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Lourdes y Olena se abrazan para despedirse antes de que ella vuelva a su casa en Ucrania. ARIZMENDI

«Olena me ha dado mucha alegría»

Programa de acogida de Chernóbil Elkartea ·

Hace tres años que la donostiarra Lourdes Blas participa en el programa de acogida de Chernóbil Elkartea. Ayer se despidió de su niña hasta los meses de verano

Macarena Tejada

San Sebastián

Miércoles, 19 de enero 2022, 06:40

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Lourdes Blas y Olena Severin tienen una conexión especial. Les costó evitar las lágrimas anoche, cuando se despidieron tras pasar unas navidades «espectaculares» juntas. «¡En verano vuelvo!», gritaba la pequeña, de 9 años, justo antes de subirse al autobús de Chernóbil Elkartea en Donostia. Junto a los otros 82 niños ucranianos que como ella pasan temporadas en Euskadi y Navarra, puso rumbo al aeropuerto de Barcelona El Prat, de donde hoy sale el avión con destino a Ucrania, donde reside con su familia y hermanos. Su casa está muy cerca de la antigua central nuclear de Chernóbil, conocida por el fatal accidente de 1986 que aún a día de hoy tiene consecuencias en la salud de quienes habitan en los alrededores.

Por eso participa en este programa. «Aunque no tiene ninguna enfermedad, le viene bien un poco de sol y la comida mediterránea», apunta Lourdes, que siempre que recibe a Olena en su piso de Donostia le lleva un día al dentista y otro al pediatra. «Está perfecta. Las revisiones han ido fenomenal». Cubierto el ámbito de la salud, uno de los principales para la niña, Lourdes y ella han aprovechado estas fiestas para disfrutar de treinta días juntas, después de dos años sin verse. «Por la pandemia, los niños no han podido venir hasta ahora. Unas dos veces al mes hemos hablado por teléfono y también por videollamadas, pero no es lo mismo. Tenía muchas ganas de estar con ella», confiesa mientras le ayuda a preparar la maleta.

El dato

  • 83 niños y niñas de Chernóbil han pasado las navidades en familias de acogida en Euskadi y Navarra. Hoy regresan a sus hogares desde el aeropuerto de Barcelona El Prat tras un mes de desconexión. Anoche se despidieron de sus familias de acogida antes de poner rumbo a Ucrania.

Han ido al parque, a comer y cenar fuera de casa, al cine... «Hemos hecho todos los planes posibles con las limitaciones por la crisis sanitaria», admite. Pero con lo que más ha alucinado Olena ha sido con los días de Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo. El pino, decorado; los regalos, las cenas... «Nunca lo había vivido hasta ahora y le ha encantado».

Lourdes vive sola. Se embarcó en esta aventura de convertirse en familia de acogida junto con su marido y cuando él falleció, no dudó en seguir con ello. «Olena me ha dado mucha alegría, sobre todo en esta situación. Estoy muy agradecida», se sincera. En navidades sus hijos, de 34 y 37 años y ya independizados, regresaron a casa para celebrar las fiestas. Se juntaron los cuatro y fue un momento muy especial para esta donostiarra, que veía cómo la pequeña Olena trataba a sus hijos como si fueran sus hermanos. «Han cogido mucha confianza. Se vacilan, juegan, ríen... Es muy bonito cómo ella ha pasado a ser parte de la familia en tan poco tiempo».

Los dos años que habían pasado desde el verano de 2019 apenas se han notado en el reencuentro de diciembre. «Se le había olvidado el castellano y al principio entenderse era misión imposible, pero se esfuerza mucho y se vuelve a casa con un manejo del idioma muy bueno», para alegría de Lourdes. Así podrá comunicarse mejor con ella en las próximas llamadas telefónicas. No quiere perder el contacto ni que su relación vaya a menos. «Le tengo mucho cariño y ya cuento los días para verle en verano. Olena también siente lo mismo. Tiene ganas de volver a casa para estar con su familia pero no deja de repetir que nos vemos pronto».

A su regreso, seguramente Lourdes le espere con un plato de salchichas con patatas fritas. «Es su comida preferida», ríe, «aunque también le gusta mucho el puré. Es una niña que come muy bien, y cuando hay un sabor que no le gusta, como el de los guisantes, porque no está acostumbrada a tanta fruta y verdura, se lo trituro y se lo come en forma de crema», se enorgullece la donostiarra. Ayer apenas podía despedirse de Olena, pero pronto volverá a tenerla con ella en casa.

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