Illari, «lo más bonito de 2021»

Illari María cumple un año de vida con las doce campanadas. Cuando sea mayor, sus padres le contarán que nació en tiempos revueltos. Sin embargo, el álbum familiar está repleto de momentos «muy bonitos» que el covid se ha empeñado en arruinar. «Hemos intentado normalizar la vida lo máximo posible, aunque siempre con el temor y la incertidumbre del virus de fondo», explican los padres de la primera bebé guipuzcoana de 2021, Rubén González y Sadith Poma, vecinos de Aizarnazabal. Su segunda hija iba a llegar al mundo el día de Navidad, pero se retrasó unos días.

«Recuerdo que ingresamos el día de Nochevieja y el pueblo estaba fatal de contagios. Ahora estamos igual de mal, no avanzamos o no aprendemos», lamenta este hombre recién llegado de Perú. Su pareja es de Lima y han disfrutado unas semanas en familia y recuperado el tiempo perdido. Porque cuando Illari vino al mundo no se permitían las entradas y salidas en Euskadi por lo que sus abuelos maternos se perdieron la bienvenida de la pequeña. «No pudieron venir así que no nos quedó otro remedio que presentarla por videollamada», recuerda Rubén, que reconoce que ese momento fue «duro, sobre todo para mi mujer, porque mis padres aunque no les dejaron venir a visitarla al hospital pudieron conocerla cuando bajamos a casa. Sadith andaba todo el día con el 'wasap', llamadas...».

Hasta que en febrero pudieron hacer las maletas y conocer al bebé, abrazarlo y acariciarlo sin pantallas de por medio. «El reencuentro fue muy bonito. Con el primero, Iñaki, que acaba de cumplir 4 años, nació en Estados Unidos y también vino toda la familia, aunque por entonces ni existía esta cosa», bromea Rubén en referencia al virus.

Al igual que a esta pareja, el covid ha forzado a cientos de familias y amigos a perderse los hitos de la vida, entre cumpleaños, bodas, y todo lo demás que ha acabado en conversaciones por Zoom o cancelado. El caso es que los bebés solo crecen, y la oportunidad perdida de ver a un recién nacido dar sus primeros pasos o su primera palabra ya no se puede recuperar. Además, «se le suma el miedo a que se contagie. Me acuerdo que cuando nació nos daba mucho apuro que la gente se acercara a tocarle, estábamos un poco agobiados. No salimos de casa hasta mes y medio después, además que en enero hizo mucho frío».

Illari fue cumpliendo meses al compás de las restricciones que limitaban la vida social. Eso ha resultado «lo más duro» de la pandemia para este aizarnazabaldarra, que no se acaba de acostumbrar a tener que saludar a una distancia de metro y medio o con el choque de codos.

«Quieres juntarte con la gente, ir a comer, ver a los amigos, hacer vida social, vamos, y no puedes. Tratas de no estar en sitios cerrados, de no ir a lugares muy concurridos, pero al final los niños necesitan interacción, salir al parque, a pasear...», afirma. Aunque han intentado que sus hijos crezcan ajenos al covid para evitar atemorizarlos –eso sí, respetando siempre las medidas sanitarias– el virus ha tocado las puertas de casa y ha acabado por arruinar los planes que tenían para celebrar el primer año de Illari. «Mañana íbamos a hacer una comida con toda la familia pero mi hermano ha dado positivo, así que no sabemos cómo lo celebraremos al final, si los cuatro solos o con algún familiar más. Se nos han roto todos los planes», lamenta aún con el 'jet lag' después de 12 horas de vuelo. «Al menos hemos podido estar con la familia de mi mujer mes y medio». Cuenta que en Perú «la gente tiene más respeto al virus. Te obligan a llevar dos mascarillas quirúrgicas o una FFP2 y hay toque de queda desde las once de la noche hasta las 4.00 horas. El mayor se ha portado genial, entiende algo de que hay un virus y hay que respetar ciertas normas».

Ya de vuelta en casa, esta familia recapitula los momentos más felices de un año convulso marcado por una crisis sanitaria sin precedentes. «¿Lo más bonito de 2021? Sin duda el día que nació mi hija», afirma Rubén, que aunque «se planta» con la parejita, anima a que «la gente siga trayendo niños al mundo».

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