La calle de la memoria

1954 | La escupidera «nunca será un objeto decorativo y práctico»

«En muchos lugares –señalaba–, las escupideras están colocadas en sitios visibles para que la gente escupa alrededor de ellas sin dar en el horrendo blanco. También existen abundantes ceniceros que parecen estar hechos para que los fumadores arrojen las colillas encendidas contra el suelo, sin dignarse en apagarlas con la suela del zapato. Otros fumadores dejan la colilla en el cenicero, pero no extinguen su fuego, y en ambos casos, al consumirse lentamente el moribundo cigarrillo, suelta esas columnas de humo apestante (...)».

Aseguraba Azcona que «lanzar la ceniza sobre las alfombras es hoy día cosa desgraciadamente frecuente. A pesar de estos males, el uso del cenicero es actualmente imprescindible, sobre todo si se tiene cuidado en vaciarlo de colillas con la debida frecuencia».

O sea, que hace setenta años defendía la necesidad de los ceniceros frente a las escupideras, contra las que se despachaba...

«En cambio, la escupidera nunca llegará a ser, como es el cenicero, un objeto decorativo y práctico en muchos casos. Es antiestética y dice poco en favor de las reglas de urbanidad de un pueblo. Además, los que pretenden hacer uso de ella, fallando lamentablemente 'el disparo', debían ejercitar la puntería en sus respectivos domicilios particulares, para no quedar tan mal a la vista del público. Si se suprimieran totalmente las escupideras, se escupiría mucho menos sobre el suelo».