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Aunque la inclusión es un principio fundamental del sistema educativo y se han dado pasos importantes en este ámbito, la realidad sigue dejando fuera a quienes más lo necesitan. Es el caso de Úrsula, una niña de Azkoitia con una discapacidad del 93%, que no podrá asistir a la excursión programada por su centro para mañana y el viernes, a menos que se encuentre una solución de última hora.
Úrsula no podrá viajar con sus compañeros a Hondarribia porque no hay cuidadores disponibles para atenderla. Su madre, Inma Urteaga, ha hecho todo lo posible para que su hija disfrute de la salida como cualquier otro estudiante de Segundo de la ESO. «Úrsula cuenta con educadores en el centro, pero estos no están obligados a acompañarla fuera de su horario laboral», explica.
Ante la falta de personal para su cuidado nocturno, la única alternativa que le han ofrecido es que regrese a casa en ambulancia para dormir, mientras sus compañeros pernoctan en el destino. Al día siguiente, volvería a unirse a la excursión del mismo modo. «Es una medida que, además de limitar su experiencia, refuerza la exclusión innecesaria», denuncia su madre. «¿Por qué tiene que ser castigada? ¿Por qué no se garantizan los recursos para que todos los niños puedan participar en igualdad de condiciones?», se pregunta con indignación.
Para Inma, esta situación no solo es discriminatoria, sino que atenta contra los principios de equidad e inclusión que el sistema educativo promete garantizar. «No es una adaptación razonable, sino una exclusión encubierta».
Por ello, la familia exige que Úrsula cuente con los apoyos necesarios para disfrutar de una educación inclusiva sin que se vulnere su derecho a participar plenamente en las actividades escolares. Piden que se adopten soluciones para que no la aparten del grupo.
El tiempo apremia. Inma ha presentado su queja ante el Ararteko y ha contactado con el Departamento de Innovación Educativa de la Delegación Territorial de Gipuzkoa, donde le han asegurado que «harán todo lo posible» para solucionar el problema. Sin embargo, con la fecha de la excursión cada vez más cerca, su esperanza se desvanece.
Este incidente es tan solo uno más en las barreras que Inma se encuentra en su vida diaria en la escolarización de Úrsula. El día a día de Úrsula e Inma es «muy difícil». Los problemas con la escolarización son cada vez mayores. «Las instituciones permiten la escolarización de niños con necesidades especiales, pero cuando surgen dificultades, no hay medidas correctoras. Y si, por pequeños que sean, no se denuncian, todo el mundo asume que no existen trabas y que todo va de maravilla», se lamenta Inma.
Las barreras siguen «aumentando», impidiendo que todos los niños tengan las mismas oportunidades. «Se nos llena la boca con la inclusividad pero en el día a día tenemos muchos problemas y nadie se da cuenta de las dificultades que pueden conllevar. Los problemas se quedan en casa», asegura esta madre volcada en el bienestar de su niña.
«La inclusión no debería ser solo un ideal, sino un compromiso real con soluciones concretas», concluye Inma, mientras espera con incertidumbre una respuesta que garantice la plena participación de su hija en una actividad escolar que «debería ser para todos y todas».
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Almudena Santos y Leticia Aróstegui
Mikel Madinabeitia | San Sebastián y Gorka Sánchez
Miguel Villameriel | San Sebastián
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