La lista de la compra de Josetxo para el Banco de Alimentos

El reloj marca las ocho de la mañana. Es un viernes cualquiera. No llueve, lo que supone una alegría para Josetxo. Con mal tiempo las carreteras de Donostia se llenan de coches y su trabajo se ralentiza. Guarda algunas cajas vacías y un patinete para transportarlas –en caso de lograr llenarlas– en uno de los seis vehículos que tiene el Banco de Alimentos de Gipuzkoa para el programa 'Último minuto', del que es voluntario desde enero de este mismo año. Se coloca el chaleco amarillo que le identifica como tal. Es el modelo veraniego, que todavía usaba el día que se realiza el reportaje debido al calor prolongado de este año. El de invierno es naranja. Josetxo se sube a la furgoneta. Como cada lunes y viernes, le toca recorrerse siete supermercados de San Sebastián en busca de excedentes de alimentos. El resto de días otros compañeros le cogen el relevo.

«Comida precocinada a punto de caducar, verduras y frutas que ya no se ven muy bonitas pero que están perfectas para comer, alguna galleta y quizá algo de carne congelada», enumera. Son los productos que normalmente se encuentra y que, después, se reparten a asociaciones y comedores sociales para que los cocinen «cuanto antes». Aparte de la Gran Recogida, es otro de los quehaceres del Banco de Alimentos.

A Josetxo no le hace falta repasar el recorrido. Se lo conoce «de memoria. Incluso podría hacerlo con los ojos cerrados de tantas veces que lo he repetido», bromea mientras saca la 'furgo' del almacén que tiene el Banco de Alimentos en Oiartzun, sede de la entidad en Gipuzkoa y donde guardan todos los productos que recogen tanto en este programa como en la Gran Recogida, así como cualquier otro tipo de donación.

La ruta, en la que DV le acompaña, dura cerca de dos horas y media. «A veces dos horas y tres cuartos». Desde Oiartzun se dirige al barrio de El Antiguo. Ahí es donde se ubica la primera parada, uno de los supermercados más grandes de todo el recorrido, que continúa por Easo, Centro, Amara y Riberas de Loiola. En total siete establecimientos. Al mismo tiempo, otros voluntarios realizan un recorrido similar por Tolosa, Irun, Zarautz y Zumaia. «Seis rutas en total».

No pasa más de cinco o diez minutos en cada súper, lo largo es el trayecto entre uno y otro. «Normalmente los excedentes nos los dejan en los almacenes y en las cámaras de frío, aunque en algún establecimiento están dentro, en la zona de compra, porque cuando llegamos todavía no han abierto». Es el caso del local del Antiguo. Tras aparcar «como se puede», sale del vehículo, entra al súper y recoge una caja. Contiene leche fresca y comida precocinada. «¿Te imaginas la cantidad de alimentos que se echarían a la basura sin este servicio?, reflexiona. «Ahora les damos una segunda vida y los aprovechamos. Gente que de otra manera quizá no tendría qué comer va a poder alimentarse gracias a este programa», añade. «Es un pequeño esfuerzo que merece la pena».

Josetxo se animó a formar parte del Banco de Alimentos de Gipuzkoa después de jubilarse. En su profesión anterior «conducía mucho» y su cuñado le propuso ser chófer dentro del programa 'Última hora'. Han pasado ya diez meses desde entonces. Atrás quedó el «caos» del primer día, cuando tardó casi el doble de lo estimado en hacer el recorrido por Donostia. «Me paraba en la puerta de los establecimientos porque no sabía que había zonas específicas, no sabía por donde tenía que entrar... Ahora ya me conocen todos», explica. En este tiempo se ha encontrado con todo tipo de situaciones. «A veces incluso me he topado con basura en las cajas recogidas», apunta. Se refiere a «alimentos que no se pueden comer. Todo se pesa y se separa por categorías en el Banco de Alimentos. Si vemos que alguno ha metido productos en mal estado, se les llama para decírselo. No puedes donar algo que no te lo fueras a comer tú. Otra cosa es que no se pueda vender porque la fecha de caducidad apremia».

Bajo el lema 'Juntos contra el despilfarro', decenas de voluntarios se encargan de rescatar los alimentos que aún se pueden comer antes de que sean echados a la basura. «Todos los días hay pedidos. Los alimentos que se recogen una mañana se entregan la siguiente, y así sucesivamente. Los productos del viernes se preparan para el lunes». Puede haber días que en algún supermercado no haya ningún excedente. Ninguna caja. Nada que recoger. Sin embargo, «no es lo habitual». Es más, cada día, la furgoneta que recorre Donostia lleva al Banco de Alimentos en Oiartzun una media de 50 kilos. Si se multiplica por cinco, son unos 250 kilos de excedentes recogidos en una semana solo en San Sebastián. El día en el que se hizo este reportaje se recolectaron un total de catorce cajas con envasados de verduras, pastelería, pizza, precocinados, fruta fresca.... «Y los lunes suele haber muchas más, porque se acumula lo del viernes y el sábado».

Son las diez y media. La furgoneta de Josetxo llega de nuevo al almacén del Banco de Alimentos en Oiartzun. Está «bastante llena». En cada caja se observa un papel con el nombre del supermercado al que pertenece. «Hay que llevar todo bien apuntado. Cualquier cosa, tenemos que saber quién nos ha dado cada alimento», explica este voluntario, que tras las horas de trabajo deja los excedentes en la zona acondicionada para ello, se quita el chaleco, aparca la furgoneta y se dirige a tomar un café rápido, antes de continuar con sus labores de voluntariado. No hay tiempo que perder.

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