Sin adopciones internacionales en 2020
Por primera vez Gipuzkoa no recibe ninguna solicitud de un niño extranjero que necesite ser adoptado, pero cuatro menores españoles han requerido esta ayuda el último año
La adopción como medida de protección infantil es un concepto ya asentado en la sociedad. Sin embargo, pese a su antigüedad legal, nada tiene que ... ver el escenario actual con el de hace veinte años. Las adopciones internacionales en Gipuzkoa se han desplomado en las últimas dos décadas y por primera vez bajaron a cero en 2020, después de una temporada al auge. En los últimos veinte años el 91% de estos trámites eran universales, mientras que solo el 9% eran nacionales, según datos de la Diputación de Gipuzkoa. El nuevo escenario es completamente diferente, con un cambio de tendencia brusco. El total de adopciones del último año, cuatro, fueron nacionales. La situación actual, según el departamento de Políticas Sociales, plantea un futuro «muy incierto» para esta modalidad. La explicación a este fenómeno radica en que, a diferencia de las expectativas de muchas familias, «la adopción de un bebé recién nacido y sano es muy excepcional».
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Aunque las personas que se interesan por estas medidas son muchas, «una vez que conocen la realidad pocas se animan a iniciar la tramitación pertinente». Los datos hablan por sí solos. En 2019 unas 80 familias se interesaron por la adopción, pero solo 55 acudieron y completaron los ciclos formativos necesarios para poder presentar un ofrecimiento. De ese medio centenar, finalmente, 14 presentaron la solicitud en 2020 -10 para adopciones nacionales y 4 internacionales-. Así en Gipuzkoa, a 31 de diciembre de 2020, había 48 solicitudes en lista de espera para niños del Estado y 11 para extranjeros, si bien en estos momentos no hay ningún menor orientado a adopción que aguarde una familia.
En sus años dorados, allá por 2006-2007, se realizaron 113 y 118 adopciones internacionales en Gipuzkoa respectivamente. Desde 2001 hasta entonces la cifra subía cada año, pero después de alcanzar el tope, en 2008 bajaron de golpe a 76, es decir, 42 menos en apenas un año. Paralelamente, las nacionales se mantenían estables: 5 en 2006, 3 en 2007, 4 en 2008... Estos números nunca han variado de forma significativa.
El año que más adopciones se han realizado de niños nacidos en el territorio ha sido 2010, con 14 menores que pasaron a vivir en una nueva familia. De todas formas, resulta algo anecdótico y estos datos se han mantenido constantes hasta la actualidad. Por ejemplo, en 2019 fueron 10 las adopciones. De este modo, en total, desde 2001, en Gipuzkoa han tenido lugar 110 adopciones nacionales y 1.101 internacionales. Los ofrecimientos o solicitudes, por su parte, han sido 377 frente a 1.697.
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Los datos
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1.211 adopciones han tenido lugar desde 2001 en Gipuzkoa. De ellas, la mayoría (1.101) han sido internacionales, frente a las 110 nacionales. En cualquier caso, en 2020 las internacionales se desplomaron hasta llegar a cero.
El perfil del menor que necesita una familia de adopción también ha variado en los últimos años. Precisamente el departamento relaciona con este cambio el desplome registrado, además de con el «importante cambio de mentalidad» respecto a esta medida. «Es ahora cuando la adopción se convierte en la figura legal de protección de menores que debe ser», argumentan técnicos de la institución.
Hasta la fecha, al hablar sobre este recurso de protección infantil era común fantasear con un bebé recién nacido, sano, cuya madre biológica lo entregaba para que sea criado por la familia por diferentes motivos. Pero la realidad en estos momentos es muy diferente. El menor no tiene por qué ser recién nacido y como requisito siempre va a necesitar un contexto familiar estable y permanente donde crecer y «desarrollarse de la mejor manera posible el resto de su vida».
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Precisamente con esa finalidad se les ofrece una formación previa obligatoria a todas las familias de adopción, además de un proceso de valoración psicosocial.
«Expectativas realistas»
«Es esencial que tengan expectativas realistas y ajustadas a la realidad», insisten desde el departamento foral. La mayoría de niños y niñas tienen necesidades especiales, que van variando desde que su edad sea igual o superior a los 7 años o tenga algunos hermanos y, por tanto, deban ser adoptados todos juntos, o también puede suceder que tenga alguna discapacidad o problema de salud especial o antecedentes clínicos hereditarios de riesgo. «Suelen estar impregnados de carencias emocionales graves», advierten las mismas fuentes.
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En muchos casos, han sufrido abandono, maltrato, desprotección y violencia en una edad temprana, por lo que es común que presenten «problemas para vincularse afectivamente», haciendo que su crianza requiera «un esfuerzo suplementario y una dedicación de gran intensidad».
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La Diputación de Gipuzkoa recibe anualmente entre 25 y 30 solicitudes de niños y niñas de otras comunidades que necesitan familias y, a pesar de que en el territorio exista medio centenar de personas en lista de espera para poder adoptar, la institución foral prácticamente nunca dispone de familias dispuestas a ello, «al tratarse de perfiles que no encajan en sus expectativas».
En cualquier caso, pese a los contratiempos, desde 2001 solo ha habido tres adopciones frustradas en Gipuzkoa, tres niños que han tenido que ser reubicados en otras familias.
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