Los refugios climáticos para hacer frente al calor extremo en verano llegan a Gipuzkoa

Los más de 30 grados que se alcanzaron en Gipuzkoa el pasado día 3 no son más que un aviso de lo que está por venir. Queda algo más de mes y medio para que llegue el verano y, aunque estos días lluviosos que estamos viviendo no parezcan anunciarlo, ya se sabe que nos aguardan jornadas de temperaturas exageradas y que habrá más olas de calor que el año pasado. Por si sirve de consuelo, es probable que el verano de 2024 sea aún más sofocante.

Hay ayuntamientos guipuzcoanos que ya han comenzado a tomar precauciones para hacer frente a posibles olas de calor. El mismo día en el que sus calles llegaban a los 30 grados, Arrasate abrió los parques acuáticos de Santa Bárbara y Villa Amparo. El Ayuntamiento ha adoptado esta medida con un mes de antelación para que sus vecinos puedan tomarse un respiro en las jornadas calurosas.

En San Sebastián, el Ayuntamiento ha diseñado una red de refugios climáticos para que los ciudadanos se puedan proteger del calor. Es la primera vez que este tipo de soluciones, ya habituales en otras ciudades, entrarán en funcionamiento en Donostia. Su principal objetivo es disminuir los efectos negativos que el calor pueda tener en los habitantes de la capital, sobre todo entre los de mayor edad.

Serán 53 exteriores y 36 interiores, y estarán repartidos por toda la ciudad. Los primeros son 300 hectáreas de parques y zonas verdes de Donostia, donde la sombra de los árboles hace más llevadero el calor. Los interiores se ubicarán en bibliotecas, casas de cultura, iglesias, museos, polideportivos, mercados e incluso iglesias.

Los refugios estarán disponibles entre el 1 de junio y el 30 de septiembre. Se recomienda que en los de interior la temperatura sea inferior a 26 grados y contarán con los medios adecuados para descansar y ofrecer comodidad, como asientos, aseos o fuentes. Los espacios serán accesibles para todas las personas, especialmente para los grupos más vulnerables, como personas mayores, niños o personas con problemas respiratorios, y estarán señalizados con indicadores preparados expresamente para ello. Todos ellos mantendrán su función habitual y no ofrecerán atención médica.

A la hora de diseñar esta red de refugios, el Ayuntamiento de Donostia se ha basado en un mapa térmico elaborado por Tecnalia en 2019. Ese año la temperatura máxima promedio en la ciudad osciló entre los 23.4 y 27.7 grados. Los barrios con las temperaturas máximas promedio más altas (superiores a 27 grados) fueron Errondo, en Aiete; Molinao y Eskalantegi, en Altza; Anoeta, en Amara Berri; Añorga, Añorga Txiki, Amasorrain y Errekalde; Infierno, Errotaburu e Itza, en Ibaeta; Martutene, Illunbe y Zorroaga, en Miramón, el hipódromo y Zubieta.

El mapa identifica los barrios de Donostia con los índices térmicos más altos y peores condiciones socioeconómicas, lo que los lleva a estar considerados en situación crítica cuando aprieta el calor. Estas zonas son Amara Berri-Riberas, Loiola y Martutene. «Las olas de calor resultantes de las temperaturas máximas y mínimas más altas les afectarían mayoritariamente», advierte el documento.Junto al mapa de refugios climáticos, también se señalizarán en Donostia una serie de rutas verdes con árboles y sombra que los ciudadanos pueden utilizar cuando hace mucho calor.

La temperatura media del verano en Gipuzkoa presenta una significativa tendencia al alza de 0,3 grados centígrados. Esta tendencia, según un estudio elaborado por Naturklima, «está también relacionada con el incremento del número de días cálidos, olas de calor y noches tropicales en nuestro territorio». El informe señala que los modelos climáticos proyectan que la temperatura del verano continuará aumentando hasta mediados de siglo. En el mejor de los escenarios, la centuria acabará con un incremento medio de dos grados respecto a la referencia climática 1971-200. En el peor, la subida será de cuatro grados.

Las proyecciones también indican una tendencia al aumento en el número de noches cálidas en Gipuzkoa. Se estima que de media aumentarán en más de diez noches al año hasta 2050 y en más de 25 noches en 2100 para el peor escenario. Según el estudio de Naturklima, uno de los factores que explican esta subida son la islas de calor, un fenómeno que se da en las áreas urbanas como consecuencia de la dificultad de disipar el calor acumulado durante las horas nocturnas. «Su causa principal es la mayor acumulación de calor en las zonas densamente construidas, lo que provoca picos extremos de calor en verano que pueden suponer un problema para la salud de la población, especialmente la más vulnerable».

El efecto isla de calor se ve intensificado en un contexto de cambio climático y contribuye el aumento de las llamadas noches tropicales, durante las cuales la temperatura mínima no desciende por debajo de los 20 grados. Este incremento ya puede observarse al analizar la evolución de noches cálidas en Hondarribia, que han pasado de unas cuatro entre 1971-2000 a casi siete entre 1981-2010. Y siguen subiendo a un ritmo de dos por década.

Las temperaturas altas extremas suponen un riesgo para las personas que realizan grandes esfuerzos físicos, como trabajadores que llevan a cabo tareas pesadas y deportistas. Pueden causar problemas de salud como calambres, deshidratación, insolación, golpe de calor. El Gobierno central ha avanzado esta semana que tiene la intención de prohibir el trabajo al aire libre cuando haya alerta roja o naranja por episodios de altas temperaturas.