Choque Sánchez-Feijóo bajo la furia
El PNV alerta del riesgo de unas nuevas elecciones generales en otoño o inicio de invierno
La legislatura de Pedro Sánchez afronta un momento de alto riesgo. Las elecciones europeas de mañana suponen un plebiscito para Alberto Núñez Feijóo, pero también para Pedro Sánchez. Los 'imputs' de ayer inducen a pensar que todo está en el aire. El mandato del presidente del Gobierno se levanta encima de un puente sobre aguas muy turbulentas que puede romperse en cualquier momento.
Los protagonistas lo saben aunque jueguen al disimulo. Lo alertó ayer el mismo PNV, que siempre ha partido de la tesis de que la legislatura no ha despegado todavía. Andoni Ortuzar –que tiene olfato político y periodístico– no descarta que en otoño o comienzo de invierno pueda haber de nuevo elecciones. ¿Qué le lleva a pensar que el anticipo de los comicios es una opción factible? En esencia, la inestabilidad catalana. Carles Puigdemont quiere ser president de la Generalitat al frente de un gobierno independentista en minoría con ERC. Para ello, necesita, además del apoyo republicano, la abstención del PSC, un escenario que los socialistas descartan de plano. Esta negativa puede conllevar a su vez la decisión de Junts de retirar su respaldo a Sánchez en Madrid, lo que dejaría al PSOE a los pies de los caballos en la negociación de los Presupuestos del Estado.
La falta de suficientes apoyos a los Presupuestos obligaría a la retirada de la misma y la disolución del Parlamento, a no ser que Sánchez apueste por repetir un año más la prórroga y, contra viento y marea, mantener la legislatura sobre la premisa de que no sería viable contra él, en teoría, una moción de censura que sólo prosperaría con un esperpéntico acuerdo entre el PP, Vox y Puigdemont. Los socialistas capitalizarían una foto que disolvería el discurso de la derecha frente a los que, según el recurrente argumentario de Feijóo, han olvidado sus principios para mantenerse en el poder.
Movilización emocional
Son conjeturas, pero la estrategia de Sánchez parece sustentarse ya sobre la movilización emocional del centroizquierda sociológico en España, lo que incluye voto de izquierdas frustrado por la bronca entre Podemos y Sumar, nuevo sufragio y abstencionistas. Sánchez señaló ayer gráficamente ese nicho de votantes, que incluye a «los jóvenes, a las mujeres y a los trabajadores». La movilización del 'Frente Amplio' contra el peligro de la extrema derecha parece clara y supone, por la vía de los hechos, una renovación sociológica del electorado socialista que se abre a otros sectores de la periferia, del progresismo o del nacionalismo de izquierdas. La defensa de la ley de amnistía o la bandera de la plurinacionalidad de España son piezas claves de ese edificio conceptual en el que juega un papel José Luis Rodríguez Zapatero como gran maestro de ceremonias. Pero emerge un matiz. El tiempo no juega a favor de esa tesis porque el rearme de Europa rompe el corazón de la España progresista.
El PP de Alberto Núñez Feijóo confía en un excelente resultado que le permita visualizar un triunfo claro pero a medida en la que ha transcurrido la campaña se ve que se empieza a alejar la imagen de una victoria por goleada que deje suficientemente tocado a Sánchez. En voz baja, en el PP también han surgido ciertas dudas por centrar toda la artillería en el caso de Begoña Gómez, cuando existe una impresión extendida sobre la fragilidad de una imputación penal.
Feijóo se juega también su liderazgo y su capacidad para galvanizar a todo el centroderecha. Para ello no tiene que mantener solo el espacio tradicional conservador sino aliarse con el populismo, romper el muro de Vox y neutralizar la llegada de 'La fiesta terminó', que será la gran novedad. La división vuelve a el lastre de Feijóo para llegar a La Moncloa. Es su problema existencial.
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