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El viaje que cambió todos los mapas
Una exposición da a conocer la revolución cartográfica que provocó la primera vuelta al mundo
La redondez del mundo de la que hablaba Juan Sebastián Elcano en la carta que escribió al rey Carlos I nada más terminar su viaje supuso un formidable desafío para los cartógrafos. Aunque desde los griegos se tenía constancia de que la Tierra era una esfera, la verificación del fenómeno por medio de la travesía que completó el navegante guipuzcoano puso patas arriba todas las concepciones acuñadas durante siglos por los geógrafos. «El viaje modificó por completo la forma de representar el mundo», confirma Marcos Pavo, comisario de la exposición 'Los mapas y la primera vuelta al mundo' que ha organizado en Madrid el Instituto Geográfico Nacional. La muestra, que se nutre sobre todo de los fondos cartográficos del instituto, constituye una oportunidad única de contemplar un singular conjunto de planos que a su valor documental suman unos más que destacados méritos artísticos.
Dibujar un mapa sin tener una idea muy clara de la configuración del territorio que se quiere representar requiere buenas dosis de imaginación y fantasía. Los cartógrafos medievales suplían con esos dos ingredientes la ausencia de datos fidedignos acerca de la realidad del mundo, lo que explica la proliferación de símbolos y criaturas de apariencia extraordinaria en los mapas de la época. Muchas de esas imágenes tenían una función estrictamente ornamental: en una sociedad donde apenas se viajaba, los planos eran más un capricho artístico que un instrumento para orientarse.
Las Molucas y la contrainformación
Las islas Molucas, llamadas de la Especiería, eran el objetivo principal de la expedición de Magallanes. Descubiertas por los portugueses después de haber llegado al Índico rodeando el continente africano, las Molucas proporcionaban ingentes recursos debido a la altísima cotización que alcanzaban las especias. España quería tomar parte en ese festín, pero el reparto del mundo que había acordado con Portugal en el Tratado de Tordesillas le cerraba las puertas de la ruta por África. El objetivo de Magallanes era alcanzar las Molucas por el oeste, algo que los portugueses intentaron evitar por todos los medios. La corte lusa puso a trabajar a sus cartógrafos más reputados, Jorge y Pedro Reinel, que eran padre e hijo, y el resultado fue un mapa de las Indias Orientales (a la izquierda) en el que las Molucas aparecen en medio de un caótico laberinto de islas y rodeadas por un amenazador cinturón de bajos que cierra el acceso desde Oriente. «Es pura contrainformación, un intento de hacer ver que las islas eran inaccesibles desde otra ruta diferente a la de los portugueses», indica Marcos Pavo. Los Reinel, que eran descendientes de esclavos africanos, terminaron siendo fichados por España para elaborar los Padrones Reales, las cartas náuticas que llevaban todos los barcos castellanos.
Los primeros que empezaron a dotarse de cartas más o menos veraces fueron los navegantes: tener referencias precisas sobre un arrecife semisumergido o una corriente traicionera ahorraba muchos malos ratos y más de un naufragio. En el siglo XIII comenzaron a circular los primeros cuadernos con instrucciones náuticas, que con el tiempo evolucionaron a lo que se conocería como cartas portulanas. Eran mapas que especificaban las distancias entre los principales puertos, así como advertencias sobre obstáculos para la navegación, profundidad de los fondos y orientación básica de los rumbos.
Los también llamados portulanos se hicieron cada vez más precisos y no tardaron en convertirse en los documentos más codiciados en las orillas del Mediterráneo, el mar que monopolizó las rutas de navegación hasta bien entrado el siglo XV. Sin embargo, a medida que los barcos portugueses y españoles empezaron a aventurarse por el Atlántico se hizo patente la necesidad de contar con un soporte documental para las nuevas derrotas. Así como en el Mediterráneo no era muy complicado navegar 'a ojo' por la relativa proximidad de las costas, orientarse en el nuevo océano era prácticamente imposible por la ausencia de referencias.
