Crítica de 'Pornomelancolía': Tan vacío como el porno

Uno tampoco sabía que había un movimiento de reivindicación de Emiliano Zapata como icono homosexual y que se había rodado una película porno en la que Lalo, disfrazado de Zapata, 'cogía' con Pancho Villa (algo que impactará en México pero que aquí resulta ridículo). Tampoco tenía ninguna necesidad de saberlo, a no ser que fuera como base para contar algo interesante.

Lo mejor de la película del argentino Manuel Abramovich sobre el actor porno gay mexicano es el título, 'Pornomelancolía', ese sugerente oxímoron que une el supuestamente festivo erotismo duro con la pesadumbre melancólica. Así se supone que es Lalo Santos, que pone mirada triste e intensa mientras nunca deja de dedicarse al porno, en sus grabaciones personales para internet y en producciones del sector. Se supone, porque uno de los problemas es que su omnipresente protagonista no transmite. No sabes si tiene dolor de muelas o depresión. Parece cumplir ese tópico de que los actores porno no son buenos actores, ni aún en este caso en que recrea su propia vida. El espectador puede perder la paciencia entre la nula explicitud (la verbal y gestual, la auténtica, no la del cuerpo desnudo) del actor y la estrategia de un realizador que parece más pendiente de la estética que de dar algún sentido a su obra.

Todo ello, además, queda escondido entre la cansina acumulación de grabaciones de secuencias pornográficas (que ni provocan -¿lo pretenden?- ni aportan) y algunos comentarios irrelevantes sobre el porno a cargo de otros actores y un director. La docu-ficción 'Pornomelancolía' acaba quedándose en un extraño, a ratos irritante, monumento a la superficialidad y la vacuidad.