del veraniego mes, los vecinos de Berastegi donde, además de la tradicional misa, se realiza anualmente un opulento hamaiketako.
Lorenzo Eraso es uno de los habituales en los alrededores de Larre, Gorosmendi y otras cimas de Berastegi. A lo largo de su vida, habrá subido cientos de veces hasta el buzón de Larre y esta semana, no falló en su propósito de «echar un vistazo» tras los fuertes vientos y abundantes lluvias caídas el miércoles y jueves de esta semana.
Acceso Para llegar a Berastegi la mejor opción es tomar la autovía A-15.
Horario El recorrido se puede realizar en dos horas y media a un ritmo tranquilo. Con buen tiempo las vistas son magníficas. Recomendable para realizar en familia.
Distancia 9,57 km
Desnivel positivo 547 m
Severidad del medio 2
Dificultad orientación 2
Dificultad del terreno 2
Esfuerzo necesario 2
El berastegiarra reconoce junto a la ermita que «por este punto pasan todos los vientos cuando soplan y lo hacen con fuerza, o al menos se dejan sentir».Eraso reconoce que «la ermita de San Lorentzo es especial, me pusieron su nombre en su honor» y tal vez por eso, se encarga de mantenerlo «txukun». En seguida se percata de que el viento ha desprendido varias tejas del tejado y al entrar en su interior una mancha de agua deja a las claras la presencia de alguna gotera, cuestión que preocupa al berastegiarra, porque su empeño en cuidar de una de las joyas de la localidad es palpable al hablar de su estado, mientras repasa el sencillo retablo policromado con dos columnas dóricas y en una hornacina central la talla del santo con una gran parrilla en sus manos, a cuyos pies se amontonan clavos de diversos tipos y tamaños.Ante el retablo observamos el altar labrado en madera, que nos recuerda a una 'kutxa' de caserío o su preciosa y única campana. Impresionante en la que en 1917, fue fundida por Hijos de Murua de Vitoria, como señala la inscripción: «Domingo Salveridi e Hijos. Berastegi», y en la franja interior: «San Lorenzo año 1917».
Llama la atención el exterior de la ermita de San Lorentzo al encontrarse protegida por un precioso hayedo plantado en 1917, aunque «Luis Murugarren cita la existencia de una primera referencia escrita del templo de 1541, aunque un documento de 1741 sabemos que se hacían rogativas por las que se pagaban 6 reales al capellán y 2 al cantor». Según documentos religiosos de la villa, «en 1620 se realizan en ella procesiones y letanías. En 1731 murió la serora de la ermita Serafina de Aranalde sustituyéndola Catalina de Aranalde. A esta le sigue en 1744, por Beatriz de Arrúe. A su muerte, en 1751, los patronos decidieron que, en lo sucesivo, la misma serora atendiera a la vez la ermita y la parroquia de San Martín Obispo del pueblo. En 1760 nombran como serora única para ambos templos a María de Berastegi, natural de la villa. Las seroras vivían en el casco de la villa, en la casa Gracienea», destaca en un artículo José Luis Erquicia.
Según recoge este estudioso, «a decir de Domingo Irigoyen, existía ya en el siglo XV. Lope Martínez de Isasti cita en 1625 en su 'Compendio Historial de la Provincia de Guipuzcoa' que en dicha jurisdicción de Berastegi se encontraban las de 'San Sebastian y San Lorenzo' hermitas devotas con hermitaños». Dicha ermita se trata de un edificio rectangular que está dividido en dos partes: «la ermita propiamente dicha y un refugio adosado. Su altar está orientado hacia el Este. Una puerta de entrada en arco de medio punto y dos aspilleras estructuran su fachada derecha. Se aprecia sobre el hastial norte restos de su primitiva espadaña, mientras que una segunda espadaña destaca encima de su hastial posterior sin campana. Esta se conserva en el interior de la ermita desde 1981».
Durante generaciones los vecinos del caserío Zamargin se han encargado de su cuidado. En 2014, los miembros de esta familia junto a otro vecino se encargaron de renovar su tejado y adecentar su exterior. Además, renovaron la imagen de San Lorenzo, deteriorada por el paso del tiempo y la humedad. Así da fe una pequeña placa en la pared.
Aparcamos tras pasar bajo la A-15, en un lateral de pista ancha de hormigón.Ahí comienza nuestra ruta, sencilla, pero bonita donde las haya. La pista de hormigón nos dirige sin ninguna dificultad hasta el collado de Gorosmendi, al que accedemos de manera tranquila, escuchando el ritmo de los riachuelos que han surgido tras las abundantes lluvias. Silencian incluso el ruido de los camiones y vehículos que transitan por la autovía que transcurre a un lado. Continuamos por la pista hasta que alcanzamos el collado y vemos un panel informativo que nos indica la presencia de monumentos megalíticos en la zona. Optamos por subir por la pista hasta Larre. Las antenas de telefonía nos guían a la hora de localizar su ubicación, mientras las zonas despejadas tras haber derribado los árboles de las lomas cercanas a la pista. Un auténtico lujo ver Eldua y restos de localidades de Tolosaldea que nos nuestra la perspectiva bajo el fino manto de niebla que dibuja un hermoso y bucólico cuadro.
Sin darnos cuenta alcanzamos la cima, en la que nos encontramos incrustados en una roca rojiza, un buzón en forma de cohete y otro de casa que nos parece simula a un caserío. Enseguida alcanzamos la ermita de San Lorentzo, rodeada de las hayas con sus brillantes mantos de musgo. Bajamos siguiendo el sendero marcado para la Negu trail que se disputa mañana hasta alcanzar nuevamente el collado de Gorosmendi. Desde ahí, siguiendo las señales verticales, comenzamos el ascenso por una zona de pasto en la que el agua corre por doquier. Alcanzamos la zona alta y siguiendo sendero nos adentramos por el bosque de coníferas hasta llegar a una zona más abierta que nos conduce hasta la señal de 'Ipuliño'. Toca subir y no está fácil el asunto, dada la humedad y el barro que presenta el terreno.
Alcanzamos el buzón de Ipuliño y disfrutamos de las vistas, antes de emprender el descenso hasta el punto de partida. Ha vuelto a ser un placer.
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Beñat Arnaiz | San Sebastián y Javier Bienzobas (Gráficos) | San Sebastián
Martin Ruiz Egaña e Izania Ollo (Gráficos) | San Sebastián
Miguel González | San Sebastián y Oihana Huércanos Pizarro
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