Ya no quedan margaritas
Tuve una visión y desde entonces he intentado averiguar qué sucederá mañana. He deshojado todas las flores de mi huerto, pero ninguna me ha dado la respuesta
Llevo días deshojando margaritas para saber qué ocurrirá mañana, pero los pétalos una vez me dicen que sí y otras lo contrario, que quizás no ... sea un simple no, o quizás sí, o puede que tal vez, yo que sé. Últimamente estoy que no vivo. Ando desconcertado. Ya no me quedan flores que desmembrar en mi huerto.
Publicidad
Desde que el poso del café me reveló que este 29 de abril es posible, solo posible, porque los posos descafeinados no es que sean muy rotundos, que la bóveda celeste se abra con estruendo de siete trompetas y por ella aparezcan al galope cuatro jinetes seguidos por legiones de ángeles para acompañar a los justos al cielo y a los pecadores al Congreso de los Diputados, duermo más bien poco.
Pero debo decir que el dato del Congreso me dejó ligeramente perplejo, porque a ver qué sabe de política un cortado descafeinado por poco azúcar que le ponga, así que decidí recurrir al vuelo de las golondrinas para afinar un poco más las predicciones. Y ocurrió que, tras varias horas de observación, estos simpáticos y oscuros pájaros que siempre cuelgan sus nidos de los balcones me revelaron que mañana la tierra se abrirá y por entre sus grietas surgirán ríos de roca incandescente que cubrirán ciudades y sembrados, montañas y valles, bosques y palacios, y de entre hirvientes nubes de azufre aparecerán legiones de ángeles para llevar a los justos al cielo y a los pecadores al Senado.
«Es posible, solo posible, porque los posos descafeinados no son rotundos, que la bóveda celeste se abra»
No sé, pero esto último no me acabó de convencer, porque a ver qué saben las golondrinas del Senado, que tampoco es que tenga muchos balcones, así que decidí destripar un bacalao para que sus entrañas me dieran alguna pista sobre lo que sucederá mañana. Y como el pez no estaba demasiado fresco y yo soy de natural sensible, del olor me vino un vahído que me dejó unos minutos traspuesto. Así fue como, en semejante estado de turbación, se alzaron ante mis ojos olas gigantescas que cubrieron la superficie de la tierra hasta ocultar las más altas cimas y de entre las blancas crines espumosas de los mares desbocados se abrió una profunda sima de la que surgió una legión de ángeles para llevar a los justos al cielo y a los pecadores al circo.
Publicidad
Aquella visión ya me convenció un poco más, se ve que poco a poco las brumas del futuro se iban diluyendo. Sin embargo, tampoco le veía mucho sentido a lo de montar un circo el día del juicio final. ¿Se imaginan ustedes a los pecadores haciendo el payaso mientras el mundo se desmorona a su alrededor? Imposible.
«¿Se imaginan ustedes a los pecadores haciendo el payaso mientras el mundo se desmorona?»
Agotados todos los recursos adivinatorios, me decanté por las dubitativas margaritas hasta que me he quedado sin ellas. Ninguna ha contestado de forma clara a mis preguntas, sigo igual de ignorante que al principio. ¿Qué hará del día de mañana un lunes especial, qué sucederá, qué destinos llegarán a su fin y cuáles comenzarán a urdirse, se agrietarán las cúpulas de los templos, caerán los poderosos, ganará el bien, perderá el mal? Necesito respuestas así que, en un último y desesperado intento, he cogido la única lechuga que quedaba en mi huerto y la he deshojado.
Publicidad
Parece que han dado malo para mañana. Quizá llueva, sobre todo por la tarde. El cielo estará cubierto y se esperan máximas de quince grados y mínimas de ocho. Los vientos serán flojos con predominio de la componente norte. No será nada del otro mundo, un día del montón como otros muchos de abril, el de las aguas mil; un lunes de esos que ya amanecen olvidados, sin más historia que la que pueda aportar el paso de las horas. Es lo que dice ella. La lechuga ha hablado.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión