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Julen del Río, sobre una 'bank-out' que mueve las almendras de la máquina recolectadora en Boundary Bend Julen del Río

Visado 'Work and Holiday'

«En Australia compensa ganar más dinero y que la vida sea un poco más cara»

El donostiarra Julen del Río ha regresado después de tres años en el país oceánico gracias al visado 'Work and Holiday', una opción cada vez más popular entre los jóvenes y con el que ha podido estar en hasta once trabajos de todo tipo

Beñat Arnaiz

San Sebastián

Domingo, 25 de junio 2023, 06:10

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En febrero este periódico publicaba que Gipuzkoa había alcanzado la cifra de emigrantes más alta de la historia, con 11.555 personas que dejaron el territorio en busca de nuevas oportunidades, pero muchos de todos esos que se marchan, tal y como se van, también vuelven en algún punto de su vida. Julen del Río (Donostia, 1995) ha regresado a casa después de más de tres años en Australia en los que ha estado en once trabajos, ha viajado y también ahorrado dinero.

Julen fue uno de los 2.450 españoles que entre julio de 2019 y junio de 2020 se acogieron al visado 'Work and Holiday', que permite residir y trabajar durante un año en Australia. «Me enteré de todo gracias a un amigo que había hecho un intercambio allí. Me dijeron que había mucho trabajo, que los sueldos eran altos… Se me metió en la cabeza cuando estaba en la universidad y al terminar Administración y Dirección de Empresas empecé a mirar lo que se necesitaba».

El Work and Holiday es el resultado de acuerdos que el gobierno de Australia ha firmado con muchos países de todo el mundo. En el caso de España, la firma se rubricó en noviembre de 2014 para que 3.400 de sus ciudadanos al año pudieran pedir este visado, que a pesar de ser de un año se pueden pedir hasta dos prórrogas de doce meses para completar una estancia máxima de tres años.

Julen aportó su granito para que el pico de solicitudes se diera entre julio de 2019 y junio de 2020, con 2.019 peticiones del primer año del visado. El Covid-19 desplomó por completo las nuevas peticiones hasta tan solo trece en los próximos doce meses, mientras que de los 2.019 que estaban recién aterrizados 608 decidieron prolongar al menos un año más su visado. Es la mayor proporción (30,11%) de repetidores por ahora.

«Hasta entonces tan solo había hecho unas prácticas en Bosch. Allí asimilé que mi futuro pasaba por trabajar en una oficina ocho horas al día, y me di cuenta que no era para mí», relata Julen en una conversación telefónica. «La única condición que no cumplía era la del dinero, y al terminar el grado me puse a trabajar en Glovo en Donostia. Me gusta andar en bici y era el trabajo perfecto: estar a mi aire, sin jefe, con el horario que quisiera… Estuve un año así, ahorré y me fui». Nueva York, Las Vegas, Los Ángeles y Hawaii fueron sus paradas en febrero de 2020 antes de llegar a Sidney, la ciudad más poblada de Australia junto a Melbourne, con casi cinco millones de habitantes.

Dudas, preguntas y curiosidades

Este donostiarra amante de la naturaleza, la montaña, el esquí y la bicicleta se hospedó en un hostal los primeros días hasta encontrar un trabajo y un alojamiento estable. Sorprende al reconocer que «en unos diez días ya estaba trabajando, empecé a hacer dinero bastante rápido». Se hizo con una bici y comenzó en Uber Eats, una plataforma parecida a Glovo o Just Eat dedicada al servicio de mensajería y entrega de comidas a domicilio.

Por si no fuera poco el aterrizaje en esta nueva experiencia, el Covid-19 se sumó a la aventura, y aunque tuvo sus efectos negativos y la situación se complicó, Julen del Río también pudo sacar provecho de esa situación. «Llegué el 12 de febrero y enseguida cerraron fronteras, a principios de marzo. A partir de entonces no vino ni un mochilero más. Fue duro porque durante los primeros meses el gobierno dijo que no se iba a hacer cargo de los mochileros, y nos recomendaba volver a casa. Muchos perdieron su trabajo al haberse cerrado todo, pero por eso mismo apenas notamos el Covid, yo por ejemplo no lo he cogido».

Además, con el reparto de comida a domicilio trabajaba todos los días por el aumento de la demanda, «aunque es verdad que también hubo mucha gente que se metió en Uber por la cantidad de trabajos que se perdieron». Ese factor también facilitó la búsqueda del trabajo los meses venideros, ya que Australia ha estado con el acceso restringido más tiempo que el resto de países. «Ha sido súper fácil encontrar trabajo, quizás porque necesitaban gente más que nunca (Australia apenas tiene un 3,6% de paro).

Repartidor, peón, mecánico...

Julen ha trabajado de todo en Australia. Su intención inicial era la de estar un año trabajando y viajando en Australia, otro en Nueva Zelanda y otro en Canadá, pero la pandemia cambió los planes por completo. «Para extender el visado tenemos que hacer lo que allí llaman 'trabajos de granja'. El gobierno necesita trabajadores en zonas rurales porque los locales no quieren hacerlos. La mitad de los 25 millones de habitantes viven en Sidney, Melbourne y Brisbane, y en un país tan grande falta gente en el interior». Por eso mismo, explica que «si quieres prorrogar un año más el visado tienes que demostrar que has trabajado al menos tres meses en granjas. Yo no tenía pensado hacerlo, pero como cerraron el país decidí ir a la granja en mis últimos tres meses de visado».

