Espectáculo pirotécnico lanzado desde la orilla en el verano de 1922. PASCUAL MARÍN / FOTO MARÍN

La calle de la memoria

1965 | Los fuegos desde Alderdi-Eder, «disparatados»

Mikel G. Gurpegui

San Sebastián

Miércoles, 3 de septiembre 2025, 02:00

Este verano se ha comentado mucho una petición de suprimir el lanzamiento de fuegos artificiales y sustituirlo por un más silencioso espectáculo de drones, para ... evitar que molesten a los perros sensibles. Pese a su gran popularidad, a lo largo de los años no han faltado otras voces cuestionando las características o el punto de lanzamiento de los cohetes.

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Por ejemplo, el 3 de septiembre de 1965 EL DIARIO VASCO reprodujo la carta de un lector poco amigo de las pirotecnias. Empezaba así...

«Dentro de unos días se van a reanudar las hostilidades pirotécnicas, ese espectáculo de masas muy del agrado de grandes y chicos... y gratuito, todo lo cual lo hace muy digno de estima».

Lo de «reanudar las hostilidades» tenía sentido en 1965. Recuerden que, como señalamos en otra de nuestras calles de la Memoria el mes pasado, aquel fue el año en que hubo ración doble de fuegos artificiales. Desde el 8 al 14 de agosto, concurso nacional, y entre el 7 y el 13 de septiembre, concurso internacional.

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Hace sesenta años criticaban que los fuegos artificiales se hubiesen convertido en «verdaderos 'missiles' incendiarios» y pedían que, para que molestasen menos al vecindario de la Parte Vieja, se lanzasen desde la isla o la bahía

A aquel lector, la acumulación de colecciones pirotécnicas, y cada vez más potentes, le resultaba molesta...

«La espectacularidad –continuaba la carta publicada hace sesenta años– se ve cada día acrecentada por las nuevas técnicas, pues no se trata ya de quemar simple cohetería sino de lanzar verdaderos 'missiles' incendiarios que cayendo sobre los tejados en cascada cromática producen ¡Ah! la admiración de las gentes».

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«Pero si producen admiración, también causan verdadera inquietud y desasosiego entre el vecindario afectado, especialmente el de la Parte Vieja, ese sufrido 'barrio' donostiarra tan abandonado en orden a la limpieza, vigilancia y ordenación de tráfico».

«Preocupación latente»

Evocaba aquel donostiarra crítico con los cohetes un pequeño incendio que había ocurrido en el monte Urgull, que «gracias a los abnegados bomberos no puso en peligro el barrio de la Jarana». Y consideraba «disparatado a juicio de cualquier persona sensata» mantener los jardines de Alderdi-Eder como punto de lanzamiento.

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«Pero esta cabezonada es tanto cuanto más inadmisible ya que se puede complacer a todo el mundo velando por la Ciudad, quemando los fuegos desde la Isla o en el centro de la bahía, con lo que todos saldríamos ganando y se suprimiría esa preocupación latente en el vecindario».

En cualquier caso, las plataformas sobre el mar o la menor superficie plana de la isla de Santa Clara parecían no cuadrar con lo que también insistían en 1965...

«Ya no se trata de quemar una 'vistosa colección' de fuegos, de aquellos fuegos con sus inocentes cohetes y cascadas, sino de comprobar quién lanza las mayores bombas, que si bien han ganado mucho en espectacularidad son también infinitamente más peligrosas».

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