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La directora de instituto Idoia Pujana, la ministra Isabel Celaá, la rectora Nekane Balluerka, la consejera Cristina Uriarte y la presidenta del Consejo Escolar Nélida Zaitegi. Félix Morquecho

Una lección de Igualdad

DV reúne a la ministra de Educación, a la consejera vasca, a la rectora de la UPV, a la presidenta del Consejo escolar y a una directora de instituto con motivo del 8M

Teresa Flaño

Domingo, 8 de marzo 2020, 07:41

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Isabel Celaá, Cristina Uriarte, Nekane Balluerka, Nélida Zaitegi e Idoia Pujana tienen en común que asumen las más altas responsabilidades en la Educación. Son ministra en el Ejecutivo español, consejera en el Gobierno Vasco, rectora de la UPV/EHU, presidenta del Consejo Escolar de Euskadi y directora del instituto Botikazar de Bilbao respectivamente. La educación está en sus manos. ¿Es casualidad que estas mujeres dirijan las políticas educativas en España y Euskadi o es que la sociedad ha evolucionado? Con motivo del Día Internacional de la Mujer, DV les ha reunido para responder a estas y otras cuestiones, tras un año en el que la Educación ha vuelto a estar en el foco de la actualidad con una reforma educativa en ciernes y el ruido del veto parental a contenidos educativos sobre igualdad y sexualidad. Estas cinco mujeres aplauden los avances en materia de igualdad que se han dado dentro y fuera de las aulas, pero alertan de no dar pasos atrás ante los «discursos ultraconservadores que están llegando» en los últimos tiempos.

A pesar de lo complejo de coordinar sus agendas, todas se mostraron más que dispuestas a participar en un encuentro en Bizkaia Aretoa de la UPV/EHU, donde intercambiaron impresiones sobre un sector muy feminizado. En Euskadi hay algo más de 37.000 profesores no universitarios; alrededor de 27.000 son mujeres frente a 10.000 hombres. La brecha es especialmente importante en Infantil y Primaria, con casi 16.000 mujeres frente a unos 2.700 hombres. En Secundaria la diferencia es menos evidente, unas 10.000 mujeres y 6.700 hombres.

De entrada, las cinco tienen claro que las imágenes que ilustran este reportaje no son fruto de una casualidad. Quizás por su rango es Isabel Celaá la primera en tomar la palabra. «Se debe a la historia. En ella las mujeres no hemos existido porque la han contado los hombres como vencedores que son. En general se nos ha educado para la casa, lo privado, ser agradables a nuestros maridos o padres. Nos han formado para los cuidados. Todo esto también se ha conectado con la educación y la sensibilidad. Hace 35 años, la inmensa mayoría de las mujeres que accedían a la universidad se decantaban por campos de conocimiento relacionados con la educación, la literatura o la filosofía. Esto ha cambiado. Que hoy estemos aquí cinco mujeres es fruto de la evolución de la historia».

Cristina Uriarte comparte la teoría de la evolución, pero opina que «hemos avanzado bastante más» y que «hace años que en el ámbito educativo está cambiando la situación» porque «hace décadas que las mujeres eligen lo que quieren estudiar cuando van a la universidad», aunque reconoce que «otra cuestión es después, cuando se entra en el mundo profesional» y recurre a la universidad como ejemplo porque allí «al principio hay mayoría de mujeres pero después en la carrera investigadora o profesional se invierte».

Nekane Balluerka también habla de la educación como un espacio muy feminizado, sobre todo en Infantil y Primaria, y que el cambio se encuentra en que «cada vez accedemos a más puestos de responsabilidad, hay más ministras, consejeras o rectoras. Las personas que hemos accedido a estos puestos hemos llegado a una negociación dentro de la pareja, con una generosidad por su parte que no se daba antes y que nos ha permitido un desarrollo personal y profesional más equilibrado».

La rectora incluye otra argumentación y es que «los hombres no tienen tanto interés por la educación. Ellos tienen espacios de mayor prestigio social, ingenieras, empresas o centros tecnológicos». Pone una idea sobre la mesa: «La educación es el motor que mueve la sociedad y es importante que haya mujeres en cargos de responsabilidad». Celaá, Uriarte, Zaitegi y Pujana asienten.

