Cuenta atrás para subir a los pastos de Aralar
Aitor Iztueta, joven pastor de Lazkaomendi, estará el miércoles en el paso de rebaños de Ordizia. Después, le toca ultimar los preparativos para pasar el verano en la sierra
Las ovejas de Aitor Iztueta pastan tranquilamente en los prados del caserío In-tzartzu, situado en el barrio de Lazkaomendi. Están ya esquiladas y preparadas para desfilar este miércoles por las calles de Ordizia. Será un pequeño paseo en la primera feria extraordinaria de este año, tras dos de pandemia, en los que el tradicional acto que recuerda la trashumancia en Gipuzkoa no se ha llevado a cabo en la localidad del Goierri. El paso por la calle Mayor de Ordizia será un 'entrenamiento' a la subida a los pastos de Aralar a partir del 1 de mayo que Iztueta realizará de manera escalonada hasta llevar su rebaño a los alrededores de la txabola Itzensao en tierras ataundarras.
La tranquilidad que vivirán las 500 cabezas de ganado de Iztueta en los pastos de Aralar es la recompensa a meses estabuladas, aunque «las últimas semanas, con el buen tiempo, ya las hemos sacado a pastar a los prados cercanos a nuestro caserío». Los animales son ajenos totalmente al ajetreo que el joven pastor de Lazkaomendi asume cada año, antes de la subida a los pastos de montaña. Y ya van diez. Aitor quiso ser pastor desde pequeño y hace ya 12 años se hizo con un rebaño de ovejas y emprendió el proyecto de su vida. Hoy en día, con 27, Iztueta sigue creciendo con su rebaño de «unas 500 ovejas», que cuida y mima en un paraje único de Gipuzkoa, Lazkaomendi, con los ojos puestos siempre en Larrunarri y la sierra de Aralar. «Las semanas previas a la subida a Aralar son un poco locura. Seguimos ordeñando las ovejas, las hemos esquilado y tenemos que prepararnos para subir a la txabola, adecentarla para los próximos meses... No tenemos tiempo para nada».
Mucho trabajo, pero tranquilo
A pesar del gran esfuerzo que supone el traslado del rebaño, Aitor reconoce que «tenemos ganas. Arriba disfrutamos de una libertad que no tenemos en Lazkaomendi. En la txabola seguimos haciendo queso que vendemos como queso de montaña y no falta el trabajo de controlar cada día el rebaño o los días de lluvía el de reunir nuestras cabezas que se mezclan con las de otros pastores, pero allí las ovejas están muy bien y nosotros también».
Además del queso de montaña Itzensao, Iztueta elabora queso de oveja Idiazabal Intzartzu. Su venta le aporta la mayoría de ingresos al joven pastor lazkaoarra. «La pandemia ha hecho que vendamos casi toda la producción desde casa. Nosotros no nos podemos quejar. Durante los dos últimos años la gente de Lazkao y los pueblos de alrededor, Ataun, Zaldibia, Beasain, Ordizia... se han acercado hasta nuestra casa a comprar y no hemos tenido problemas para vender la producción de esas temporadas».
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El pastor de Lazkaomendi asegura que «es un reconocimiento al duro trabajo que realizamos los pastores. En ocasiones, sentimos que no se valora lo suficiente todo el trabajo que hacemos por obtener un producto de calidad como es el queso Idiazabal. O el que realizamos por el medioambiente, ya que quien conoce Aralar sabe que, si no subimos, los zarzales, la argoma y la suciedad se apoderan de las campas de pasto que tanto gustan a la gente. Para nosotros es nuestro trabajo, un oficio que hemos elegido porque nos gusta lo que hacemos y es nuestra vida, pero nos encontramos en muchas ocasiones con demasiados impedimentos para trabajar en las mejores condiciones». Las pistas de Aralar son una de esas 'condiciones', aunque para el pastor «no se debería ni plantear su existencia, ya que no pasa lo mismo en otros parques naturales u otras zonas de Gipuzkoa, y son necesarias para nuestro trabajo».
«Muchos pastores y ganaderos tenemos la sensación de que no se respeta lo que decimos. Es la triste y dura realidad»
Aitor Iztueta cree en la nueva generación de pastores y ganaderos que, como él, han apostado por un futuro digno de su oficio. «Lo único que echamos en falta es que se tenga en cuenta nuestra opinión, lo que defendemos o pedimos en las reuniones a las que nos convocan. Muchos pastores y ganaderos tenemos la sensación de que no se respeta lo que decimos. Es la triste y dura realidad, pero si quieren que los jóvenes continúen subiendo con sus rebaños y animales a las zonas de pasto de Gipuzkoa, no solo en Aralar, deberán llevar a cabo las propuestas y peticiones que realizamos porque consideramos que son las más oportunas».
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