A la espera del tercer golpe de hongos

Extraodinarios en calidad y cantidad. Además, con un hongo tempranero». Así son calificados por muchos seteros el final de verano y otoño en Gipuzkoa. Boletus, ziza horis, gibelurdinas, champiñones y otras muchas especies brotan por doquier, haciendo las delicias de los aficionados a recoger los preciados frutos del bosque y de aquellos que gozan en la mesa de estos deliciosos manjares.

Tras un primer golpe a finales de agosto, después llegó un segundo que ya ha tocado a su fin, pero hay quien piensa que aún puede producirse un tercero. El hernaniarra Mikel Lasa, experto en el sector de venta de toda variedad de setas comestibles, es uno de ellos. «Creo que este año todavía vamos a disfrutar de un tercer golpe. El tiempo ayuda a que se produzca con la altas temperaturas. En cuanto llueva un poco, estoy seguro de que volverán a brotar».

Lasa explica que «ha habido dos brotes importantes en las zonas en las que ha llovido en Gipuzkoa y Navarra. En estos momentos, el monte está seco y los seteros de la zona de Artikutza, Ataun, Beasain... no están recogiendo tantos hongos como hace unas semanas. Los últimos días he recibido más hongo de los valles navarros de Roncal, de Espinal y de otros pueblos en cuyos bosques se mantiene la humedad de las últimas lluvias».

El hernaniarra señala que «el primer brote trajo mucho hongo, pero el segundo fue más fuerte y la calidad de las setas fue mucho mejor. Sobre todo se recogió hongo de invierno, mientras en el primer golpe fueron especies de verano en castañales y bosques húmedos».

La demanda de boletus y otras especies goza de una buena salud. Esta semana, Lasa ha vendido unos 200 kilos en el mercado y algunos menos en el de Hernani, todos ellos de gran calidad. «El hongo está seco y con un sabor exquisito. Se están recogiendo hongos bastantes grandes y muy compactos y la gente está consumiendo mucho. Algunos compran para comerlos ahora, pero también hay quien los prepara para embotarlos o meterlos al vacío. La calidad del hongo de este año hará que los embotados también estén buenos dentro de unos meses». El precio de los hongos ha variado desde que comenzó la temporada, «empezamos con precios entre los 21-24 euros el kilo los de primera y 12 los de segunda, mientras que ahora están a 28 euros los mejores hongos y a 14 euros el kilo los de segunda».

A los seteros de toda la vida que tienen sus txokos ya localizados y los consideran como reserva personal se les han sumado en los últimos años de manera generalizada la gente que sube a los montes para recolectar hongos con el fin de venderlos, otros que desconocen este mundo y otros más que van a alardear con una foto en las redes sociales. El hernaniarra se queja de la venta por internet. «Yo mismo lo he visto porque me han compartido enlaces de gente que vendía hongos por internet. Eso no es legal. Nosotros necesitamos registros sanitarios y otro tipo de permisos que pagamos para poder venderlos en las ferias y mercados y resulta que hay gente que los vende directamente sin cumplir ninguno de esos requisitos». Y eso «sin hablar de la gente que sube fotos alardeando de todo lo que ha recogido en un día o varios. Kilos y kilos de hongos. Eso no es ético. No se puede permitir porque perjudica a todo el mundo», añade.

Mikel Lasa lleva muchos años recogiendo y vendiendo hongos y reconoce que cada vez hay más gente que hace lo mismo para sacar un dinero, «pero una cosa es una cosa, y otra la de alardear y arrasar con todo lo que pillas en el monte».

El gran número de personas recogiendo setas las últimas semanas en bosques y montes preocupa a los especialistas «por el daño que provoca una recolección masiva a esos entornos naturales». Antton Meléndez, especialista en micología y miembro de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, comparte la opinión de Mikel Lasa en torno a la recogida consciente y ética de hongos y setas. Meléndez destaca que cuando se acude al monte a recoger setas «lo importante es respetar el medio ambiente y cumplir la normativa básica». Empezando por «saber qué especies te llevas a casa» y recogerlas de manera ecológica, ya que «muchas de ellas aparecen rotas y tiradas por los caminos» o, en el peor de los casos, «la gente se lleva un montón de hongos a casa, pero al final se dan cuenta de que es mucho trabajo limpiarlos y cocinarlos y acaban desperdiciados. El buen montañero que recoge hongos sabe los suelos, la geografía, los árboles, la humedad... pero no veo que la gente joven se esté sensibilizando por su protección».

La compra o la consulta de las especies por internet son prácticas que pueden acarrear graves consecuencias. Meléndez reconoce que una cultura como la micológica «está de capa caída», teniendo en cuenta el número de sociedades que cierran o en las que no existe relevo generacional, pero «con las setas no merece la pena jugar, ya que el consumo de una especie no comestible puede provocar graves problemas de salud que llegan a ser irreversibles e incluso pueden acarrear la muerte de la persona o personas que las consumen». El experto micólogo asegura que es necesario «hacer hincapié en que el conocimiento trae consigo la seguridad de no intoxicarse». «No podemos caer en ese hábito atávico de querer comer lo que encontramos en la naturaleza, como si todo fuera bueno», recalca.

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