Nélida Zaitegi no cree que el hecho de que en estos momentos las directrices de la educación estatal y vasca estén en manos de mujeres sea algo que deba llamar la atención porque «es lo normal si tenemos en cuenta que tres cuartas partes del profesorado somos mujeres, pero lo que sucede es que aunque los hombres son muchos menos, copan los equipos directivos». ¿A qué se debe? La presidenta del Consejo Escolar se responde: «Las mujeres priorizamos el ámbito de lo privado, los hijos, la casa. A un maestro le propones ser director y siempre está dispuesto, una mujer se lo cuestiona más». Por ello reivindica sacar al exterior «los valores que la mujer tiene en lo privado. Cuando eduquemos de verdad, sin ser hombres o mujeres, va a ganar todo el mundo, vamos a ser más completos».

Idoia Pujana también opina que hasta hace unos años las mujeres estudiaban temas relacionados con la educación, «pero hace más de dos décadas ya empezamos a decantarnos por carreras técnicas». La razón de que tradicionalmente la mujer copara la educación se encuentra en que «nos resultaba más difícil encontrar trabajo en la empresa privada y un campo donde se podía trabajar en condiciones laborales equitativas, teniendo en cuenta la valía profesional independientemente del sexo, era el funcionariado de educación o sanidad». Además considera que hay una serie de cualidades que en mundo empresarial se consideran «de chicas» que encajan perfectamente en el ámbito educativo como la empatía, la solidaridad, la preocupación por el bien común...

Ámbito científico

Uno de los temas que siempre sale a la luz cuando se habla de mujer y educación es el bajo número de estudiantes femeninas en carreras enmarcadas dentro de las STEAM, las relacionadas con las ciencias y la tecnología. Pujana entiende que una de las razones es que «las chicas, las adolescentes no ven un uso social de ese tipo de estudios. Hay que poner en valor las características que tradicionalmente nos han asignado. Es lo que intentamos cambiar desde los centros escolares». «Es una parte de la educación en la que se está avanzando mucho», añade a esa argumentación la ministra, «a través de la coeducación los chicos deben dar relevancia a lo privado» y también aboga por una discriminación positiva para que «las niñas y mujeres tengan acceso a los grados técnicos y científicos».

Es esa palabra, coeducación, la clave para que las mujeres tengan un futuro con más opciones. En opinión de Celaá «en general todavía hay una transmisión, intangible en ocasiones, en la que la familia proyecta perspectivas muy moderadas para la niña y esta se retrae». Por ello «hay que cambiar estos roles a través de la educación, tenemos que desarrollar en las niñas y las mujeres el sentido de que tienen capacidad para el pensamiento crítico y para la comunicación».

Desde su experiencia, terminó Químicas hace más de 35 años, Cristina Uriarte asegura que «hemos avanzado más de lo que estamos transmitiendo en esta conversación. Yo no me he sentido un bicho raro por estudiar una carrera de ciencias. Puede que sea una excepción». Insiste que «los problemas se encuentran sobre todo a la hora de buscar trabajo y que la coeducación también debe aplicarse en el ámbito familiar para que la mujer tenga aspiraciones desde pequeña». Considera fundamental que la figura del profesor o profesora sea un referente para la alumna.

Campeón frente a trabajadora

«En muchas ocasiones, de forma inconsciente, a los chicos se les transmite que es un campeón o muy valiente, y si es una chica se le dice qué trabajadora eres. Se nos marca un nivel de autoexigencia que ellos no tienen. Nos vemos obligadas a hacerlo todo bien y por eso no nos atrevemos a dar el salto», indica Balluerka. «Eso lo veo en el mundo universitario. Cuando propones a una mujer muy brillante asumir responsabilidades muchas veces ella misma se cuestiona que no lo va a hacer bien, en cambio chicos menos brillantes se lanzan rápidamente». Además echa en falta referentes femeninos en donde las estudiantes de Secundaria puedan inspirarse. «Se habla de Marie Curie y poco más, pero tenemos nombres más cercanos como la química Martina Casiano o la filóloga María Goyri. En 37 años de la UPV he sido la primera rectora, me considero una persona normal y puedo servir de referencia a otras mujeres».

