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Así es la visita a la nao 'Victoria'
La réplica de la nave de Elcano permanece abierta al público hasta el día 10 en el muelle donostiarra. La embarcación vuelve a recorrer el mundo cinco siglos después
AINARA URANGA
Sábado, 2 de julio 2022, 07:54
Suerte, conocimiento y osadía». Así califica Mario Sebastián Ginés, miembro de la tripulación de la réplica de la nao 'Victoria', la gesta marítima de hace cinco siglos. Juan Sebastián Elcano necesitó de esos tres atributos para poder completar la mayor gesta marítima de la historia de la navegación a bordo de la nao. Aunque esta no es la auténtica, llama la atención de quienes disfrutan estos días de un paseo por los muelles de San Sebastián, con sus imponentes mástiles que causan curiosidad a más de uno. La nao izará sus velas el próximo 10 de julio y partirá rumbo a La Rochelle, Francia, para lo que prevén tardar dos días, pero hasta entonces será visitable.
La nave fondeó el martes por la tarde en la bahía de La Concha tras haber navegado un día y medio desde Burdeos a una velocidad de entre 4 y 5 nudos (entre 7 y 10 km/h). Los horarios son de 10 a 14 horas y de 17 a 21 horas, y los precios para poder embarcarse en la nao 'Victoria' van de los 3 euros para niños de entre 5 a 10 años, a los 5 euros a partir de esa edad. La tarifa para familias (2 adultos y hasta 3 niños de entre 5-10 años) es de 13 euros. Los menores de 5 años entran gratis.
Numerosas visitas
La réplica de la embarcación abrió sus cubiertas al público el jueves, en un primer día de visitas protagonizado por la lluvia. A pesar de ello, muchos se acercaron antes al puerto solo para verla desde el exterior. «Normalmente no solemos tener tanta gente el primer día, y aún menos nada más abrir», manifestaba Eduina Rodríguez responsable del proyecto del quinto centenario de la nao 'Victoria'. La visita consiste en un 'tour' autoguiado por las tres cubiertas de la nave, en las que se puede descubrir el contexto histórico y social que propició la primera vuelta al mundo a través de sus paneles informativos, la ambientación y los propios tripulantes, que se presentan como auténticos marineros del siglo XVI. Samuel Gil, uno de los visitantes, se sorprendió al ver que «el barco es más pequeño de lo esperado». Según explicaba Eduina «el tamaño de la embarcación se debe a la agilidad y velocidad necesaria en un navío que pretendía dar la vuelta al mundo sin saber exactamente con que se iban a topar».
La visita comienza por la popa en la cubierta de la toldilla. Aquí el primer punto de interés es la cámara alta en la que se ubica el camarote del capitán, sin duda el favorito entre los visitantes, y que se puede admirar a través de la puerta blindada o por el portillo. En la decoración de su oscuro interior se ve reflejada la humilde vida de los marinos de la época. La estancia cuenta con una cama, las armaduras y espadas oxidadas por la salitre, un escritorio y un baúl sin ningún tipo de relieve o decoración. Sobre el escritorio llama la atención el pergamino, la pluma y su tintero, la ampolleta, utilizada para medir el tiempo así como la velocidad de la nave, y el astrolabio. Desde ese punto, mirando a proa, se pueden admirar el impresionante palo mayor y el trinquete con su respectivas velas izadas y coronadas con las cofas de los vigía.
Cubierta principal
La siguiente parada de la visita es la cubierta principal, donde hace cinco siglos convivían 45 marineros hombro con hombro. Nada más bajar las empinadas escaleras se encuentra la chupeta. En la original, su uso, junto con el del castillo de proa o alcázar, era el de resguardar al maestre, al piloto y al resto de la tripulación, sin embargo, actualmente es la tienda de souvenirs de la nao. Avanzando hacia proa se halla el cabestrante que la tripulación gira manualmente para poder elevar el ancla o las velas, como se hacía hace quinientos años. Lo último por ver en esta cubierta es el alcázar o el castillo de proa, donde hay varios paneles informativos con una pequeña exposición de cabos y poleas.
La visita finaliza en la bodega, situada bajo la cubierta principal, donde se guardaban los víveres, armas, mercancías y el agua dulce, siempre escasa en las travesías marinas. En su interior se explica la historia y vida de esta réplica.