Los Cid, una familia donostiarra de altos y largos vuelos
En el foso o sobre el listón. El triplista olímpico Ramón Cid, ahora entrenador de prestigio, es el embajador de esta saga de destacados saltadores en la que su mujer, hermanos, hijos y sobrinos coleccionan internacionalidades, medallas y récords
Las conquistas de los Cid guipuzcoanos, al contrario que las de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, siempre han sido atléticas. Decenas de medallas en los campeonatos de España, récords e internacionalidades avalan a esta saga de grandes deportistas que lleva el atletismo en sus venas. No hay familia que salte más, ya sea sobre la arena del foso o sobre la colchoneta de altura. Cid, en Gipuzkoa, es sinónimo de largos y altos vuelos, de atletismo puro. Disfruten con la historia de esta dinastía atlética con sangre de canguro.
El mayor representante de la saga de atletas es Ramón Cid, de 71 años, triplista dos veces olímpico (Montreal 1976 y Moscú 1980), exseleccionador español y entrenador de prestigio. Una institución del atletismo. Técnico ahora de atletas de primer nivel en Donostia como Irati Mitxelena o María Vicente, él será el hilo conductor de esta historia. A través de su figura iremos dando saltos entre los diferentes miembros de la familia.
«Estudié en Mundaiz. Y fue clave la figura de Ignacio Altuna para que yo acabará saltando». Bajo sus órdenes, el donostiarra, vinculado a la Real Sociedad durante prácticamente toda su etapa como atleta, fue medallista de plata en el concurso de triple del Europeo júnior de 1973 en Duisburgo (Alemania). «Antes, y porque a mi padre le gustaba, ya solíamos ir a ver competiciones al viejo Anoeta», recuerda. Después llegaron sus 45 internacionalidades absolutas hasta 1986 y sus cuatro récords de España de triple salto.
Ramón, que llegó a saltar 16,69 metros en triple –aún récord de Euskadi–, estudió INEF (Ciencias de la Actividad Física y del Deporte) en Madrid. Y aquí llega la segunda protagonista de la saga, porque en Madrid comenzó su relación con Adelina Recio 'Lili' (Melilla, 1956), su mujer y madre de sus tres hijos: Ramón, Pablo y Carlos. «Nos conocimos en un encuentro internacional sub23 en Portugal», cuenta el trece veces campeón de España absoluto. Algo así como «salta conmigo», parafraseando esa mítica canción de Tequila, debió decirle el bueno de Ramón a Lili.
Ella nació en Melilla, aunque creció en Madrid. El amor le llevó a la capital guipuzcoana. Vistió la camiseta del Atlético San Sebastián y también la de la selección. Antes fue una de las fundadoras de un club exclusivamente femenino (CAF). A esta apasionada profesora de geografía e historia y amante de los idiomas –poco tardó en dominar el euskera–, se le daba mejor saltar hacia arriba que hacia adelante.
Por encima de 1,80 metros
De hecho, Lili llegó a convertirse en la primera mujer española en superar los 1,80 metros en altura consiguiendo 1,81. «Empecé junto a mi hermana animada por unos amigos que estudiaban en el INEF. Me decanté por la altura porque era lo que se me daba bien, aunque también hice vallas y alguna combinada».
Como no podía ser de otra manera, dos de sus hijos, Pablo y Carlos, fueron triplista y 'alturero', respectivamente. Siguieron el camino del aita y de la ama. «No tardé en darme cuenta que el triple era lo que mejor se me daba», cuenta Pablo Cid Recio, de 34 años, polivalente atleta que voló más allá de los 16 metros y que llegó a ser subcampeón de España absoluto de triple salto.
«Fue en una clase de gimnasia, en el colegio, donde me di cuenta de que el salto de altura se me daba bien», explica Carlos Cid Recio, de 30 años, el pequeño de la familia y autor de 2,09 metros en esta disciplina. La genética ahí estaba. «Más adelante, cuando empecé a entrenar en atletismo, me decanté por esta prueba y no me salí demasiado de ahí. De juvenil, antes de cumplir los 18 años, llegué a quedar tercero en un Campeonato de España».
Pero esta historia familiar y su vinculación al mundo del atletismo no acaba aquí. Va mucho más allá. Hermanos y hermanas, sobrinos... Sigamos con los saltos, porque hay unos cuantos más.
