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La historia del Bidasoa en las competiciones europeas ha estado desde su inicio a finales de los ochenta íntimamente ligada al balonmano alemán. Allí recibió la primera gran bofetada continental, también la segunda, que le fueron curtiendo hasta convertirle en un club capaz de someter a los equipos de la Bundesliga. Luego estuvo dieciséis años sin pisar suelo germánico y cuando volvió fue como hacerlo a la casilla de salida. Ahora regresa para enfrentarse a un rival inédito, el Melsungen, en busca de una plaza en la Final Four de Hamburgo y lo hace convencido de poder lograrlo, a sabiendas que de la empresa es harto complicada. «Yo no daría nada por perdido. Es el Bidasoa». Palabra de Juantxo Villarreal.
Con el legendario técnico de Errenteria el club irundarra dio sus primeros pasos por el Viejo Continente. Él mejor que nadie sabe explicar lo que ha significado el balonmano alemán en la historia del Bidasoa, no en vano dirigió al equipo en catorce de sus veintidós enfrentamientos y ha sido el único entrenador en lograr una victoria en suelo alemán.
El 23 de mayo de 1987 el Elgorriaga Bidasoa conquista su primera liga y se gana el derecho a viajar por primera vez por Europa. Como campeón que era lo hace en primera clase, en la Copa de Europa. Las eliminatorias superadas con trabajo pero sin perder un solo partido ante el Gagny francés, el Neerpelt belga y el Gdansk polaco, subcampeón europeo en las dos ediciones anteriores, dan al Bidasoa y a su entorno la falsa sensación de poder codearse con los mejores...Hasta que el Tusem Essen, semifinalista de la edición anterior, se cruza en su camino.
Ese primer viaje a la entonces todavía Alemania occidental –quedaba algo más de un año para que cayera el muro–, supone todo un desafío para aquel equipo compuesto por once jugadores de Irun, uno de Pasai Donibane y dos yugoslavos que estaba asombrando a Europa. Lo que sufre en el Grugahalle de Essen es una auténtica pesadilla: 11-2 al descanso y 22-7 a la conclusión.
Juantxo Villarreal
Entrenador del Bidasoa (1975-1997)
«Aquel partido fue un golpe de realidad para un equipo que entonces sólo estaba acostumbrado competir en la competición doméstica», recuerda Juantxo Villarreal desde Benidorm, donde vive en la actualidad. «En Alemania había unas cotas de violencia en el juego que no supimos interpretar. Los árbitros dejaban jugar a la alemana y recibimos por todos lados. No estábamos acostumbrados y te sacaban de situación. Aquello era otro deporte al que no sabíamos jugar. Eso no era balonmano», sentencia.
Cómo sería la diferencia entre jugar en Alemania y hacerlo en Artaleku que pese a ese 22-7, en la vuelta el Bidasoa es capaz no solo de ganar, sino de hacerlo con cierta holgura (19-12), aunque no la suficiente para remontar esos quince tantos de desventaja. «Aquel equipo estaba compuesto por gente reflexiva y supimos interpretar que entonces no estuvimos a la altura del impacto del reglamento físico alemán», señala el extécnico del Elgorriaga Bidasoa que siempre ha considerado que «aquella eliminatoria fue un primer paso para la consecución años después de la Copa de Europa».
La temporada siguiente, pero ya en la Recopa, el destino quiso que el Elgorriaga Bidasoa se cruzara otra vez en semifinales con el Tusem Essen, que venía de ser subcampeón de Europa tras perder la final con el CSKA de Moscú. En Artaleku, los irundarras ganan por tres goles (25-22), pero en la vuelta los alemanes vencen por siete (29-22). «Aquella segunda visita a Essen fue otra cosa. Entonces supimos que había que jugar de otra manera. Nosotros sabíamos jugar con los códigos de la amabilidad deportiva, que eran los códigos con los que se jugaba en España y en Europa y aquella segunda vez ya sabíamos lo que había y supimos estar atentos a esa permisividad arbitral, aunque no fue suficiente para clasificarnos».
La segunda gran bofetada la recibió el 20 de mayo de 1991 en Milbertshofen. El Elgorriaga Bidasoa había ganado el partido de ida de la final de la Recopa de Europa en Artaleku por 20-15. Dieciséis días después dos autobuses acompañan al equipo en busca de su primer título continental sabiendo que lo que le espera es una auténtica emboscada. Y efectivamente el robo es histórico. Jug y Jeglic, la pareja de colegiados, condiciona totalmente el partido de vuelta y el Milbertshofen remonta aquella final (24-16).
