Intxaurrondo se rinde a los ritmos urbanos y al pop

Como cada año por estas fechas, este fin de semana el centro cultural Intxaurrondo abrirá sus puertas para celebrar Donostikluba. Será la décimo quinta edición de una cita que pretende «acoger nuevos lenguajes musicales que fluyan y cambien con los tiempos». Es, según apuntan desde Donostia Kultura, una «ventana de tendencias con respeto y atención a la música local». Precisamente, en la jornada inaugural de hoy actuarán El Negro y La Triku, ambos del mismísimo Intxaurrondo, mientras que mañana será el turno de los catalanes Chaqueta de Chándal y los zestoarras Grises.

Como es norma en tiempos de pandemia, será una edición de Donostikluba reducida en días, en número de conciertos y también en aforo. Tanto es así que las 70 entradas disponibles para cada jornada ya se han agotado. El público deberá seguir las actuaciones sentado y manteniendo la distancia de seguridad, como ya ocurrió hace unos días con la sesión que el rapero Foyone ofreció en Intxaurrondo dentro del Donostia Festibala Urban.

Sergio Cruzado, organizador de aquella cita y también de Donostikluba Festibala, asegura que la gente «disfrutó muchísimo». «A muchos de los artistas que estoy programando les pasa lo mismo: empiezan con un poco de miedo por aquello de tener a los espectadores sentados, pero cuando ven que la audiencia reacciona de maravilla, terminan encantados. Yo creo que se produce una emoción especial, una cercanía diferente en la que el músico empatiza con el público y parece casi que se está dirigiendo a cada una de las personas presentes», asegura el promotor de Ginmúsica.

Ante la duda de esperar un año -o tal vez más- para hacer un festival en condiciones o programar una edición en las condiciones permitidas hoy en día, Cruzado optó por lo segundo, puesto que, en su opinión, los programadores tienen la «obligación» de seguir hacia adelante para «que el sector no pare, los músicos y los técnicos tengan opciones de continuar trabajando y el público no se aleje de la música en directo».

En la primera jornada de hoy mandarán los ritmos urbanos en sintonía con la «línea editorial» de Donostikluba Festibala, que también se caracteriza por dar voz a nuevos proyectos. Es el caso de La Triku, colectivo donostiarra formado hace tres años en el que destacan tres jóvenes «ansiosos de hablar de lo vivido» y hacer de la música «un vicio»: Ghribi habla de la vida dura, Dani es el poeta y Kono, el loco.Vienen recomendados por Joanes Unamuno, alias El Negro, que cerrará esta noche dedicada al hip hop. Hace dos años, cuando Intxaurrondo sustituyó a Gazteszena como sede de Donostikluba, El Negro ya demostró tablas y arrojo máximo en una noche compartida con Sid Nigiri y Bejo. Hoy volverá a demostrar por qué está considerado «uno de los artistas más en auge de la capital guipuzcoana y de Euskadi» en una función que aprovechará para presentar su inminente nuevo disco después de «romper números en Youtube colaborando con artistas como Delaossa».

Mañana abrirá la jornada sabatina Chaqueta de Chándal, un grupo catalán a cuyos integrantes Cruzado se refiere como «librepensadores e iconoclastas». Su música, apuntan Donostia Kultura y Ginmúsica, «es un cruce ortopédico entre Neu!, La Polla Records y Los Brincos», y aunque «sus letras tengan un poso de quinceañero resabido y rebotado, expresan honestamente sus idiosincrasias».

El festival lo cerrarán Grises, que cumplen diez años y pueden presumir de haberse pateado decenas de salas de conciertos en todo el Estado, además de haber tocado en festivales como el BBK Live, Sonorama, Arenal Sound o Ebrovisión. En esta ocasión, la banda de los hermanos Eñaut y Amancay Gaztañaga presentan 'Talismán', su sexto disco, un trabajo recién salido del horno en el que siguen «fieles a sus intenciones más primitivas: hacer que el público baile». «Y lo van a conseguir al ritmo de un enérgico y pegadizo electro-pop que ya es marca de la casa», advierten sobre un álbum que incluye colaboraciones de músicos como Víctor Cabezuelo (Rufus T. Firefly) o Jurgi Ekiza (Willis Drummond).

Tras un verano «durísimo» plagado de cancelaciones o aplazamientos de festivales y conciertos, Sergio Cruzado vislumbra algo parecido a una luz al final del túnel. «Ahora parece que no se están suspendiendo tantas citas como en los meses anteriores, y aunque la situación sigue siendo difícil para las salas de conciertos, intuyo que poco a poco nos vamos acercando a la normalidad. Más que optimismo, tengo ilusión. La energía positiva es fundamental para tirar hacia adelante», concluye.