Dicen los baserritarras que escuchar al cuco en primavera en el monte es una señal de buena suerte. Que presagia salud y que, si uno ... lleva monedas sueltas en los bolsillos, trae fortuna y prosperidad económica. Ni cortos ni perezosos, las candidatas y candidatos guipuzcoanos escuchan con atención el rito esta mañana de lunes fresca y soleada. Toca excursión montañera para intentar romper el hielo en la precampaña. Y resulta fácil el empeño. Hasta parece de encargo. Un baño de ejercicio saludable ante una confrontación dura en un 'marco incomparable', en pleno corazón de valles y montes en Gipuzkoa. El paraje es Mulisko Gain, cerca del Adarra, ese monte desde cuyas laderas se puede ver San Sebastián y su bahía. Mulisko Gain es un conjunto de cuatro cromlechs, una cista doble, un monolito y dos estructuras menos definidas. Se encuentra en la vertiente suroriental del monte Onyi sobre un rellano llamado Kanposantu Zaharra. Este cementerio corresponde a la Edad de Hierro. Parece ser que su parte más antigua es de hace unos 2.600 años. Fue descubierto en 1956, según describe Eli Belauntzaran, responsable de las visitas guiadas al monte del canal Mendira de este periódico.
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Reunidos por DV, los dos aspirantes y las tres candidatas a diputado o diputada general de Gipuzkoa se han dado cita en este idílico enclave para sellar una pequeña tregua mendigoizale. Aún estamos en precampaña, pero quedan pocos días para que la campaña, la oficial, comience. Y las espadas van a estar pronto en alto. Eider Mendoza (PNV), Maddalen Iriarte (EH Bildu), José Ignacio Asensio (PSE), Miren Echeveste (Elkarrekin Podemos-IU-Alianza Verde) y Mikel Lezama (PP) se convierten en protagonistas de esta aventura. Todos se estrenan como candidatos.
El grupo de aspirantes forales se saluda distendido. Prevalece la cordialidad y cierta complicidad, aunque, claro está, la procesión, y en ese caso, la profesión, va por dentro. Pronto comenzarán los golpes, los dialécticos, y hoy se exhibe fair play deportivo.
La expedición inicia la ascensión con sentido del humor. El camino es todavía muy suave, pero luego la subida se puede complicar «solo un poco» un poco, apunta la guía. El look es montañero, pero sin pasarse de frenada. Entre ellos bromean. «Estamos en forma, eh», asegura José Ignacio Asensio. Miren Echeveste reconoce que lo que a ella le relaja de verdad es la playa de Hendaia y ver series de actualidad. Mientras, Mikel Lezama, que es monitor de esquí y se nota, luce unas gafas de sol bastante fashion en este periplo mendigoizale de mañana. «¿Alguien ha traído fruta? Silencio, Las provisiones pueden fallar pero voluntad la van a poner toda. Algunos candidatos han venido pertrechados como si fueran a los Pirineos. Más vale prevenir.
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Comienza el paseo y apenas se refleja el nervio político. Quizá porque las campañas son hoy en día hipotensas, o porque la belleza del paisaje induce a dulcificar la vida, el caso es que no hay agresividad en el ambiente. A Eider Mendoza le encanta el monte, aunque lo suyo, reconoce, es sobre todo Jaizkibel, que por algo es de Hondarribia. Allí realmente desconecta. Allí, y en las clases de yoga, una de sus pasiones secretas «confesables», bromea, mientras deja clara su apuesta: «Afrontamos con mucha energía el reto de modernizar Gipuzkoa con el impulso de una nueva generación».
Lo cierto es que no hay emociones fuertes y el grupo comienza a sudar ligeramente. No hace calor, la temperatura es primaveral, pero un involuntario cambio de ruta nos hace subir varias colinas no previstas y hay que apretar el paso para cumplir con el horario. Los árboles van con retraso a la hora de que afloren las hojas verdes, que las últimas heladas de marzo se han metido de por medio, pero ya se nota en el ambiente el cambio de estación, Y los alérgicos lo saben, y lo sienten, que el polen flota en la atmósfera y se mueve como Pedro por su casa.
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Maddalen Iriarte se siente cómoda esta mañana, aunque lo que le gustaría realmente es desconectar con un libro y tener tiempo para leer. El factor tiempo, el delicado y preciado objeto del deseo cada vez más inalcanzable. «Incluso en profesiones de tanta vocación como es el periodismo llega un momento en la vida en el que te das cuenta que el trabajo ha ocupado demasiado tiempo frente a todo lo demás».