El globo de Schöner y el mapa en el que aparece Elcano
La exposición del Instituto Geográfico Nacional muestra también una reproducción del globo hecha en 1515 por el alemán Johannes Schöner (a la izquierda) que ha alimentado infinidad de especulaciones. Schöner dibujó en su globo el paso entre el Atlántico y el Pacífico cinco años antes de que la expedición de Magallanes lo descubriese, algo que ha desconcertado a multitud de investigadores. La explicación que más credibilidad tiene es que el alemán interpretó de forma equivocada las confusas informaciones que llegaban a Europa, lo que explica que llamase 'Brasile Regio' al continente que dibuja por debajo del estrecho.
En la exposición pueden verse también mapas de la costa cantábrica como el realizado por Gerard Mercator en 1606. Debido quizás a la influencia que seguía ejerciendo el nombre de Juan Sebastián Elcano, en el mapa no se reseña la localidad de Getaria, lugar de nacimiento del marino, pero sí aparece una mención específica al barrio de Elcano.
La introducción de la brújula y el desarrollo del astrolabio y el cuadrante propiciaron el salto hacia la navegación astronómica, mucho más precisa, y también abrieron la puerta a la aparición de cartas más allá de los limites del Meditarráneo. El primer plano de la costa africana que los portugueses realizaron después de haber atravesado el cabo de Buena Esperanza es un buen ejemplo del extraordinario avance en términos de rigor de la nueva cartografía. «Es una carta náutica que no solo da una idea bastante precisa de las costas africanas, sino que además desmonta la teoría tolomeica de que el Índico era un océano cerrado», explica el comisario de la exposición.
Navegaciçon y espionaje
Otro mapa que constituye un hito cartográfico es el que representa por primera vez el continente americano, realizado hacia 1500 por Juan de la Cosa, que formó parte de la tripulación de los primeros viajes de Colón. El mapa muestra Cuba como una isla, algo que contradecía el parecer de propio Colón, que murió convencido de que se trataba de una península del Extremo Oriente. Además de los conocimientos que adquirió 'in situ' en sus travesías al otro lado del Atlántico, De la Cosa incorporó a su carta descubrimientos como los de Giovanni Caboto en Norteamérica –la isla de Terranova– o la llegada de Vasco de Gama a la India. Algunas de esas informaciones eran resultado de una delicada tarea de espionaje, algo muy común teniendo en cuenta la abierta disputa entre españoles y portugueses por la hegemonía de los nuevos territorios que se iban añadiendo a los mapas. El propio De la Cosa llegó a viajar a Lisboa como espía siguiendo instrucciones de la Corona.
Los mejores cartógrafos se repartían entre las cortes de España y Portugal. Los mapas tenían una función propagandística capital en la tarea de legitimar el dominio sobre un territorio. El caso de los cartógrafos portugueses Jorge Reinel y su padre Pedro Reinel es paradigmático: cuando trabajaban para Lisboa hicieron un mapa de las Indias Orientales en el que las islas Molucas, muy codiciadas por la abundancia de especias, aparecen bajo pabellón luso. Cuando los Reinel empezaron a trabajar para Carlos I, sin embargo, esas mismas islas se situaron por arte de birlibirloque en la parte del mundo que el Tratado de Tordesillas asignaba a España. Los Reinel son precisamente los autores del mapamundi más completo que se conocía en 1519, el año en que partió la expedición de Magallanes y Elcano. «Se trata del mejor mapa que había antes de la primera vuelta al mundo», precisa el comisario de la exposición. «Algunas teorías –añade– apuntan a que pudo servir de modelo para las cartas náuticas que Diego Ribero hizo para la flota de Magallanes». La expedición, en efecto, partió de Sevilla con más de una veintena de planos y documentos –cartas de marear– que se perdieron a lo largo de las peripecias que tuvo que afrontar en su accidentada travesía de tres años.
Las revelaciones de los supervivientes de la flota magallánica hicieron trabajar de lo lindo a los autores del Padrón Real, que era el mapa oficial de la Casa de Contratación que servía de referencia para las cartas náuticas que embarcaban todas las naves españolas. El primero que incorporó toda la información de la primera vuelta al mundo fue la llamada Carta de Turín, realizada en 1523, apenas un año después del fin del viaje. En el plano se puede ver con nitidez el perfil atlántico del continente americano desde el Golfo de México hasta el Estrecho de Magallanes. Toda una revolución cartográfica que anticipó la representación del mundo tal y como lo conocemos cinco siglos más tarde.
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