Ya llevamos años, por desgracia, escribiendo necrológicas de librerías, galerías o bares que son bastante más que librerías, galerías o bares. Hay negocios que imprimen ... carácter a las ciudades, locales que conforman las señas de identidad de los lugares tanto como sus catedrales o paisajes. Ocurre con la galería Altxerri, que a final de diciembre echará la persiana, y ocurrió hace unos meses con Lagun. Se trata de cierres que son más que unos cierres comerciales.
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Desde que Altxerri se inauguró, en 1983, fue un faro de modernidad y vanguardia en esta ciudad, con exposiciones que trajeron a muchos de los grandes y sirvieron de plataforma a jóvenes artistas que empezaban y hoy se han consolidado. Su bar, en la 'cave' del sótano, fue otro oasis donde lo mismo hubo conciertos de jazz que actuaciones de cualquier estilo, y donde terminaron tantas madrugadas felices. Hasta Woody Allen situó ahí una secuencia de su comedia donostiarra.
Era la Donostia artística del Altxerri, de la Galería 16 del añorado Gonzalo Sánchez, de Galería DV años más tarde y, en tono más clásico, de Galería Echeberria. Y era la Donostia de copas en La Maruja y cenas en el Morgan, del viejo Etxekalte y del antiguo Be Bop.
El bar del Altxerri acababa de actualizarse, hace un año, en búsqueda de nuevos públicos de la mano del dinámico equipo del Dabadaba, que está experimentando ahí desde monólogos de humor hasta conciertos pasando por 'jam sessions' para jóvenes músicos. Quizás el bar continúe en marcha unos meses más hasta que se sepa qué ocurrirá con el local en su conjunto.
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Con el cierre de la galería Altxerri Donostia pierde un histórico proyecto cultural, pero sobre todo pierde carácter. Porque las librerías y las galerías, los bares y los restaurantes, las tiendas de toda la vida, son la seña de identidad que dan la mejor cara de una ciudad.
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