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Gallastegi ya está listo para celebrar sus 100 años. LOBO ALTUNA

De Asolaigartza al celuloide

Miguel Gallastegi cumple 100 años (III) ·

Acompañaba a su madre al mercado, jugaba a pelota en el frontón Astelena y acabó al frente de los teatros Amaya y del Capitol

JOSEBA LEZETA

Sábado, 24 de febrero 2018, 08:55

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Los 100 años que Miguel Gallastegi cumple mañana dan para mucho. Un siglo entero. Hijo de Ceferina y Paulo, el menor de tres hermanos nació y creció en un caserío humilde del barrio de Amaña de Eibar donde segaba hierba, plantaba lo que hiciera falta, cuidaba animales y ayudaba a sus padres. Acompañaba a su ama al mercado de la ciudad armera con los productos recogidos en la huerta para llevar unos reales a casa. Lo mismo que su hermano Justo, harrijaso-tzaile durante un tiempo, y su hermana Joxepa.

En sus visitas al centro urbano de Eibar, a su paso por la calle Isasi, entraba al frontón Astelena para jugar a pelota. Con el paso del tiempo, los responsables del Club Deportivo Eibar dirigieron su mirada hacia aquel fornido chaval. «El estilo. Los entendidos valoraban mucho el estilo», subraya Miguel. La elegancia era condición indispensable sobre la cancha. Su afición desmedida y sus condiciones físicas le ayudaron a convertirse en uno de los mejores pelotaris de la historia.

Siendo ya figura de la pelota, contrajo matrimonio con la donostiarra María Jesús Damborenea, a la que conoció en 1942 en Elizondo, donde ella veraneaba y Gallastegi había ido a jugar. El padre de la chica puso dos condiciones para formalizar la relación: que Miguel llegara a ser campeón y que ella terminara el bachillerato.

Cumplidas ambas, contrajeron matrimonio el 19 de enero de 1951, víspera de San Sebastián. «Nos casamos en la iglesia de San Vicente, en la Parte Vieja de Donostia», relata Miguel. «La comida fue en el restaurante Monte Igeldo. Vinieron familiares y amigos de Eibar. Hubo quienes estuvieron tres días de boda antes de regresar a casa».

Miguel Gallastegi y María Jesús Damborenea, fallecida el 10 de noviembre de 2014, fijaron su residencia en Eibar, donde fueron padres de tres hijos: Miguel, María y Luis. El mayor, Miguel, llegó a jugar el Interpueblos con el equipo de Eibar. Luis, el pequeño, indica que «mis padres vinieron a vivir a Donostia hará unos 37 años». Se instalaron en la Parte Vieja donostiarra, donde sigue Miguel. Es abuelo de siete nietos –Miguel, Cristina, Joaquín, Javier, Miguel, Icíar y Pablo– y bisabuelo de cuatro bisnietos –Ana, Inés, María y Tomás–.

Adiós sin glamur

La retirada de la pelota de Miguel Gallastegi no tuvo nada de glamurosa. En aquellos tiempos no se estilaban ni las lágrimas, ni el arrope de los compañeros, ni los aplausos de los medios de comunicación en la comparecencia informativa de turno, ni salir con los hijos a la cancha. Todo era más sencillo, más corriente.

El tres veces campeón manomanista actuó ‘di-da’ tras un partido disputado en Bergara el 17 de enero de 1960. Anunciaban un duelo entre los hermanos García Ariño y Barberito-Gallastegi. La baja de última hora del riojano obligó al intendente a cambiarle por dos pelotaris para constituir un trío: Larrañaga, Zurdo de Mondragón y Gallastegi. El manista que había dado ventajas a todos, incluso en número, enrolado en un trío. «No volví a vestirme de blanco, salvo en partidos benéficos por alguna causa». Tenía 42 años. Tampoco hubo partido de despedida. Solo una cena en un restaurante de Eibar, el Chomin. Los reconocimientos públicos le llegaron más tarde.

Aparcada la pelota en activo, Miguel Gallastegi dirigió sus pasos hacia el mundo del cine. La familia de su esposa regentaba los cines de la Sade en Donostia. Gestionó la actividad de los teatros Amaya de Eibar, Arrasate e Irun y del Capitol de Eibar. Cuentan que en un viaje a Madrid por razones empresariales coincidió con Charlton Heston, que en aquella época rodaba la película ‘El Cid’.

Entre Donostia y Eibar

Pese a vivir en San Sebastián, nunca dejó de acudir regularmente a Eibar: los domingos al Astelena y el día de San Andrés a la sociedad Kerizpe. Allí coincidió en una ocasión con otro de los grandes del deporte guipuzcoano, el ciclista Txomin Perurena. El oiartzuarra no ha olvidado «el día que le conocí. Acudí a Eibar con Peli Egaña y Patxi Alkorta, quien tuvo la ocurrencia de preguntarme delante de Miguel si le conocía. Con lo despistado que soy... Asocié su figura con la de un pelotari y el primer nombre que me vino a la cabeza fue... Soroa. Me miró un poco raro. Entablamos una buena relación y posteriormente hemos coincidido en numerosas ocasiones en el frontón Galarreta, donde compartimos la condición de ‘bajistas’. Yo también quiero sumarme a las felicitaciones en una fecha tan especial. Zorionak, Miguel!».

El periplo de Miguel Gallastegi de Asolaigartza al celuloide es el de un hombre hecho a sí mismo.

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