El 'fango' como último combustible electoral
Los socios de Sánchez critican que explote la citación a su mujer, que ayer le acompañó en un acto del PSOE
La presencia de Begoña Gómez junto a Pedro Sánchez en el acto del PSOE en Benalmádena (Málaga) fue ayer el bombazo simbólico del día, una imagen de gran impacto que trastoca la recta final de la campaña electoral. La mejor defensa es un buen ataque, aunque el PSOE sabe que el fango, aunque venga del campo enemigo, es un combustible tóxico y resbaladizo. La cita con las urnas se transforma en un plebiscito emocional sobre la continuidad de Sánchez y la estrategia del PP para dar por finiquitada la legislatura.
El juez Juan Carlos Peinado ha dado, al citar a Gómez, un paso jurídico muy polémico si se tiene en cuenta que ni el informe de la UCO de la Guardia Civil ni la Fiscalía ven indicios de delito en los trabajos de la esposa del presidente del Gobierno. Que ni siquiera ha llamado primero a los testigos.
Este episodio extrema la confrontación y convierte el 9-J en un nuevo referéndum sobre la continuidad de Sánchez en La Moncloa con la figura de su pareja en el escaparate del juicio público. Los socialistas disponen de un argumentario que repiten machaconamente. Sostienen que sacar a la izquierda del poder resulta una obsesión para 'la derecha y la ultraderecha', que recurren al 'fango' y a las 'males artes'. De entrada, es el movimiento del juez el que se percibe como una injerencia política a cuatro días de los comicios.
El PP sigue instalado en la hipérbole y ha encontrado en la citación de Peinado el argumento perfecto para dar la puntilla a Sánchez con la corrupción como estandarte y citarlo en el Senado. Que se vaya abrasando poco a poco. Como en una barbacoa. Y los socialistas se revuelven y piensan que tendrá efecto bumerán. «Que el partido de Gürtel y de la 'policía patriótica' para perseguir a sus adversarios intente dar lecciones de regeneración democrática es lo más surrealista del mundo», apuntan, persuadidos de que este contraataque puede movilizar al centroizquierda que no estaba motivado para ir a votar.
El siguiente paso será, quizá, la moción de censura del PP contra el presidente por escudarse en el silencio en el caso de su mujer. Para ser viable necesitará el apoyo de Junts. Algo que sería realmente muy extraño. En este contexto, atención a unas últimas palabras de Toni Comin. El número dos de Carles Puigdemont volvió a exigir ayer al PSC que apoye con su abstención la elección del candidato de Junts. Cómo los socialistas no lo van a hacer, se atisban dos alternativas: o repetición electoral en Cataluña o en toda España.
Si cae Sánchez, el futuro de Junts es una incognita. A no ser que en Waterloo piensen que para reactivar el procés soberanista es mejor tenerle a Feijóo en La Moncloa y a Abascal en la sala de máquinas. ERC no está en esa onda pero no se atreve a desmarcarse –aún– de los herederos de Convergència. Muchos piensan que, en el último momento, Puigdemont levantará el pie del acelerador. Solo al final. Si no lo hace, la repetición electoral en Cataluña será inevitable en otoño.
El 'Frente Amplio'
Veamos la partida en su conjunto. Primero, el temor por una abstención muy alta aún no se ha esfumado. Los nacionalistas están molestos con la estrategia de Sánchez y su última vuelta de tuerca. En su opinión, el 'Lawfare' –guerra judicial– no es nuevo. Ellos mismos han sido víctimas en el pasado. Pero que tampoco es de recibo, dicen, que Sánchez utilice ahora el género epistolar como máquina de votos. La izquierda del PSOE y los nacionalistas temen que Sánchez utilice esta baza para dejarles fuera de juego. Es la historia del Frente Amplio que vuelve a cabalgar de nuevo, una operación en la que el presidente intenta 'concentrar' todo el voto progresista. Para sus aliados, este achique de espacios es letal, aunque sea a cámara lenta. Hay amores que matan.
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