«Creía que el Covid nos iba a hacer más humanos»
Blas Sánchez sufrió la pérdida de su padre en noviembre de 2020, muy popular en Eibar y en las gradas de Ipurua por su particular paraguas con forma de visera
Blas sigue presente en la memoria de muchos eibarreses. Pintor de profesión y popular aficionado del Eibar conocido por su paraguas en forma de visera, falleció con 74 años el 12 de noviembre de 2020 fruto de una complicación de salud provocada por el Covid. Fue una pérdida muy señalada para la localidad, y evidentemente, para su familia. Inesperada porque «él estaba fenomenal» y «dura» por todas las circunstancias en las que todo sucedió esos meses.
Su imagen perdura gracias, en parte, a Blas Sánchez. Su hijo. Tomó el relevo del negocio familiar de pintor cuando el aita se jubiló después de años trabajando codo con codo, comparten el sufrimiento por el Eibar y aún se emociona al observar las fotografías que nuestro compañero Félix Morquecho tomó de su padre en plena pandemia, paseando por las calles de Eibar con la mascarilla puesta.
Blas –hijo–, cinco años después del inicio de la pandemia y con la perspectiva que otorga el tiempo, no piensa mucho en qué hubiera hecho diferente y si le hubiese dicho algo a su padre. «Lo tuvo que coger y ya está, le tocó. No piensas que le va a tocar. Era un tío fuerte, muy echado para adelante». Recuerda que él «estaba fenomenal, se hizo una analítica antes y estaba muy bien». Se contagiaron del Covid su padre y su madre, a la vez, «y temía más por ella que por él. Pero el que más fuerte estaba, el que se fue».
Ingresó la segunda quincena de octubre «y estuvo casi un mes» en un proceso que fue «una montaña rusa. En un momento parecía que iba bien, en otro no, en otro no iba a pasar la noche, luego se recuperaba… Fue muy duro. Superó el Covid, pero todo lo que pasó por dentro le dejó mal».
«Las enfermeras de la UCI del Hospital Donostia se portaron de diez, de chapó. Para dar palmas»
Una pesadilla que miles de familias sufrieron a distancia y que en un primer momento despertó la «humanidad» de la sociedad, algo que Blas esperaba que perdurara en el tiempo. Sin embargo, un lustro después, no está convencido de que haya sucedido así. «Al acordarme de la pandemia se me despierta la sensación de la impotencia. Por qué pasó eso, toda la gente que se fue… Porque había gente sana y de repente… Me da tristeza todo lo que las personas mayores tuvieron que pasar, sin apenas salir de casa, y los que no se pudieron despedir de sus allegados».
Por eso mismo, por todas las situaciones que muchas familias tuvieron que pasar, Blas cree que «la gente olvida muy rápido. Al principio sí notabas los grupitos en la calle», en referencia al respeto que hubo los primeros meses de la desescalada a las congregaciones de muchas personas, «pero luego la gente se olvida. Creía que el Covid nos iba a hacer más humanos, que nos íbamos a ayudar los unos a los otros, pero desde mi punto de vista creo que cada vez va a peor. Creía que íbamos a ser más solidarios».
La «humanidad» a la que se refiere Blas es, por ejemplo, la que le demostró el equipo de enfermeras de la UCI del Hospital Donostia, al que no tiene más que buenas palabras y un agradecimiento infinito. «Chapó. Una gente espectacular. Nos trataron fenomenal. Fueron días muy duros de que hoy se moría, mañana no… Fue muy duro y nos apoyaron siempre. Por horarios de trabajo tenía difícil llegar a las horas que el hospital tenía reglado para las visitas, pero nos dejaron ir a otras horas para poder estar con mi padre y nos llamaban por teléfono para contarnos cualquier novedad que tuvieran».
Primera ola «exagerada»
Esa humanidad que el colectivo sanitario exhibió en el momento más duro de siempre en sus trabajos nunca está de más recordarlo y reconocerlo públicamente. «A los días de que falleciera el aita les llamé para darles las gracias por todo lo que habían hecho con mi padre y por todo lo que se preocuparon para que nosotros estuviéramos informados. Se portaron de diez. Una gente para dar palmas».
Aquel episodio marcó a miles de personas. ¿Le cambió en algo a Blas? Vivir el fallecimiento de su padre en primera persona sirvió para confirmar «la barbaridad» que la pandemia estaba suponiendo en el coste de vidas. Al principio «el temor surgía mucho por el desconocimiento que había. Por el tema de las mascarillas, que estábamos todos buscándolas como locos las primeras semanas, los geles hidroalcohólicos… La primera oleada fue una locura, exagerada» y cuando llegó el momento de las vacunas «no dudé nada», afirma Blas. «Cuando vi aquello, cuando vi a mi padre así, no dudé nada solamente por no pasar eso. 'A saber lo que te meten', decían los antivacunas. Lo que quieran con tal de no pasar eso».
«Intento ayudar más, pero con lo que ves en la calle, la política o las guerras se te quitan las ganas»
En definitiva, lo vivido «te cambia, estoy intentando ayudar un poquito más a la gente, pero con lo que ves en la calle, en la política o con las guerras se te quitan las ganas». Y Blas explica su punto de vista. «Yo creo que hemos ido a peor en calidad humana, y ahora ves una agresividad que no es normal, que me sorprende y no me la creo. Parece mentira que hayamos pasado lo que hemos pasado, no olvidemos lo duro que fue no poder despedirte de tu familia. Da mucha pena porque cuando pasan cosas como estas nos tenemos que humanizar un poco».
Y con esa «humanidad» es con la que Blas se quiere quedar. Conscientes del cariño que los vecinos de Eibar tenían por su padre, «el tanatorio lo quisimos hacer familiar, porque él era muy conocido y si no iba a ser una locura. Vino gente», sonríe, «pero lo hicimos en 'petit comité'».
Los homenajes más multitudinarios llegaron con la apertura de las fronteras de nuestras casas y sociedad. En un partido del Eibar en Ipurua ante el Tenerife la peña 'Eskozia La Brava' «me hizo un homenaje» con el icónico paraguas de Blas padre. «Ese día en el estadio fue muy emotivo, muy fuerte. Vi incluso a algunos conocidos llorando. Valoro mucho a la gente por el apoyo que recibí y el cariño que demostraron hacia mi padre tanto en las calles de Eibar durante muchos meses después de su fallecimiento, como de la afición en Ipurua como todos los reportajes que medios como El Diario Vasco, ETB o 'El Día Después' hicisteis».
El famoso paraguas «lo guardo en casa como en oro en paño, va a pasar de generación en generación». Por Blas.
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