Con San Adrián comenzó todo
Durante más de tres décadas y hasta la aparición de Iker Arozena, Javier San Adrián Cid (Donostia, 1967) fue junto a Pipe Areta el atleta vasco que más lejos saltó en la longitud. 7,77 metros de un solo brinco, nada más y nada menos. Javi es el sobrino de Ramón. Y fue su padre, Javier San Adrián Erquicia, y su relación sentimental con una de las hermanas de Ramón, Mila, lo que hizo que el padre del triplista olímpico y abuelo de San Adrián acudiera asiduamente a la pista a ver competiciones atléticas. Tenía que animar a su yerno. «Mi padre fue el primer vasco en bajar de once segundos en el 100. En pista de ceniza, claro. Y fue campeón de España de 200 en 1958», recuerda Javi San Adrián hijo.
«Mi madre, la hermana de Ramón, no llegó a practicar nunca este deporte». Él siguió los pasos de su padre, aunque pegando largos saltos. «Yo llegué a ser subcampeón de España en categoría absoluta. Y siete veces superé los 7,70 metros. Era muy regular. Pero, curiosamente, no ser un poco más rápido en el pasillo fue lo que me impidió llegar a los ocho metros».
«Solía ir con mi padre al viejo Anoeta a ver competiciones de atletismo. Y empecé a practicarlo en Mundaiz»
Ramón Cid Pardo
Triple salto
«Empecé junto a mi hermana animada por amigos atletas que estudiaban enel INEF de Madrid»
Adelina 'Lili' Recio Pérez
Salto de altura
Javi, que ya desde pequeño se divertía pegando brincos aprovechando los diferentes colores de los adoquines de las aceras, está casado con María Rocandio, cinco veces campeona de España también de longitud entre juvenil y promesa, recordwoman de España en categoría juvenil y hermana de otro ilustre del atletismo vasco: el velocista olímpico y ahora entrenador Valentín Rocandio.
María y Javi, por lo tanto, son los tíos de Adrián Rocandio, plusmarquista guipuzcoano de 400 metros desde esta temporada. Pero esta, la de los Rocandio, podríamos decir que es otra de las sagas del atletismo del territorio guipuzcoano, como lo es también la de los Vega, por poner otro ejemplo.
«Mi padre fue el primer vasco en bajar de 11 segundos en el 100 y yo salté siete veces más de 7,70 metros en longitud»
Javier San Adrián Cid
Salto de longitud
«Aunque he practicado muchas disciplinas, vi que el triple salto era lo que mejor se me daba y lo que más llegué a entrenar»
Pablo Cid Recio
Salto triple
Volvamos ahora a los Cid. Recapitulemos. Ramón llegó a dos Juegos, Mila no compitió pero se casó con el velocista San Adrián Erquicia y no acaba aquí la historia.
Juan Cid Pardo, otro de los hermanos, fue un destacado pertiguista en edad juvenil en la que fue medallista en Campeonatos de España de la categoría; José 'Pepo' se divertía corriendo en edad escolar y Cristina, «de correr muy elegante», llegó a ser plusmarquista guipuzcoana de los 100 metros. Ella es la ama de Xabier Irastorza Cid, también saltador.
Un boxeador entre atletas
Entre tanto atleta, la excepción es Ramón Cid Recio, de 42 años, hijo de Lili y Ramón y el único de los tres hermanos que no quiso volar con las zapatillas de clavos. Prefirió el ring, el saco y los guantes.
«Fue en el colegio, en una clase de gimnasia en la que estuvimos saltando, donde me di cuenta que la altura se me daba bien»
Carlos Cid Recio
Salto de altura
«Yo entrenaba pértiga con 17 años. Pero un día, dando una vuelta porel velódromo, encontré el viejo gimnasio de boxeo»
Ramón Cid Recio
Boxeo
Aunque sí que entrenó sobre el sintético, el mayor de los hermanos Cid Recio se decantó por el boxeo olímpico, deporte en el que llegó a ser campeón de Euskadi. Actualmente coordina la escuela de Anoeta. «Yo entrenaba pértiga con 17 años y hubo una temporada en la que el entrenador no estuvo viniendo. Un día, dando una vuelta por el velódromo, encontré escondido el viejo gimnasio de boxeo de Anoeta. Probé y me enganchó. Es un deporte que requiere de una técnica elegante, muy buena forma física e inteligencia. Es muy completo». El mayor de los hermanos, incluso ya practicando boxeo olímpico –le gusta matizar que es éste el boxeo que practica–, iba al Miniestadio para «hacer series de 400 y preparar los combates». ¿Se decantará su hija Erika por el boxeo? ¿O seguirá los pasos de prácticamente toda su familia con sangre de canguro?