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Rojos, verdes, azules... destacan en la paleta de colores que nos ecnontramos en Labetxu.

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Rojos, verdes, azules... destacan en la paleta de colores que nos ecnontramos en Labetxu. Fotos Belauntzaran
Jaizkibel

Labetxu, el bello valle de los colores

Un interesante paseo por este valle a los pies de Jaizkibel nos descubre un conjunto escultórico natural precioso y sorpendente

Viernes, 9 de septiembre 2022

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El poder del Cantábrico suena con fuerza en cada una de las olas que golpean la línea de tierra. Jaizkibel permanece atento a cada al ritmo que marca cada una de esas olas, mientras el tiempo con su cincel, el agua salada, va dando forma al litoral guipuzcoano. El enfurecido mar, en ocasiones y tranquilo, en otras, se ha encargado de crear un escenario rocoso con unos colores increíbles a lo largo del litoral que parte de Hondarribia, y que se conoce como Labetxu, el valle de los colores. La joya de Jaizkibel.

Jaizkibel, que cuenta con una extensión de 2.470 hectáreas, goza desde 2013 de las medidas de protección que le otorga su declaración como Zona Especial de Protección (ZEC) de la Red Natura 2000, por los valores que este enclave contiene en lo que se refiere a hábitats, y especies de fauna y flora silvestre presentes en los anexos de la directiva de hábitats. Desde el punto de vista geológico, Jaizkibel es un lugar que suscita un interés especial. Siendo una cordillera compuesta, sobre todo, por rocas areniscas, esas rocas se han ido erosionando a causa del viento y del mar, y así se han formado las rocas de formas y colores tan conocidos, los abrigos que han tenido una gran importancia histórica, y estructuras singulares como los paramoudras.

Además, son numerosos los elementos bióticos destacables. La situación geográfica del monte, su relieve, su clima y otros elementos han hecho que Jaizkibel se haya convertido en una zona de gran biodiversidad. La cordillera alberga 12 hábitats protegidos por la Unión Europea, así como numerosas especies.

Rincón único

La línea de costa que parte desde Hondarribia y los expertos limitan en Orio, contiene extraordinarias formas geológicas que están siendo estudiadas por investigadores de la sociedad Aranzadi. El catálogo de formaciones areniscas, datadas hace 40 millones de años, comprende grutas, oquedades y multitud de macro y microformas, que dibujan un paisaje espectacular en las estribaciones marinas de Ulia, Igeldo y, sobre todo, Jaizkibel, si bien queda en buena medida sustraído a la mirada humana por su inaccesibilidad, lo que explica también su virginal grado de conservación.

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Consultado las publicaciones realizadas por los expertos en este tema de Aranzadi descubrimos todos estos datos que insertamos en nuestro reportaje. Según leemos, las geoformas destacan por muchos aspectos entre los que prevalece por su gran singularidad, unos hojaldres que tienen un metro de largo y apenas unos milímetros de espesor. Si no son únicos en el mundo, sí son de los mejores ejemplos que se pueden observar.

Un elenco de geoformas blancas, amarillas, anaranjadas, rosadas y ocres entre las que se incluyen: estructuras en disco y pilares, laminaciones, nódulos y concavidades, diversos tipos de alveolos, formas en panal de abejas, oquedades, abrigos, grutas y cuevas son los protagonistas del valle de los colores. Entre todos ellos llaman la atención las paramoudras. Tal vez, porque este tipo de formaciones no son usuales y según los técnicos, las de Jaizkibel se consideran las mejor conservadas del mundo. Las paramoudras son formaciones redondeadas formadas por concreciones alrededor de la madriguera de un gusano prehistórico. Pueden alcanzar tamaños enormes de casi un metro de diámetro y varios metros de desarrollo.

Los datos

  • Acceso. Accedemos a Hondarribia para después seguir la carretera GI- 3440 de Jaizkibel hasta alcanzar más o menos, el kilómetro 9

  • Horario: El paseo ronda las cuatro horas con numerosas paradas disfrutando del hermoso paisaje y los bonitos rincones que nos encontramos a lo largo del trayecto.

  • Distancia 9,63 km

  • Desnivel positivo 662 m

  • Severidad del medio 4

  • Dificultad orientación 4

  • Dificultad del terreno 4

  • Esfuerzo necesario 4

Según los expertos, a la acción del agua del mar en la creación de este precioso escenario rocoso se suma la intervención del viento y el agua de la lluvia que han provocado una disolución intergranular. Todos ellos son los responsables de la creación de esta maravillas naturales, que impresionan cuando nos acercamos hasta el litoral y nos inunda el olor a salitre, mientras sentimos la fuerza del viento y el encanto embrujador del mar, que continúa con su melodía recordándonos su imperioso poder.

Formas y colores nos embaucan mientras seguimos el sendero de Talaia bidea. A las formas extrañas de la paramoudras, se suman las llamativas 'colmenas' que nuestra imaginación nos descubre entre las rocas, aunque la paleta de colores rojizos, que recuerdan a la roña, se apodera de nuestra atención. Los óxidos de hierro forman increíbles colores rojizos y zonas concéntricas en forma de bandas y anillos

Paseo impresionante

El paseo por Labetxu nos sorprende por muchas razones, en las que prevalece la belleza de las formaciones rocosas. Nos dirigimos a Jaizkibel desde Hondarribia, siguiendo la carretera que se dirige a Lezo. Junto a la carretera aparcamos y comenzamos nuestra caminata desde un panel ajado ya por el paso del tiempo, que conserva en grande el nombre Jaizkibel. Atravesamos un pequeño paso y seguimos una senda balizada con 2 bandas blancas.

El paso de los humanos ha marcado una senda que de manera sencilla nos lleva hasta las ruinas del caserío Gaztarrotz. Después continuaremos para seguir el camino que nos conduce a través de unas formaciones rocosas por la derecha. A partir de ahí seguiremos el camino hacia la costa.

En esta parte del recorrido seguiremos descendiendo por el borde de su espolón W que conforma la cuenca de Labetxu. Nuevamente por sendero de ganado, entre argoma y abundante hierba. Pronto disfrutaremos del balcón sobre el Cantábrico, mientras ya comenzamos a ver las formaciones rocosas de diferentes tonalidades con sus orificios y agujeros que nos impresionan.

Son parte de la joya natural del litoral guipuzcoano. Para algunos un espacio secreto que alberga el tesoro mejor conservado, monumentos naturales que fotografiamos, siendo conscientes de que nuestras instantáneas no son capaces de recoger toda su belleza.

Avanzamos por el camino marcado por el paso de quienes nos precedieron en el mismo propósito y seguimos las dos marcas blancas que nos conducen de manera paralela al mar, mientras dejamos a un lado un gran pinar. Seguimos descubriendo nuevas esculturas de piedra, hasta llegar a la popular 'concha' que nos impresiona y mucho.

Seguimos el camino que nos acerca a Erentzin desde Lekueta, en la cima del cordal que conforma un nuevo valle. Una bóveda excepcional destaca en esta zona. Después seguimos la senda ascendente que alcanza el paraje Lekueta, para continuar nuestro regreso llegando a la cima del cerro Artzain al lado de la carretera. Desde allí, ya podemos ver nuestro coche, que se encuentra a menos de medio kilómetro. Mientras llegamos hasta él, seguimos disfrutando del impresionante contraste.

Recomendamos realizar la ruta un día en el que el sol no castigue demasiado, dado que realizamos todo el trayecto con pocas zonas de sombra. Debemos acudir dotados de agua, ya que no encontramos ninguna fuente.

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