«Elvis Presley está en el embrión de Duncan Dhu»

«Me hace mucha ilusión porque esta es una sección que leo siempre, ya que me hacía plantearme qué discos elegiría yo si me preguntaran», reconoce el músico donostiarra. Pues bien, esta semana le ha tocado el turno a Mikel Erentxun de revolver la fonoteca familiar para rescatar su particular reliquia musical. Y no parece haberle llevado mucho tiempo. «Lo tenía clarísimo, es mi disco más importante».

Se trata de 'The Sun Collection' (Sun Records, 1977), un recopilatorio con 16 grabaciones que Elvis Presley hizo durante los años 1954 y 55 en un pequeño sello con sede en Memphis. «Ahí están sus orígenes antes de dar el salto a la compañía RCA, sacar el 'Heartbreak Hotel' y hacerse famoso». Erentxun reconoce que «ese es el disco por el que estoy ahora haciendo esta entrevista. El que me hizo coger una guitarra, y está en el embrión de Duncan Dhu». Un trabajo repleto de singles, en formato trío acústico y grabado en directo, que Erentxun compró cuando apenas sumaba doce primaveras y que hoy conserva como oro en paño. «Volví a comprarlo más tarde en CD porque el original lo tengo muy usado, pero no era la misma portada», dice, «ahora con el resurgir del vinilo quiero volver a conseguirlo nuevo, pero está descatalogado».

Durante un viaje familiar a Memphis, Erentxun paseó por Graceland, la mansión del rey del rock, y visitó Sun Studio, donde Presley grabó estas canciones como también lo hicieron otras figuras como Johnny Cash o Jerry Lee Lewis. Un «lugar de peregrinación» donde «nos pusieron el primer single, 'That's Allright Mama', y se me saltaron las lágrimas». Porque fueron las canciones que le acompañaron mientras aprendía sus primeros acordes de manos de sus hermanas, aquellos que le animaron luego a cantar en el colegio. «Soy esclavo de lo que se escuchaba en mi casa y estoy convencido de que lo que uno escucha de niño se queda para siempre». Por ese motivo, los cuatro discos que ha elegido le retrotraen a la época de los 70.

Sin embargo, en el hogar familiar no había ningún disco de Elvis. Hasta él llegó por casualidad. «Quizá fue al ver la noticia de su muerte en televisión o en un viaje a Londres en el 78 en el que nos encontramos frente a un homenaje de 5.000 personas que entonaban 'Elvis no ha muerto'. Y yo estaba levitando».

Del álbum destaca la voz de un joven de 19 años que «nunca volvió a cantar con tanta sexualidad implícita, había magia. Leí que Elvis no fue el primer intérprete del rock and roll y, efectivamente, no lo fue pero fue el mejor. Transmitía una fusión de estilos e influencias negras y blancas, y me encanta su instrumentación minimalista casi sin batería. Además, todas las canciones son clásicos o 'standards' que habría escuchado él de niño y que se los llevó a su terreno».

Igual que hizo el propio Erentxun con las canciones de Elvis y tantas otras que versionó. Dice que siempre ha puesto música en su casa, pero que «no hay manera», los caminos musicales de sus herederos «van por otro lado. Son hijos de su tiempo, pero a mí ese tipo de música urbana no me dice nada». En unos tiempos en que los éxitos estallan y caducan con la misma rapidez, el músico reivindica que «la cultura musical es fundamental, aunque lo bueno es escuchar de todo porque no hay nada peor en la música que cerrarse. Luego cada uno debe elegir su camino, pero conociendo lo que existe que es mucho y muy bueno».

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