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Historias de Gipuzkoa

La pulga del cielo

Un panadero donostiarra, Elías Eguiguren, construyó una avioneta en 1952, conoció el éxito como uno de los mejores pilotos de España y tuvo un trágico final al estrellarse treinta años después en el alto de Gaintxurizketa

Antton Iparraguirre

San Sebastián

Domingo, 11 de febrero 2024, 07:38

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Soñar que vuelas como un pájaro es uno de esos sueños recurrentes que suele estar asociado a deseos y aspiraciones positivas, sentir libertad en la vida. Tal vez ese deseo se encuentra en el trasfondo de un panadero donostiarra que conoció el éxito como piloto de avionetas, y que tuvo un trágico final. Se llamaba Elías Eguiguren y si hubiera sido estadounidense su periplo vital hubiera servido para el guión de una película de Hollywood. Era un piloto intrépido y audaz que amaba el mundo de la aviación y le apasionaban los aviones antiguos, según los compañeros de afición que le conocieron. Paradojas de la vida, tras miles de horas de vuelo por toda la península, en los que no faltaron accidentes de todo tipo, falleció a pocos kilómetros de su domicilio al estrellarse la avioneta que pilotaba. También murió su acompañante, un joven de 17 años de Irun.

Elías Eguiguren era un panadero de San Sebastián a buen seguro conocedor del mito de Ícaro. En 1952 construyó en su negocio, ubicado en la calle Hernani, una curiosa avioneta del tipo 'Pulga del cielo', un prototipo de gran éxito en la aviación experimental. Su creador fue el ingeniero y radio electricista francés Henry Mignet. Lo hizo realidad a finales de 1933 para que los aficionados a la aviación pudieran aprender a volar. Se basó en el vuelo de los pájaros. En menos de un año vendió 10.000 ejemplares de su libro 'The FIyinq Flea' ('La Pulga Volante'), en el que explicaba cómo construirlo.

El fuselaje de la 'pulga del cielo' medía 3,50 metros de longitud (el de Eguiguren apenas llegaba a los 3 metros), la envergadura del ala principal 6 metros, y el plano secundario 4 metros. El ala superior tenía articulado su punto de unión al fuselaje de modo que moviendo la palanca de mando hacia adelante o atrás, se aumentaba o disminuía el ángulo de incidencia, produciendo el efecto de ascenso o descenso.

Elias Eguiguren con su avioneta tipo 'pulga del cielo'. Leto Martin

Su construcción era totalmente de madera y entelado. El motor tenía una potencia de 5 á 25 hp, mientras que la velocidad máxima era de 100 km/h y la de crucero de 80 km/h. Llevaba gasolina y aceite para tres horas de vuelo. El inventor Henry Mignet señalaba que este aeroplano se lo podía construir uno mismo por un coste que no pasaba de 80 libras y en un plazo de tres meses.

Medio millar de aparatos empezaron a construirse solo en Francia, de los que un centenar volaron con éxito. Sin embargo, dos accidentes mortales y otro accidente grave obligaron a las autoridades galas a estudiar su regulación. Pero esto no impidió su expansión en otros países europeos, incluida España.

Henry Mignet en su 'Pulga del cielo'.

El panadero donostiarra Elías Eguiguren fue uno de los que se apuntó a la fabricación artesanal de la novedosa aeronave. El Ayuntamiento de San Sebastián le permitió, al igual que a su amigo y compañero de faenas aeronáuticas, el arrasatearra Lorenzo Alzola, utilizar uno de los hangares del hipódromo utilizado durante la Guerra Civil, para entelar su particular 'pulga del cielo'. Le instalaron un motor de una Harley Davidson y una hélice construido por los dos. La aeronave despegó pero no consiguió altura y se limitó a dar unos pequeños saltitos.

Primera avioneta matriculada en Gipuzkoa

Pero esto no le desanimó. Como escribió el novelista y aviador, Antoine de Saint-Exupéry, en su célebre libro 'El Principito', que tal sirvió de inspiración al panadero donostiarra, «el hombre se descubre cuando se mide con un obstáculo».

Aparte de la 'pulga del cielo', Eguiguren también construyó un biplaza con motor Volkswagen del tipo M.P. de unos 25 H. P., además de algunos otros 'híbridos' hechos por él y por otros mecánicos que utilizaban piezas de todo tipo movidos por el entusiasmo que tenían por la aviación. El panadero aviador fue uno de los artífices de la creación del Real Aero Club de San Sebastián en mayo de 1956.

