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Los primeros 100 días del segundo mandato de Donald Trump han sido cualquier cosa menos convencionales. Desde su regreso a la Casa Blanca el pasado 20 de enero, el presidente de EE UU ha desplegado una agenda agresiva en política exterior y económica que ha reconfigurado las alianzas globales y desatado una ola de incertidumbre internacional. Uno de los episodios más tensos se vivió con Ucrania, cuando Trump abroncó públicamente a Volodímir Zelenski y bloqueó temporalmente el envío de ayuda militar a Kiev, lo que generó una tormenta diplomática en Europa y una fuerte reacción en el Congreso estadounidense.
En paralelo, Trump reactivó su estrategia de «Estados Unidos primero» con una agresiva tanda de aranceles global , justificándolo como una medida para proteger la industria nacional y frenar la «dependencia estratégica». Estas decisiones han desatado temores de una nueva guerra comercial global. En estos cien días frenéticos, el nuevo gobierno ha demostrado que no viene a gestionar el statu quo mundial, sino a derribarlo y rehacerlo… a su manera.
Donald Trump juró como el 47° presidente de EE.UU. en una ceremonia cargada de simbolismo político, donde arremetió contra el comité del 6 de enero calificándolo de «instrumento de persecución partidista». Apenas horas después, en un acto sin precedentes celebrado en el Capital One Arena, firmó una serie de órdenes ejecutivas que sacudieron los cimientos de la política estadounidense: indultó a más de 1.500 condenados por el asalto al Capitolio, retiró a EE.UU. del Acuerdo de París y la OMS, rebautizó el Golfo de México como «Golfo de América» e intentó eliminar la ciudadanía por nacimiento, una medida que generó inmediatas críticas jurídicas.
Un juez federal de Washington DC bloqueó temporalmente la polémica orden de Trump sobre la ciudadanía por nacimiento, calificándola de «inconstitucional» y concediendo 14 días para apelaciones. Mientras los equipos legales de la Casa Blanca preparaban su defensa, el Senado confirmó a John Ratcliffe como director de la CIA en una votación récord, y el vicepresidente JD Vance juramentó su cargo con una Biblia sostenida por su esposa, en una imagen cuidadosamente orquestada para su base evangélica.