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De Zappa al flamenco, la conexión posible
Fusión. Algunos de los mejores músicos del jazz hispano se citaron en la 'Trini', el octeto de Perico Sambeat y el trío de Carles Benavent, Tino Di Geraldo y Jorge Pardo
Llegaba anoche la plaza de la Trinidad al ecuador de esta edición heróica con la satisfacción y el descanso que supone ir comprobando que la climatología está respetando y va a respetar el desarrollo de estos cinco días de reflote del Jazzaldia. Que ahora que hemos superado lo de la distancia social, que hemos logrado que la mascarilla deje de ejercer presión en cuanto la música nos envuelve y nos hace olvidar tantas penurias de estos meses, no podríamos asumir otro de esos latigazos de lluvia y tormenta con que a veces ha habido que lidiar en el Jazzaldia. Que la mascarilla con poncho no casan bien en su juego de verdes. Que el sol y la suave brisa son más necesarios que nunca, por la mañana al ir a San Telmo, en las terrazas o en el atardecer de la Trinidad.
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Por lo demás el nuevo orden establecido en la Trinidad va como la seda. El 'staff' amable y paciente del Jazzaldia está al tanto de que todo el mundo tenga la mascarilla puesta en todo momento. Incluso da clases prácticas y rápidas 'in situ' de cómo ejercer la ingesta: se baja un momento la mascarilla, se bebe un sorbo, y se vuelve a subir. Ni siquiera afean la picaresca de quienes pretenden estar sin mascarilla los veinte minutos que dura el vaso de cerveza. Son aleccionados convenientemente, que entre todos tenemos que conseguir que el milagro de que se esté pudiendo celebrar este Jazzaldia con plenitud y seguridad se mantenga, como vienen a indicar los avisos de megafonía.
El octeto de Sambeat hizo vibrar al público, que casi llenaba la plaza, con las complejas pero atractivas piezas de Zappa
Solo queda que los tres o cuatro que se ponen a fumar en su asiento y lanzan a los cuatro vientos su aliento, quién sabe si vírico, cargado además de humo contaminante, mientras los demás evitamos exhalar con nuestras mascarillas durante las tres horas, dejen de hacerlo, por educación, solidaridad y salubridad.
El jueves por la noche el octogenario Michel Portal nos había cargado las pilas de tal modo con su jovialidad, sentido del humor, potencia sopladora y perspicacia musical polivalente, que la plaza de la Trinidad volvió a sentirse en plenitud aunque no estuvieran ocupados mucho más que dos tercios del aforo permitido. Es una pena que el esfuerzo de la organización de esta edición no haya sido recompensado con un llenazo noche tras noche, como sí ocurrirá hoy con la actuación de Mariza, pero las viejas piedras de la plaza están recibiendo a músicos excelentes y ovaciones de un público que cada noche acaba en pie por el empuje de lo que se escucha y se vive en el escenario.
Anoche se reunían en la Trinidad algunos de los mejores músicos del jazz español de las últimas décadas, enlazando y fusionando músicas de mares muy distantes entre sí. En la primera parte, Perico Sambeat comandaba la agrupación de ocho músicos que iban a rendir homenaje a uno de los más extraordinarios músicos del siglo XX, sin distinción de estilo o género, porque Frank Zappa los tocó absolutamente todos y siempre de manera original. En la segunda parte, un trío de músicos excepcionales en sus individualidades, que hacía piña para volcar sus querencias por el flamenco y el jazz, Carles Benavent, Tino di Geraldo y Jorge Pardo.
Ayer sí que estaba la plaza de la Trinidad bastante cercana al lleno, y con muchas ganas de disfrutar de la música de Frank Zappa a través de la visión devota pero personal que ofreció el octeto de Perico Sambeat. La sección de viento fue un elemento fundamental en la obra de Zappa de mediados de los años 70, y el combo que rodeaba a Sambeat era poderoso y perfectamente engrasado para acometer las complicadas pero apasionantes estructuras del guitarrista y endiablado orquestador que compuso piezas como 'Zomby Woof' y 'It Must Be a Camel', o que puso títulos tan guarretes como 'Don't You Ever Wash That Thing?' o 'I Promise Not To Come In Your Mouth' a temas de apariencia intelectualoide pero con un corazón bombeante y arrebatador.
Los ocasionales efectos en el trombón de Toni Belenguer y el saxo de Sambeat fueron detalles llamativos, junto a los teclados de base de Santi Navalón, pero prevaleció la fantástica conjunción de los ocho componentes para hacer suyas las creaciones de Zappa. Iván Cebrián tampoco se limitó a la imitación y con su propio sonido estuvo a la altura del virtuosismo del gran maestro.
«Fui aficionado a Zappa antes que al jazz, a los 12 o 13 años», confesó Sambeat. Así de bien estaba macerada con los años la recreación de la obra del gran músico total. 'Pound For A Brown' e 'Imaginary Diseases' cerraron entre vibrantes solos de todos los protagonistas una hora y cuarto de concierto que se hizo muy corta para la vastísima y apasionante obra de Zappa y esta estupenda recreación.
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