Lo que iba a ser un año ha terminado en ser algo más de tres y en ese tiempo ha trabajado de repartidor en bicicleta, en un taller de bicis de mecánico, de granjero conduciendo tractores, empaquetando patatas y aguacate, supervisando el buen funcionamiento del telesilla en una estación de esquí o de peón en la obra. «Los trabajos más fáciles de conseguir son en la hostelería y en la construcción. Son duros, pero el australiano está acomodado y que paguen 30 dólares australianos la hora (unos 19 euros) no es mucho para ellos, y hacen falta inmigrantes en trabajos que los locales no quieren hacer. No te hace falta experiencia», apunta. «En hostelería evidentemente ayuda, pero no hace falta. Y en la construcción menos».

El salario mínimo de Australia, que se paga semanalmente, es de 21,38 dólares australianos la hora (alrededor de 13,5 euros) o de 812,60 (508 euros) a la semana. En España, el INE ha publicado que el coste salarial por hora más alto del estado está en Euskadi, con una media de 21,97 euros la hora. De la experiencia en Australia Julen relata que «en la granja nos pagaban unos 27-28 dólares y en la construcción, 30». Para obtener un número que sirva de comparación, varía las horas trabajadas, «pero lo habitual ha sido ganar 1.400-1.500 (930 euros) a la semana en la granja y entre 1.000 y 1.200 (745 euros) en la ciudad, con menos horas, eso sí».

Además, hay trabajos que suelen tener incluido el hospedaje y la manutención, lo que aumenta considerablemente el ahorro. «Estuve cuatro meses trabajando en una constructora de silos para el grano, trabajábamos diez horas al día de lunes a sábado y con el alojamiento, comida y transporte pagado, porque nos movíamos entre Nueva Gales del Sur y Queensland, en cuatro meses ahorré unos 20.000 dólares. No había ningún gasto». Y sobre las personas contratantes de las granjas Julen precisa que «han sido súper majos y contratan a chicos, a chicas… No he sufrido ni he visto problemas de racismo. Hay mucha mala fama antes de ir a las granjas, te decían que tratan muy mal a los mochileros y que son racistas con los negros o los asiáticos, pero por mi parte no he visto de eso».

¿Un tópico falso?

Una de las frases más repetidas a la hora de conversar sobre la vida en Australia es la de «los sueldos son altos, pero el coste de la vida seguro que también». A Julen le llegó. «Todo el mundo te dice que la vida es muy cara y vine con esa idea, pero nunca me ha parecido tan cara. Se puede ahorrar mucho más que en España», precisa, antes de entrar en el capítulo de gastos habituales de un joven de 25-26-27 años. «Sí que es caro todo lo relacionado con la fiesta. Te puedes dejar 200 dólares en una noche 'normalita'». Transmite que, por ejemplo, una cajetilla de cigarros vale unos 40-45 dólares, diez dólares un combinado con una cantidad de alcohol similar a la de un chupito y una tónica, una pinta trece o una botella en el supermercado unos 50-60 las más baratas. «Comer fuera es parecido», continúa, aunque apunta que no hay nada barato, como puede ser un kebab aquí. «Aquí vale 15-16 dólares, unos diez euros», pero concluye que «si tienes cabeza se puede ahorrar bastante, compensa el ganar más con que la vida sea un poco más cara».

Imagen principal - «En Australia compensa ganar más dinero y que la vida sea un poco más cara»
Imagen secundaria 1 - «En Australia compensa ganar más dinero y que la vida sea un poco más cara»
Imagen secundaria 2 - «En Australia compensa ganar más dinero y que la vida sea un poco más cara»

En cuanto al alojamiento, «la primera habitación que tuve fue compartida con un francés y pagué 230 dólares a la semana (140 euros), y creo que en esa misma casa la habitación privada estaba en los 300 dólares (185 euros)». Sobre la experiencia vivida estos tres años recopila que «los precios de las habitaciones individuales con baño propio han rondado los 400 dólares semanales (250 euros)», como mucho el 40% de lo ingresado por el trabajo, «y si es compartida entre 250-300 dólares».

«Ya toca volver»

Pero, después de todo, el final siempre está más cerca, y «ya tocaba volver», dice Julen. Admite ser «una persona fría, pero sé que mis aitas me echaban de menos y no quiero extenderlo más, está feo». Valora que «con toda esta experiencia me he dado cuenta que lo que más me gusta es la montaña y la naturaleza, y yo también echo de menos Europa y sus distancias y su riqueza. Quizás no la económica, pero sí la cultural. Recorres mil kilómetros y puedes experimentar tres países, tres idiomas, tres culturas… En Australia conduces mil kilómetros y estás en el mismo estado, hablan el mismo idioma, comen la misma comida… Es una mezcla entre Estados Unidos en cuanto a carreteras y distancias y lógicamente Reino Unido por su comida (la más famosa también es el fish and chips) y arquitectura. Es un país enorme y solo viven 24 millones de personas».

El Julen del Río que se fue con 24 años no es el mismo que vuelve con tres más. «He crecido, he madurado, he conocido gente, he aprendido en cada trabajo y lugar… He hecho muchísimas cosas», expresa orgulloso. «No he perdido el tiempo. Si no he estado trabajando y haciendo dinero he estado gastándolo en viajes, ha sido una experiencia llena». Desvela que se ha propuesto escribir un libro sobre todo lo vivido. «Tengo muchas aventuras y mini-historias que contar y estoy pensando en dejarlas escritas. Publicar un libro sería difícil, pero si me muriese mañana me daría pena que todas esas vivencias se fueran conmigo, tengo 40.000 fotos y 4.000 vídeos guardados en el móvil y en una memoria externa».

¿Recomendaría a un joven guipuzcoano adentrarse en esta aventura? «Totalmente, el visado Work and Holiday debe hacerse más popular entre los jóvenes. Además, si eres una persona de surf, Australia es tu país. Yo me quedo con disfrutar de nuestros Pirineos y nuestros Alpes y ganar menos, que no todo es dinero».

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