Zaitegi también habla de la necesidad de referentes y recuerda a sus compañeras que «lamentablemente las grandes reproductoras de los estereotipos de género, que son las creencias que nos hacemos sobre nosotras mismas, somos las madres. En la escuela las maestras dedican más tiempo a los chicos que a las chicas y usan un tono de voz diferente con unos y con otras. Estoy con Cristina (Uriarte) en que hemos avanzado mucho». La presidenta del consejo escolar de Euskadi se autorreferencia cuando pone un ejemplo de un estudio que realizó en 2007 para Emakunde «en el que analicé todos los resultados escolares y aquel año si las chicas hubieran querido no hubiera entrado ningún chico en ingenierías y arquitectura». ¿Por qué no sucedió eso? «Porque las mujeres elegimos carreras que tienen que ver con el cuidado: medicina, enfermería educación. Reproducimos en la cabeza lo que nos han dicho que tenemos que hacer», sentencia Zaitegi, el resto asiente. «Es que no podemos borrar veinte siglos de historia», constata Celaá quien advierte que «hemos avanzado mucho, ¡pero ojo! En cualquier momento puede pararse o retroceder, por eso hay que estar alerta». Esa es una de las preocupaciones de la rectora de la UPV/EHU porque «están llegando unos discursos ultraconservadores. Hay que tener cuidado con lo que viene. Los hombres están viendo que pierden la cuota de poder, que se les está revolviendo completamente la sociedad». La ministra habla del antídoto, «una educación emocional equilibrada».

Retroceso

Relacionado con ese tema, en la conversación también surge la reflexión sobre el veto parental. «Es una objeción de conciencia encubierta y el Tribunal Constitucional ya determinó que no se puede aplicar al ámbito de la educación», indica Celaá. «Estamos en un momento crítico. Hay un grupo político que no habla de igualdad de género sino de ideología de género y de la necesidad de erradicarla de los centros. Se empieza por el ámbito de la educación afectivo sexual pero ya están pasando a otra transmisión de conocimientos relacionados con la transición ecológica y pueden llegar a cualquier otra cuestión. Es muy preocupante. Grupos fundamentalistas han existido siempre, pero como ahora...». A Balluerka le genera inquietud «la gente joven que sigue esos postulados». «Por eso es fundamental que nuestros jóvenes conozcan la historia, para que sepan lo que ha costado llegar hasta aquí», comenta Idoia Pujana. En este sentido todas vuelven a coincidir en que «la educación es el instrumento por excelencia para la igualdad».

La autoexigencia por parte de las mujeres surge en repetidas ocasiones en la conversación. La directora del instituto bilbaíno ve a diario sus consecuencias. «En general los mejores expedientes son de las mujeres. Cada vez nos encontramos más con casos de chicas con ataques de ansiedad. Está aumentando de una forma inimaginable. En nuestro centro damos cursos de antiansiedad y el 90% de los asistentes son chicas. No es por presión del centro, sino presión social, quieren ser perfectas. En carreras como en las ingenierías, que no se controlan tanto porque puedes estudiar ochocientas horas pero te ponen un problema raro y fallas, hay más hombres porque a ellos suspender no les importa tanto, en cambio las mujeres no se quedan satisfechas con una nota por debajo del siete. No todas, pero sufren muchísimo. Por eso prefieren estudiar carreras que saben que metiendo horas van a sacar la nota que creen que se merecen». «No sentir tanta presión, como les sucede a los chicos, también es un estereotipo», añade Uriarte. «La cuestión está en poder realizar nuestro propio proyecto de vida, no convirtiéndonos en hombres, sino manteniendo la ternura, el cuidado, los afectos», apunta Zaitegi y para ello, resalta la consejera, «están los programas de coeducación que apuestan por valores transversales como la solidaridad o el trabajo en equipo». «Hay que tener mucho cuidado porque por el camino se pueden perder a muchas chicas que se ven superadas por la carga que se autoimponen, pero que también les llega desde el centro. A la escuela hay que reconocerle por su valor añadido, no porque llegue a un ranking determinado. Es necesario hacer una reflexión conjunta. Lo más importante que puede aportar una escuela es el sentido crítico, tener criterio, capacidad de discernimiento, más que hacer derivadas», comenta Celaá.

Y de nuevo llegan a la importancia de la Historia. En esta ocasión se retrotraen a la II República cuando, recuerda Zaitegi, «los chicos y chicas estudiaban juntos, en verano los profesores iban a Europa a aprender las últimas metodologías y el primer ciudadano era el maestro. Llegó el franquismo, los maestros se depuraron porque eran progres e innovadores, aparece la Iglesia y se juntan el hambre con las ganas de comer. Tengo la sensación de que el franquismo ha supuesto cien años de retroceso en la educación. No fue nada fácil, tras la Transición romper con los frenos teníamos. La Logse fue un paso increíble, pero la Lomce...».