Una verdad como un templo que resuena en el bosque animado. «Asumo el desafío con ganas porque me hago la pregunta. ¿Para qué sirve la política? Para cuidar a la gente», asegura Iriarte. Los dólmenes prehistóricos le escuchan como silenciosos compañeros de viaje. Todos agudizan el oído a ver si escuchan el canto del cuco. Pero nada. Y eso que la sinfonía de pájaros es formidable.
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Llegan las fotos y los aspirantes al trono foral se ponen en guardia, pero aún conservan en la recámara los dardos, que el factor tiempo es el verdadero aliado en la política y ya llegará el momento de apretar el discurso y enseñar los dientes. Como diría Jordi Pujol en las ruedas de prensa que le resultaban incómodas, ahora no toca.
El lugar evoca una excursión a la paz y a la tranquilidad y, a la vez, dibuja ese imaginario clásico que los vascos tenemos siempre con el monte, como un regreso inconsciente de las voces ancestrales de la Arcadia feliz, una Gipuzkoa bucólica presente en nuestro paisaje natural pero que a, la vez, no representa la sociología real de la ciudadanía del territorio, ni sus problemas ni sus preocupaciones. Una sociedad envejecida que es puntera en numerosas materias, pero que también reclama energía para hacerse un lugar en el mapa competitivo de los territorios.
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La cartografía es de postal. Aquí no hay una atávica lucha de carneros, si acaso algunos dardos más o menos irónicos lanzados en el fragor de un virtual hamaiketako a base de contarse las vacaciones de la Semana Santa, de degustar algunas chocolatinas -«necesitamos calorías»- y de acabar con las existencias de botellines de agua, sobre todo cuando hacia mediodía el sol comienza a apretar moderadamente. La excursión no es dura, en absoluto, pero es un poco más exigente que lo anunciado en un principio; los menos preparados lo notan y empiezan a resoplar un poco. Y a rezagarse en el camino. A la política hay que venir entrenado. Risas.
Las líneas telúricas
Después de las fotos y de visitar los dólmenes, con explicaciones incluidas sobre las líneas telúricas y los puntos de energía en los que nuestros antepasados enterraban a los muertos, toca el descenso. Los rostros se han relajado ya y Eider Mendoza y Maddalen Iriarte toman la delantera en animada conversación, las dos solas. «Ya están pactando», bromea José Ignacio Asensio, que insiste en que su pasión es «trabajar por una Gipuzkoa más igualitaria y más plural». Marcha por detrás junto a Miren Echeveste, que se compromete por trabajar por una mayoría progresista «que impulse cambios de raíz».
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Ambos hablan de los cambios que ha experimentado la política tradicional, de las dificultades de conectar con las nuevas generaciones, de la revolución de las redes sociales, de lo difícil que es concentrarse hoy en un mundo marcado por la prisa y la falta de tiempo. De lo difícil de desconectar. Asensio lo hace cocinando chipirones en su sociedad de Tolosa. Y Echeveste viajando. Londres es uno de sus lugares favoritos. El entorno invita a reflexionar, ciertamente, sobre una naturaleza que permanece intacta, al menos en apariencia, y un mundo que ha cambiado vertiginosamente. No hay cobertura en el móvil, y eso es un alivio. «Ofrezco aire fresco y, guipuzcoanismo a muerte», afirma Lezama.
La campaña está cerca, y aunque la rivalidad es la sal de una confrontación, la excursión aporta un remanso de empatía 'a la guipuzcoana'. Los candidatos temen que se les vea como demasiado colegas, que eso desmoviliza al personal, pero la vida es así y a veces tampoco hay que disfrazar la realidad. Hay que mostrarla tal como es, humana, próxima, cercana. Mulisko Gain está lejos de Madrid. Las elecciones forales son de proximidad y esto es lo que hay, sin dobleces. El león no es tan feroz como a veces parece y la política de casa, también, tiene una trastienda de humanidad; no solo, que también, es una feroz lucha por el poder.
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Espontaneidad, pues, al Palacio foral. Y saludable debate democrático. No hay hamaiketako final, pero sí unas cervezas al bajar a Urnieta y unos sencillos platos de embutido que saben a gloria después de dos horas quemando calorías.
El mundo no se ha parado, pero en esta mañana las cabezas de lista de Gipuzkoa han buscado el secreto del cuco en el corazón del bosque. Casi al final alguien lo ha oído. Nadie ha logrado desvelar cuál es el secreto que guarda. ¿Quién ganará en Gipuzkoa? ¿Quién gobernará al final? Solo el cuco lo sabe, aunque, tal como aseguran quienes conocen bien sus hábitos, no le preocupan estas cosas.
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