El incipiente piloto donostiarra adquirió la primera avioneta matriculada en Gipuzkoa, una Jodel 65 (EC-A-00), que más tarde cedió al Real Aéreo Club de San Sebastián. Lo compró junto a Miguel Coca, un mecánico entusiasta de la aviación que construyó su propia avión en 1956, con el motor de un Volkswagen, procedente de una subasta, y los planos del modelo Bebe Jodel.

Un Jodel 65 como el que adquirió Elias Eguiguren junto a Miguel Coca. Francisco Andreu

El fuselaje fue construído en Santander. El aparato no llegó a ser homologado por problemas burocráticos, a pesar de que logró superar las cinco horas de vuelo. Tuvo que ser desguazado al no contarse como un nave con suficiente espacio para su mantenimiento. El motor se montó en una embarcación.

Su primer accidente

La tarde del 4 de noviembre de 1961 Eguiguren sufrió su primer accidente aparatoso. Partió del aeródromo logroñés de Agoncillo con destino a Hondarribia. Volaba sin ningún contratiempo en su Bücker E.3B-537, cedida al Aero Club de San Sebastián. Sin embargo, poco a poco la visibilidad fue decreciendo, hasta el punto de que decidió regresar a su punto de origen. Llegó a la altura de Pamplona y siguió con rumbo SE. La escasez de luz y de combustible, le llevaron a «meterse» en un descampado cercano a la vía férrea, a 4 km. de la localidad riojana de Calahorra.

Eguiguren, primero a la derecha, cuando sufrió el accidente en noviembre de 1961.

Eguiguren participó a partir de la década de los 60 en varias ediciones de la Vuelta Aérea a España y de la Copa del Generalísimo. También era un entusiasta de los vuelos acrobáticos y de los rallyes. En el primer caso, en mayo de 1966 viajaba junto a Juan Marichalar cuando la avioneta se estrelló en la finca 'El Romeral', en la localidad malagueña de Alhaurin de la Torre. Afortunadamente no sufrieron heridas de gravedad.

Un año después adquirió una de las últimas 'Tiger' españolas, propiedad de la Subsecretaría de Aviación Civil y que habían sido dadas de baja en 1963. Una de ellas del Ejército del Aire fue restaurada en la Maestranza Aérea de Logroño y utilizada a partir de 1967 en la escuela del Aero Club de San Sebastián, donde voló activamente hasta el verano de 1971. En esa fecha el panadero donostiarra sufrió un accidente en Pamplona. Según se informó en la prensa, aterrizó en una traidora y no señalizada zanja, que, además de arrebatarle el tren, le ocasionó la rotura de los planos (alas). Al resultar muy difícil y costosa las reparación los restos de la avioneta se vendieron a un «fanatique» francés.

Piloto en una película

Nuestro protagonista contó con una aeronave a la que bautizó como 'La Chelito'. Esta es su historia: Una avioneta De Havilland DH-60G Gipsy Moth (EC-ACN) perteneció a la Aviación Nacional durante la Guerra Civil fue el 30-53, después de finalizada la contienda bélica fue desmilitarizada. Fue matriculada EC-BAV y con la nueva matriculación después del año 1947 tomó la matrícula EC-ACN. Su primer operador fue el Aero Club de Andalucía y el 26 de Agosto de 1966 lo adquirió el Real Aero Club de San Sebastián. Este aparato sufrió graves daños en Cuatro Vientos que no pudieron ser reparables, por lo que el aparato tuvo que ser desguazado.

La avioneta De Havilland DH-60G Gipsy Moth (EC-ACN), bautizada como 'La Chelito'. Francisco Andreu

Eguiguren siguió con sus adquisiciones. El 14 de septiembre de 1966 se matriculó en España la SV 4C EC-AYL para el Aero Club de Barcelona, y cuatro años después llegó otra del mismo tipo, comprada por el panadero donostiarra. Ambas fueron empleadas para prácticas de vuelo acrobático. En el caso de la de San Sebastián mantuvo durante un par de años su matrícula francesa F-BJTK, antes de pasar a ser EC-BZY. El prototipo de la avioneta belga Stampe S.V.4 biplaza en tándem, efectuó su primer vuelo en 1933, equipada con motor de Havilland Gipsy III de 120 hp. y fue sin duda el modelo más logrado de los ingenieros Stampe y Vertongen. (de ahí las siglas S.V.).