Conductas machistas

Estas cinco mujeres reconocen que de una forma u otra han identificado conductas machistas en su entorno. «En política sí se ve. Aunque afortunadamente está cambiando. No hay más que ver la cantidad de ministras que tenemos en el Gobierno o de consejeras en las autonomías. Incluso tenemos una generala en el Ejército, aunque esa palabra para describir el rango de la mujer no existe en el diccionario, sino que se define como la mujer de general», apunta Isabel Celaá. Para la rectora de la UPV/EHU es necesario distinguir entre discriminación y desigualdad. Yo personalmente discriminación no he sentido, pero la desigualdad es evidente en la universidad. Tenemos un 25% de catedráticas, un 37% de investigadoras principales, un 32% de directoras de departamento y un 37% de directoras de centro. En cambio en los segundos niveles el porcentaje sube: secretarias de departamento hay un 60%, el mismo porcentaje de vicedecanas... Creo que todas, pero yo me he tenido que esforzar muchísimo para poder alcanzar el rectorado».

Idoia Pujana no se ha encontrado en su carrera con un «no, tú aquí no porque eres mujer», pero sí micromachismos. Cuando hacía el doctorado, la mayoría de las investigadoras éramos muchas mujeres, pero el catedrático era hombre y nos llamaban 'las chicas del doctor...'». «Y sigue pasando», afirma Uriarte, «porque hay ámbitos donde se preocupan un poco más en ser políticamente correctos, pero en otros no se cuidan nada, les sale». Eso se debe, a entender de la ministra porque «a los hombres les gusta mucho escucharse, nosotras en reuniones somos más prácticas y sintéticas. Si no tenemos que aportar algo a lo que ha dicho el anterior no decimos nada».

La presidenta del Consejo Escolar de Euskadi no quiere que el encuentro concluya sin hablar de la importancia del lenguaje «que nos identifica y nos descubre sin darnos cuenta». Se muestra contraria a «hablar todo el rato de niños y niñas, alumnos y alumnas. Hay que hacer un lenguaje más fácil. Si tengo claro y presente a las mujeres no tengo que hacer esfuerzos porque me va a salir. A mí el lenguaje masculino no me incluye. Quitando muchos artículos o utilizando genéricos se hace un lenguaje muy inclusivo. A base de usar, las cosas van cambiando». Nekane Balluerka se congratula porque «ya suena raro y mal cuando alguien utiliza un lenguaje sexista. Hemos avanzado mucho. No sé si en política también». «En política sobre todo, incluso hay un partido (Podemos) que habla en femenino», aclara Celaá y propugna «un lenguaje elegante porque a veces es insoportable estar escuchando continuamente nosotros y nosotras». En los centros educativos hay mucha conciencia del lenguaje, «hay que tener muchos cuidado en el soporte tecnológico porque los estereotipos perduran por las imágenes», explica Pujana. Siguiendo esa línea, Zaitegi recuerda cuando Emakunde le encargó analizar los libros de texto. «Miré todos los Zipristin y no sabéis lo que aparecía. En uno de 6º de Primaria había un hombre pegando a una mujer y en otro dibujo estaba un hombre amarrando a una mujer en la cuadra con las vacas. Hicimos un informe que Emakunde trasladó a las editoriales y se montó un follón. Afortunadamente en el ministerio se firmó una orden en la que decía que había que denunciar esos casos».

Isabel Celaá

«En general todavía hay una transmisión en la que la familia proyecta perspectivas moderadas a la niña»

Ministra de Educación desde junio de 2018.

Consejera de Educación (2009-2012). Antes fue viceconsejera de Educación y vicepresidenta del Parlamento Vasco.

Cristina Uriarte

«Hemos avanzado mucho más de lo que parece. El problema está al salir al mercado laboral»

Consejera de Educación del Gobierno Vasco dos legislaturas.

Doctora de Ciencias Químicas . Fue vicerrectora de Gipuzkoa de la UPV.

Nélida Zaitegi

«Lamentablemente, las grandes reproductoras de esterotipos de género somos las madres»

Presidenta del Consejo Escolar de Euskadi.

Maestra, pedagoga, inspectora de Educación, directora y responsable de programas de innovación.

Nekane Balluerka

«Los hombres no tienen tanto interés por la Educación. Tienen espacios de más prestigio social»

Rectora de la UPV/EHU desde 2017.

Doctora en Psicología y catedrática de Metodología de las Ciencias del Comportamiento.

Idoia Pujana

«Las chicas tienen mayor autoexigencia que los chicos y cada vez hay más casos de ansiedad»

Directora del Instituto Botikazar de Bilbao.

Doctora en Ciencia y Tecnología de los Alimentos por la UPV.

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