Luto en la literatura vasca
Muere el escritor Joan Mari Irigoien tras medio siglo de creación literaria en euskeraEl autor altzatarra, que compaginó novela, poesía y narraciones infantiles y juveniles, padecía una enfermedad degenerativa desde hace una década
Cuando Joan Mari Irigoien tenía unos diez años, murió Mirasun, una amona de un caserío de Altza y nada más verla, relataba el escritor hace ... cuatro años, «supe que al cabo de los años me convertiría en el protagonista de la misma película. Fue una experiencia absoluta. De modo que, desde entones, he convivido con la 'Parca' de forma dificultosa». Ese día ha llegado este miércoles. Tras más de una década conviviendo con una enfermedad degenerativa -Esclerosis Lateral Derecha-, Joan Mari Irigoien ha fallecido a los 74 años, según ha informado la editorial Elkar, que ha adjuntado un poema suyo titulado 'Carta de amor' y dedicado a la eutanasia. El prolífico autor altzatarra deja una notable obra literaria en euskera, entre novelas, poesía y literatura infantil y juvenil. Son más de veinticinco títulos, desde que en 1973 publicara 'Oilarraren promesa', galardonada con el Premio de la Crítica de narrativa en euskera tres años después.
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Ingeniero de formación, Irigoien (Altza, Donostia, 1948) se las arregló a lo largo de su vida para compaginar su trabajo como profesor de ikastola, corrector en prensa, guionista y traductor de euskera con una producción literaria de marcado tono personal. Antes, fue jugador del Sanse, en donde coincidió con Kortaberria o Gajate. Jugó 95 partidos en los que anotó trece goles. Expósito le propuso dar el salto a la Real Sociedad, pero Irigoien rechazó la propuesta y se marchó de cooperante a América Latina.
Fue allí donde entró en contacto con la literatura y en concreto, con un 'realismo mágico' latinoamericano, tan pujante en aquellos años setenta.
Su debut literario fue con la citada 'Oilarraren promesa' (Edit. Gero, 1976), en la que como antes hicieran Faulkner o García Márquez, crea un territorio mítico: el pueblo Azpil. Y es ahí donde sitúa una trama que se desarrolla a lo largo de varias décadas. Su segunda novela, 'Poliedroaren hostoak', traducida posteriormente al castellano con el título de 'La tierra y el viento', no llegó hasta 1982. Ganó otra vez el Premio de la Crítica y además el Resurrección María Azkue. Dos linajes enfrentados entre sí durante cinco generaciones protagonizan esta novela-río que relata el devenir de los Elizalde (carlistas) y los Ibargoien (liberales). Abarca desde la primera guerra carlista hasta el franquismo, a través de la voz de un alter ego del escritor.
Su barrio natal, Altza, se convierte en el pueblo de Ollaran en su tercera novela, 'Udazkenaren balkoitik', de 1987. Irigoien ofrece ahí una visión crítica del proceso de transformación que experimenta un pueblo con tintes idílicos hasta convertirse en un barrio de aluvión habitado por inmigrantes y que por el camino pierde el uso del euskera en las relaciones sociales. Tras 'Babilonia' (1989), en la que narra una historia de odio entre hermanos, publica 'Consummatum est', en la que desarrolla en paralelo dos historias que confluyen en la Guerra Civil española. En 2001 fue traducida también al castellano, esta vez de la mano de Tarttalo.
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Registro humorístico
Pausado pero sin pausa, su trayectoria literaria continúa con otro cambio de registro, esta vez hacia los terrenos del humor, con 'Kalamidadeen liburua' (1996), en la que juega de nuevo con la dualidad de personalidades a través de dos personajes paródicos: una familia cuyo padre es un poeta de arrebatos mísiticos y un abuelo, también poeta, pero con inquietudes sociales. Antton Olariaga se encargó de las ilustraciones que acompañaban el texto.
Su siguiente entrega literaria sería la que a la postre es la novela más larga de su producción, 'Lur bat haratago' (2000), en la que a lo largo de 600 páginas narra la historia de un Joanes Etxegoien sacudido por las fuerzas de la Historia que azotaron la Navarra del siglo XVII.
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De forma paralela y desde 1975, desarrolla su obra poética, con títulos como 'Hutsetik esperantzara', 'Denborak ez zuen nora', 'Letra txikiaz bada ere' o 'Biziminaren sonetoak'. En el ámbito de la literatura infantil y juvenil, 'Komunista.com' o 'Pistolak eta epistolak' también contribuyeron a popularizar su nombre en tres los lectores noveles.
A partir de ese año, Irigoien se vuelve un autor más prolífico, con novelas como 'Ipuin batean bezala' (2002), 'Odolean neraman' (2004), 'Bestea da mundua' (2008), 'Haragiaren gauak eta egunak' (2009), 'Nor bere bidean' (2010), 'Ur arreak, ur garbiak' (2011) o 'Arma, tiro, bammm!' (2013).
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El diagnóstico hace algo más de una década de una enfermedad que primero se manifestó con dificultades del habla y más tarde con parálisis de las piernas no interrumpió su pulsión creativa, ni mucho menos acabó con su sentido del humor: en 2019 parodió a seguidores de la Real Sociedad y del Athletic en 'Derbia', «Una novela desvergonzada, una gamberrada», según explicaba el propio autor sobre la que sería su adiós a la novela. El poemario 'Sorgin-argien ehizan', publicado el pasado año, fue su despedida.
«A pesar de mis esfuerzos, se impone en mí el miedo ancestral a ese mundo oscuro, tenebroso e irracional»
«Entre mis aficiones está jugar conla muerte», aseguraba Joan Mari Irigoien en una entrevista con este periódico hace cuatro años. La enfermedad y las zozobras que tanto para el paciente como para su entorno conlleva, pasó a ocupar buena parte de la conversación. «Le hablo de tú a tú, con salidas de tono, risas y juegos de palabras. Pero, a pesar del tono coloquial que practico con la muerte, es cierto que algunas veces, muy a pesar de mis esfuerzos, se impone en mí el miedo ancestral a ese mundo oscuro, tenebroso e irracional; el miedo y el pánico a la muerte, para lo que no veo más remedio que la eutanasia. O el suicidio asistido», aseguraba. «Tengo derecho a una muerte digna, y no quiero que políticos y algunos médicos me usurpen ese derecho. Lo voy a decir más claro: ¡No quiero que me torturen, ni por activa ni por pasiva!», recalcaba en aquella charla, en la que también se mostraba «totalmente partidario de la eutanasia. Qué mejor muerte que la que yo sueño, rodeado de los seres que más quiero, neutralizado el dolor y sin darle a la enfermedad ninguna posibilidad de que me torture»
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