La avioneta SV 4C comprada por Eguiguren. Francisco Andreu

La fama de Eguiguren fue aumentando con los años y una prueba es que con su S: V. participó en el rodaje de la película '¿Qué nos importa la revolución?. Coproducida por Italia y España, este 'spaghetti western' dirigido por Sergio Corbucci se rodó en 1971 y se estrenó un año después. La sipnósis era que durante la revolución mexicana, un actor de teatro italiano es utilizado sin saberlo por los rebeldes, para transportar armas en los cestos del vestuario de la compañía. Un sacerdote amigo suyo también se ve involucrado en los líos del actor. Y así, la pareja se ve inmersa en las acciones de los federales y los rebeldes. Sufren incluso el ataque de varias avionetas. Estaba protagonizado por Vittorio Gassman, Paolo Villaggio, Riccardo Garrone y Eduardo Fajardo, entre otros actores. La música era del inolvidable Ennio Morricone.

Imagen -

El verano de 1973 Eguiguren tuvo otro susto cuando surcaba el cielo sobre el monte Jaizkibel, acompañado por el piloto catalán Isidro Bohigas -secretario en aquel entonces del Real Aero Club de San Sebastián- tuvo que realizar una toma forzosa en una de sus laderas, consiguiendo con gran habilidad mantenerla intacta. Su pericia evitó daños personales.

La avioneta con la que se estrelló Eguiguren en Jaizkibel. Francisco Andreu

Según se publicó en la prensa, desmontada y rescatada por un helicóptero que pilotaba el teniente coronel Eduardo ('Fefo') Saavedra, quisieron los hados que su primer vuelo «de pasajero» fuese también el último, pues si bien en una primera etapa el motor y fuselaje del avión fueron trasladados con todo éxito a Hondarribia, en la segunda, que llevaba la parte más ligera, los planos (alas), comenzaron éstos a oscilar de tal manera desde el cable del que pendían, que fue preciso soltarlos sobre el mar. Más tarde pudieron ser rescatados por una embarcación. Esta segunda parte fue adquirida por Didier Chable, ciudadano francés miembro de «La Ferté Alais», convirtiéndose después en réplica de un Albatros alemán de la Guerra Europea y, se supone, en estrella cinematográfica.

El último vuelo, mortal

Treinta años después de que construyera su 'pulga del cielo', el 4 de septiembre de 1982 se produjo el último vuelo de Eguiguren. Tenía 70 años y viajaba junto a Eduardo Pablo Calvo, de 17 y natural de Irun. La avioneta que pilotaba se estrelló en el alto de Gaintxurizketa momento antes de poder aterrizar en el aeropuerto de Hondarribia. Según informó DV el panadero donostiarra había despegado desde ese aeródromo a las 06.45 horas con el objetivo de efectuar un vuelo local. Se estrelló aproximadamente diez minutos después, y antes no había emitido por radio ningún mensaje de socorro.

La avioneta que pilotaba Eguiguren cuando sufrió el accidente mortal. Francisco Andreu

Un testigo declaró a este periódico que la avioneta volaba a baja altura enfilando hacia la pista del aeropuerto de Hondarribia. Escuchó un rateo del motor y el piloto debió de querer superar unos cables de alta tensión existentes en esa zona, debió de realizar una mala maniobra y entró en barrena, produciéndose el accidente.

El avión, modelo ISSA 115, con matrícula EC-DBC, quedó totalmente destrozado tras el impacto en tierra, ya que su composición básica era de madera. Pertenecía al Aeroclub de San Sebastián y había sido adquirido hace años al Ejército del Aire. El aparato había sido revisado recientemente, por lo que no se descartó que el accidente se debiera a un fallo humano o afección del piloto que hubiera originado la no petición de auxilio a la torre de control.

Fotografía que se publicó en la información de DV sobre el siniestro. DV

En el lugar del siniestro se personaron miembros de la DYA y de Cruz Roja. Los primeros tuvieron que rescatar los dos cadáveres con un soplete al estar los cuerpos soldados al fuselaje de la avioneta. Los restos humanos fueron trasladados al cementerio de Lezo.

En el momento de su fallecimiento, Eguiguren era vicepresidente del Real Aero Club de San Sebastián y socio fundador del Delta Club Haize de vuelo libre, como se destacaba en la esquela publicada en este periódico en nombre de sus compañeros de afición. Su muerte y su trágico accidente tuvo un importante eco en la prensa tanto local como estatal. No hay que olvidar que era muy conocido en el mundo de la aviación gracias a su participación durante años en la Vuelta Aérea a España y también por las emblemáticas avionetas que fue comprando a lo largo de su vida.

«Eres el dueño de tu vida y tus emociones, nunca lo olvides. Para bien y para mal». Esta pudo ser una de las premisas que guiaba al panadero que se inspirió en el héroe griego Ícaro, y que pasaba en pocas horas del calor del horno de pan a la asfixiante cabina de una avioneta, y que se puede leer en 'El Principito'.

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