El guionista yonki
Jerry Stahl combinó durante años su trabajo como escritor en series de éxito como 'Alf', 'Luz de luna' y 'Twin Peaks' con una intensa adicción a la heroína y otros narcóticos. En su libro de memorias, 'Siempre medianoche', publicado ahora por Malas Tierras, repasa su descalabrada vida
Desde finales de los sesenta, cuando tenía catorce años, hasta principios de los noventa, Jerry Stahl cultivó con mimo una politoxicomanía severa, con especial dedicación a la heroína. partir de los años ochenta, ya en serio. Entretanto, desarrolló una carrera como escritor que en muy poco tiempo le llevó del underground de las revistas pornográficas al equipo de guionistas de algunas de la más exitosas series televisivas de los ochenta: 'Alf', 'Luz de luna' y algún episodio de 'Twin Peaks'. También es muy posible que hayas visto su nombre en los créditos de varios episodios de 'CSI'.
La infancia de Stahl fue un tanto agitada, pero «esto no va de 'ay, mi mamá me hizo sentir tan mal que cuando me hice adulto, me chutaba heroína'. Ni de lejos. La gente pasa por cosas peores, infinitamente peores, y se convierte en ciudadanos respetables», afirma en 'Siempre medianoche', sus memorias tóxicas publicadas ahora en castellano por Malas Tierras. «Se podría decir que el éxito me arruinó. Se podría decir que arruiné el éxito», afirma el escritor en el libro que el propio Stahl se encargó de convertir en película, protagonizada por Ben Stiller, en 1998.
Su permanente colocón no sólo no le impidió hacer su trabajo, sino que se diría que fue lo que le permitió realizarlo. Stahl siempre necesita chutarse, pero sobre todo, antes de las reuniones con la industria del entretenimiento televisivo. De otra forma, viene a decir, no hubiera podido soportar a sus interlocutores. Unos compañeros que, por otra parte, no observaron nada especial en su comportamiento, más allá de lo que atribuyeron a un aceptable alcoholismo, que es en lo que se convierte la drogodependencia cuando un salario descomunal te permite sortear carencias y prohibiciones.
El chute que Stahl se metió en los baños del hospital en el que su mujer se encontraba dando a luz y su posterior irrupción en el paritorio con el brazo ensangrentado pudo ser el Rubicón a partir del cual el yonki se rehabilitara. No fue el caso. Por el contrario, el escritor exprimió a fondo su paternidad toxicómana al descubrir las ventajas de ir a 'pillar' droga acompañado de un bebé.
Su implicación en un episodio de 'Twin Peaks' merece comentario aparte. Stahl nunca llegó a tratar con David Lynch, pero sí con su 'mano derecha', Mark Frost. La primera –y última– reunión de guionistas se saldó como un curso de dictado en el que se les dijo a los escritores qué es lo que debían escribir con tal minuciosidad, que hubiera bastado una línea de puntos que uniera las frases para tener listo el capítulo. En cualquier caso, ni siquiera de eso fue capaz Stahl, que tras varios días catatónico sólo fue capaz de entregar un puñado de folios ensangrentados al mensajero que acudió a recogerlos. Cómo acabó acreditado en la serie es algo que, a la luz de su narración, no se explica uno.
En 2005, ya rehabilitado, Stahl publicó su novela en forma de autobiografía sobre el actor Roscoe 'Fatty' Arbuckle, acusado de un crimen que no había cometido, absuelto en el juicio, pero condenado por una opinión pública que pulverizó primero y puso fin después a su carrera. «Jerry Stahl redime el recuerdo mancillado de un talento salvajemente grande y un gran hombre salvaje», escribió entonces un Johnny Depp que quizás ya sospechaba que incurría en el 'spoiler' autobiográfico.
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