La calle de la memoria
1923 | Riña entre dos «expendedoras de amor»Ahora y hace un siglo, en San Sebastián hay y ha habido prostitutas. Pero permanecen en la penumbra y rara vez asoman por los medios ... de comunicación.
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Hace cien años sí pasó, aunque tangencialmente, porque dos prostitutas de la calle de la Salud tuvieron una sonada enganchada. Descubrimos así que entonces se usaba para ellas un bonito eufemismo, «expendedoras de amor». Leemos la edición de 'La Voz de Guipúzcoa' del 22 de agosto de 1923, empezando por aquel suceso que titulaban 'Las bravías'...
«María Andrés Antón tiene 24 años y vive en la calle de la Salud, núm. 4, piso cuarto. Inés Navarro Tejero cuenta 26 primaveras y mora en el piso segundo de la misma casa que la anterior. Y ambas a dos ejercen la misma profesión de expendedoras de amor».
1923
Tuvieron que ser atendidas en la Casa de Socorro dos prostitutas que vivían en la calle Salud y que «indudablemente por rivalidades del oficio riñeron ayer a la puerta de su casa y se propinaron una crecida cantidad de golpes, arañazos y otros excesos»
Porque aún (hasta 1946) no existía el DNI, que si no lo hubiesen puesto también. El caso es que María e Inés se enzarzaron en una riña que acabó con heridas...
«Indudablemente por rivalidades del oficio riñeron ayer a la puerta de su casa y se propinaron una crecida cantidad de golpes, arañazos y otros excesos, sin contar con que en las mutuas agresiones intervinieron las lenguas respectivas muy eficaz y escandalosamente».
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Añadían en 'La Voz de Guipúzcoa' que «como las contendientes son bravías de verdad, salieron a relucir en el combate unas tijeras, y hubo lesiones leves, de las que las dos adversarias fueron curadas en la Casa de Socorro de la calle de San Marcial».
Hacerse el sueco
En 1923 acaso no sonase tan raro, pero leído hoy nos deja boquiabiertos que en otro suceso publicado el mismo día se utilizase en tono de broma la nacionalidad de un mendigo. A ver qué les parece a ustedes...
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«Dos amables mendigos.– Martín Olsen, de 29 años, noruego, y Rudolf Larsson, de 37, suecos, ejercían ayer la mendicidad por el terror en la calle de Miracruz. En vista de ello fueron detenidos, y al preguntarles en el Gobierno civil por qué empleaban esas formas descompuestas para mendigar, respondió Rudolf:
– ¡Hombre! Es que me cargan mis compatriotas, y cada ve que pudo y se me hacen los suecos me indigno, sin poderlo remediar».
Pero aquello que era, ¿un suceso, un juego de palabras o un chiste malo?
Lo que no parecía broma era la huida con dinero de la que también informaban el 22 de agosto de 1923...
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«Dependiente infiel.– Don Francisco Cárdenas Pérez, de 72 años, militar retirado, con domicilio en Mayor, 1, principal, ha denunciado a su dependiente Ignacio Gordejuela, de 19 años, que vive en la calle Aldapeta, casa Aspiondi-Amadi, al cual entregó facturas para el cobro por valor de 1.555 pesetas, y que desde el domingo no ha dado razón de su persona». Se sabía que Ignacio había cobrado las facturas pero no su paradero.
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