Juantxo Villarreal
Entrenador del Bidasoa (1975-1997)
«Lo pensé entonces, lo recordé después y lo digo ahora: cuando jugábamos mal era muy poco dado a echar balones fuera. Era mi ley de oro y en aquel partido no estuvimos a la altura de la exigencia», reconoce aún hoy Villarreal. «Perdimos porque no estuvimos bien y porque los árbitros estuvieron mal. No perdimos solo por el arbitraje, como los de mi alrededor han pensado siempre y me han tratado de convencer. Esa pelea ha sido histórica. Te puedo decir que después de aquella derrota nunca volví a ver aquel partido. No quería que nada me confundiera. Sin embargo, en vísperas del partido de Zagreb, y en el hotel, en mi habitación, vi por primera vez el vídeo de aquel partido y me confirmó que efectivamente los árbitros habían sido muy influyentes, pero que también, como yo pensaba, no jugamos bien. Beñardo y los demás se habían visto aquel partido muchas veces y cada vez que se ponían a hablar del arbitraje yo callaba hasta que me cansaban y me iba, pero tenían algo de razón», recuerda el entonces técnico que habla de aquella final como «la mayor frustración que tuve como entrenador».
Sin embargo el Bidasoa fue creciendo y tres años más tarde no solo elimina por primera vez a un conjunto alemán, el Niederwürzbach, sino que lo hace logrando la que hasta hoy es el único triunfo en tierras germánicas. «Con el paso del tiempo el arbitraje se fue adaptando, pero también se fueron adaptando los alemanes al balonmano europeo porque luego, a nivel de selecciones, no tenían resultados jugando de aquella manera. Llegaron a la conclusión de que tenían que cambiar».
Jacobo Cuétara
Entrenador del Bidasoa (2016-2024)
En los años dorados del club irundarra el Elgorriaga Bidasoa es capaz de someter también en dos ocasiones al temible Kiel en Champions y al Magdeburgo en las semifinales de la Recopa en la última temporada de Villarreal en el banquillo. «Es que aquellos equipos nuestros eran muy buenos, jugaban muy bien y tenían mucha experiencia acumulada. Ahora también juegan bien, aunque evidentemente no es comparable al Bidasoa en el que yo estuve. Pero eso era una cuestión de presupuesto», apostilla la leyenda de Errenteria que reconoce que ve poco al equipo de Álex Mozas porque «para mí la época del Bidasoa se cerró cuando me fui. Aquello fue tan bonito que no quiero ver nada que me resulte negativo», explica. «Es verdad que lo están haciendo muy bien. Hace algo más de un año estuve en Artaleku con Beñardo viendo al Bidasoa y Beñardo me preguntó a ver qué me parecía el equipo. Le dije: '¿Ves las caras de la gente? Están felices. Se van con una sonrisa. Eso quiere decir que este equipo transmite honradez y brillantez, además de que juega muy bien. Ese equipo que yo vi, y en el que estaba el anterior entrenador, jugaba muy bien y ahora también están consiguiendo resultados».
El anterior entrenador es Jacobo Cuétara, precisamente quien dirigía al Bidasoa cuando dieciséis años después volvió a enfrentarse a un equipo alemán tras una larga travesía por el desierto. De alguna forma, aquel enfrentamiento ante el Füsche Berlín, líder de la Bundesliga, fue como volver al inicio. «Aquel primer partido sirvió para coger experiencia y crecer, como equipo y como club. El Füsche Berlín era uno de los mejores equipos de Europa», recuerda el de Ribadesella que reconoce que ahora ante el Melsungen el Bidasoa no lo tendrá sencillo. «Superar una eliminatoria ante un equipo alemán es difícil», señala el técnico que esta temporada se midió con el Torrelavega ante el Kiel alemán, ante el que dieron la cara, aunque perdiendo ambos partidos y quedando apeados en la fase previa de la european League. «A doble partido el Bidasoa es un equipo que ya tiene mucha experiencia en competiciones europeas, que eso también es importante. Lógicamente hay esa ilusión de intentarlo y Granollers ya lo consiguió. Eliminó a varios alemanes hace unos años. Entonces ¿por ué no el Bidasoa?», se pregunta enlazando de alguna forma con la reflexión de Juantxo Villarreal. «Yo no daría nada por perdido. Es el Bidasoa».
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